Después de 14 años, equipo de odontología de la UNRN debe abandonar el programa

Si todo fuera cuestión de números se podría resumir así: 8 lugares visitados, 6 viajes a cada uno de ellos desde 2010, 865 pacientes atendidos, 100 prótesis instaladas, 20.900 kilómetros recorridos en todo este tiempo, 20 docentes de la Facultad de Odontología de la Universidad de Río Negro y 200 estudiantess de la carrera comprometidos con la “Lic. Perla Brevi. Otro programa en boca de todos”, que comenzó hace catorce años.

Pero no es sólo una cuestión de números. Y entonces, la imagen podría ser la que cuenta Pedro Muzevic, uno de los profesores y responsables del programa de extensión de la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), quien este fin de semana realizó su último viaje, este volver a El Cuy, porque el presupuesto no da para más.

La imagen es así: “Fui de viaje por primera vez con este programa de extensión en el año 2016, a Aguada Guzmán. Me tocó seguir como profesora a Valentina, una alumna que en ese momento cursaba tercer año de universidad y que ya había realizado otros viajes. El estudiante había iniciado la atención con José, un campesino muy introvertido y muy tierno. Pero en este viaje en particular tuvo que conseguir una prótesis y como ella estaba en tercer año, la prótesis no era de su competencia. Luego, la escucho decirle a una colega que le avise cuando le entreguen la prótesis a José porque quería estar presente y saludarlo. Ella se preocupaba no sólo por su trabajo sino por la rehabilitación total de José. Cuando se lo dijeron, ella bajó. Y allí estaba José, saludándonos a todos. Nos dijo a todos que no podía creer que le iban a sacar dientes nuevos en la escuela. Para ellos la escuela es el centro de todo, el centro social. Todos nos emocionamos junto con él. Y entonces, veo que Valentina sale llorando y la sigo para decirle que no se preocupe, que estábamos todos emocionados. Ese momento fue crucial para mí. Allí vi el verdadero valor de la extensión, la práctica situada, lo rica que es para los estudiantes y para nosotros, docentes y profesionales. Por eso me enamoré de este programa y nunca me lo he perdido desde ese día. Esa imagen de José y Valentina fue muy fuerte para mí. Me enamoré de ese evento. Me dije: aquí es donde tienes que estar. Esta es la universidad viva y lo que produce la universidad pública. Ahora, la situación nos obliga a parar”se lamenta Pedro Muzevic.

Pedro Muzevic con parte del equipo, en El Cuy.

Este proyecto de extensión universitaria tomó catorce años, muchos kilómetros y, sobre todo, mucha voluntad y lealtad. El germen nació en 2010, cuando los dentistas y profesores Víctor Brion, Mónica Zanchin y Perla Brevi se subieron a una camioneta con un estudiante del programa de la UNRN y partieron hacia la línea sur sin sospechar que estaban abriendo un camino de ida y vuelta que conectar cada vez a más personas y más lugares. Ese proyecto tuvo un apoyo fundamental en 2015: la primera clínica móvil, que les permitió hasta el pasado fin de semana brindar atención con todos los lujos. La oficina móvil es el orgullo de todos: cuenta con dos espacios con rayos X, tornos e incluso equipos de frío/calor, y viaja con ellos a cada uno de esos destinos.

Además de los profesores, el equipo de odontología es un grupo formado por estudiantes –la mayoría cuatro meses después de graduarse– y asistentes. Una media de veinticuatro personas en total.
Desde su inicio han pasado fines de semana en Aguada Guzmán, Lipetren Chico y Grande, Río Chico, Colan Conhue, Prahuaniyeu, y han realizado más de diez viajes a El Cuy, donde una vez anunciaron la fecha en que estarían, llegaron pacientes desde Naupa. Huen, Cerro Policía, Aguada Guzmán, Mencué y Blancura Centro. El lugar donde atendieron fue el Hospital El Cuy, que, inaugurado hace muy poco, tenía habilitado un consultorio odontológico, pero no contaba con un especialista.


Detalles que marcan la diferencia


Hay personas en el equipo que han ido a todos los destinos y que nunca abandonaron este tipo de cruzada para llevar la salud bucal a lugares donde no hay atención.

Son fines de semana dedicados a servir, aprender, conocer rincones de la provincia donde no hay dentistas, y su gente, que en muchos casos nunca había visto a un dentista en su vida.

Para participar, todo el equipo se reunió a las 6 de la mañana en Allen y un poco más tarde en la rotonda de Roca (sobre Ruta 6) y, cuando todos estuvieron allí, se subieron a una camioneta, o a las camionetas particulares de los docentes. y partieron hacia su destino. En todos los casos fueron viajes de aprendizaje, y no fueron cómodos, aunque todos se lo pasaron bien. Trajeron un poco de comida, cargaron sus sacos de dormir y al llegar se instalaron donde gentilmente les dispusieron quienes los recibieron: unas veces fue en escuelas de acogida, otras en las aulas de una escuela.

Además, tuvieron que desmontar todo el equipo odontológico, preparar los salones o consultorios que había en el lugar, ponerse la gorra, la mascarilla y el ambón y comenzar la jornada para atender a los pacientes que ya habían sido advertidos y a los que quien cayó inesperadamente con algo de dolor. .

Alejandra Zambrana, quien trabaja en el Hospital Escuela de Odontología Allen de la UNRN y es encargada del área de bioseguridad, no faltó a un viaje, y fue una de las entusiastas que recomendó a los estudiantes que no dejen de ir: “ellos siempre me Diles a los niños: No se lo pierdan porque lo que aprenden aquí no lo pueden aprender en ningún lado”.

Los sábados trabajaban sin parar. Desde las 14 horas, cuando ya estaba todo montado, hasta las 21 horas, atendieron entre 40 y 60 pacientes. Los domingos partían muy temprano, a la misma hora, antes de desmontar todo lo que habían montado para regresar a sus casas.
Cuando llegaban a los lugares más apartados y se alojaban en los colegios albergue, recién iniciaban el regreso el lunes, para rentabilizar el viaje.
De nuevo los números, con un ejemplo: antes de que el equipo de odontología de la UNRN comenzara a ir, por ejemplo a El Cuy, en 2021, a razón de un fin de semana cada dos meses, se hacían 150 consultas por emergencias odontológicas por día. año en el Hospital de esa localidad rionegrina. En 2023 habían caído a 25.
Reducir las visitas de 150 a 25 implica también menos antibióticos, que muchas veces se dan porque es lo único que se puede hacer.

Para el Hospital El Cuy estas visitas también representaron otra ventaja. Antes de que el equipo los visitara cada dos meses, debían gestionar turnos y acompañar a los pacientes a Roca para su atención, lo que requería un total de ocho horas.

Carolina Alcázar participó del programa casi desde el principio. Lo inició como estudiante y ahora, hasta este fin de semana, formó parte del programa como docente.
“Siento angustia, rabia. Estuvimos muy tristes toda la semana anterior al viaje porque estábamos planificando el que iba a ser nuestro último viaje, sin saber cuándo íbamos a regresar, priorizando dