“Si las Fuerzas Armadas. “Les falta un apoyo político decisivo para actuar; es obvio que el estado de excepción es más bien simbólico”. – .

“Si las Fuerzas Armadas. “Les falta un apoyo político decisivo para actuar; es obvio que el estado de excepción es más bien simbólico”. – .
“Si las Fuerzas Armadas. “Les falta un apoyo político decisivo para actuar; es obvio que el estado de excepción es más bien simbólico”. – .

El asesinato de tres policías, quienes fueron baleados y luego quemados dentro de su patrulla la madrugada del 27 de abril en la ruta P-72 S que conecta Tirúa con Cañete, en la provincia de Arauco, ha vuelto a poner en peligro una zona de la región del Biobío, en el sector centro-sur de Chile, en el foco. Desde hace más de una década sufre violencia rural, con ataques tanto de grupos radicales mapuche, que grupos armados han quemado propiedades y casas, como de bandas, algunas asociadas a estos grupos, dedicadas al robo de madera. Con el tiempo también han surgido otras organizaciones que trafican con drogas y roban autos.

Como lo describió este martes el fiscal nacional Ángel Valencia, “en la zona muchas veces hay grupos que pueden ser catalogados como terroristas, pero al mismo tiempo hay bandas de delincuentes comunes tanto o más violentos, que recurren a la violencia simplemente tener control territorial, como el crimen organizado”, dijo a radio Cooperativa.

Para quienes han investigado en esa zona, el crimen de los tres policías ha sido el corolario dramático de la violencia iniciada hace al menos 16 años, cuando varios hechos advertían que esta violencia sólo podía crecer. Testigo de ello es el exfiscal Andrés Cruz (Concepción, 1973), quien encontró un fusil M-16 en manos de un hombre en Tirúa en agosto de 2007. Y, en 2008, investigó el atentado, también en Tirúa, del fiscal Mario Elgueta, cuya delegación compuesta por dos policías y tres detectives fue emboscada a balazos. “Hubo funcionarios con heridas graves que, hasta el día de hoy, sufren las consecuencias. Uno llevaba casco, y los proyectiles que llevaba mostraban que eran tiros a matar”, dice Cruz.

Pero el ataque a Elgueta, por el que fue condenada la dirigencia de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), primer grupo radical que comenzó a operar en la zona, no fue la primera alerta. En 2005, recuerda Cruz, en Ranquilhue, un grupo armado entró en un campamento, puso de rodillas a familias enteras y quemó sus casas y automóviles. “Ya por aquella época había antecedentes del uso de armas pesadas y metralletas”, relata a EL PAÍS.

Cruz, abogado de la Universidad de Concepción y profesor de derecho procesal de la misma casa de estudios, fue fiscal durante más de diez años, hasta 2011, y en Talcahuano, Región del Biobío, se especializó en investigaciones de lavado de dinero, crimen organizado y trata. . de drogas. En 2022, fue elector convencional del Partido Socialista.

Preguntar. ¿Cuáles son los hitos que han marcado la violencia en la región del Biobío?

Respuesta. En 2001 se produjo un atentado en una finca de Lleu Lleu. Y en 2005, en Ranquilhue, recuerdo que las víctimas hablaban de individuos que actuaban uniformados y armados. Y que había un liderazgo, alguien que daba instrucciones y unos sujetos que callaban y hacían cosas. Ranquilhue fue muy brutal, y junto con la hacienda Lleu Lleu, que está a 50 kilómetros de Cañete, son un paradigma, pues marcaron un hito.

P. Usted investigó el descubrimiento de un rifle M-16 en 2007. ¿Fue sorprendente o ya había señales de armas pesadas?

r. En 2005, en Ranquilhue, ya hubo denuncias de que los sujetos portaban metralletas y fusiles, y luego, con el hallazgo del M-16, se le dio credibilidad al asunto. Hay que tener en cuenta el contexto, porque todos estos grupos tenían un enorme apoyo político. En ese momento se decía que todo era un montaje, y que había una demanda absolutamente justificada del uso de la fuerza y ​​la violencia para reclamar el territorio.

P. ¿Desde la izquierda?

r. Me siento parte de la izquierda hasta hoy. Y en ese momento entendí que podía haber un ambiente de ira y resentimiento teniendo en cuenta que se trataba de un grupo de personas que vivían al margen, que no eran reconocidas y que estaban oprimidas. Pero cuando me llegó el turno de intervenir en estas investigaciones, me di cuenta de que había mucho caparazón ideológico muy superficial y que, aunque había fanáticos, como en toda causa, la mayoría actuaba porque obtenían réditos económicos del robo y la venta. de madera y la defensa que recibieron de los grupos armados. Y finalmente, la mayoría de las personas que vivían en el lugar estaban aterradas, asustadas. La vía armada no se puede entender ni justificar.

P. ¿Qué significó el ataque al fiscal Elgueta?

r. Fue complejo, porque en mi opinión fue un giro porque el fiscal había avanzado mucho en su investigación y estaba logrando el objetivo de encerrar al grupo. Y parece que la CAM en ese momento dijo: ‘este es nuestro territorio, y como es nuestro vamos a actuar impidiendo que la autoridad chilena se establezca en el lugar, entonces lo expulsamos por la fuerza’.

P. ¿Hubo ya robos de madera en 2008?

r. Hubo mucho robo de madera. Recuerdo un aserradero móvil, y se estableció que estos individuos trabajaban en base a un grupo que cortaba y sacaba madera, y luego había otro grupo, un anillo, que los protegía. Se movían encapuchados y armados.

P. ¿Había entonces señales de narcotráfico?

r. Nunca lo vi, debió ser más tarde. Lo que vi fue una organización muy bien establecida para robar madera.

P. ¿Cree que fue difícil para las autoridades asumir que hubo robo de madera en medio del reclamo del conflicto?

r. No es que cueste. Todos lo sabían, pero no había voluntad de actuar contra estos grupos porque había simpatías políticas y eso dificultaba actuar. Pero eso se rompió con el ataque a Mario Elgueta, porque un hecho de esas características tiene obligaciones para las autoridades, y el Gobierno demandó bajo la ley antiterrorista.

P. ¿Cómo describiría la ruta P 72 donde fueron asesinados los tres policías el 27 de abril?

r. Es sumamente difícil obtener cualquier tipo de antecedente si no es con la aplicación de herramientas distintas a las destinadas a perseguir un delito común.

P. ¿Le sorprendió el ataque a los tres policías?

r. Lamentablemente no. Es gravísimo, pero han habido muchos hechos anteriores y no son los primeros policías que mueren. Está la tragedia del ingenio Grollmus en Contulmo; Están los controles de vehículos, está el hecho de que un fiscal ha sido emboscado. Es decir, hay un patrón, y ese patrón implica que al impedir que estos individuos se desarrollen sin ningún tipo de control, resulta sumamente rentable operar en la zona hasta ahora. No sólo desde el punto de vista económico, sino porque la impunidad está asegurada. Por eso ya no tenemos sólo a la CAM, que está muy debilitada y golpeada, sino que hay otros grupos que, aprovechando las circunstancias, como los que quedaron atrás o personas que tal vez no tengan ningún vínculo con la reivindicación del conflicto , aprovecha el vacío.

P. ¿Qué es ese vacío?

r. La ausencia del Estado de derecho y el complejo para aplicar la fuerza pública. Hoy estamos hablando de un contexto donde hay un estado de excepción constitucional, ya que existen fuerzas armadas. Pero si carecen de un apoyo político decisivo para poder actuar, es evidente que se trata de medidas más simbólicas, sin perjuicio de que se hayan logrado resultados en términos de reducción del número de hechos punibles. Pero no es suficiente.

P. ¿Qué efecto ha traído esta situación?

r. Les permite a estos grupos ejercer control territorial, y hay cientos de personas que se han visto obligadas a desplazarse, a abandonar ese lugar. Esto es una violación a los derechos humanos, tomando en consideración que existen grupos organizados que pueden actuar con impunidad y tener, hasta cierto punto, control sobre el territorio. tengo casos [como abogado privado] en el que dos adultos mayores, uno de ellos con Parkinson, fueron obligados a salir en pijama y de rodillas, a orillas del lago Lanalhue, y un sujeto encapuchado, con un rifle, los obligó a presenciar cómo quemaban su casa. . Son profesores, no son grandes forestales. Y lamentablemente esto no es excepcional. Se supone que uno tiene una tendencia política, pero cuando uno ve que eso escapa a la racionalidad y al sentido común, ya no es de izquierdas ni de derechas, sino de respetar la dignidad humana y entender que hay gente sufriendo desde hace mucho tiempo. tiempo.

P. ¿A qué atribuye que hoy, como dijo el fiscal Valencia, existan diferentes organizaciones en la zona?

r. Hoy puede haber otro tipo de organizaciones, diferentes, paralelas o que operan al lado o en conjunto, pero que aprovechan la falta del Estado de derecho. Esto es consecuencia de haber abandonado ese lugar. Investigar delitos en zonas rurales es complejo, totalmente diferente a hacerlo en zonas urbanas. Los signos desaparecen más fácilmente; los testigos tienen mayor exposición a los espacios donde viven; La aplicación de la tecnología es más difícil y los sujetos que operan en estos lugares conocen muy bien el territorio, algo que muchas veces no ocurre con los funcionarios que intervienen en este tipo de investigaciones.

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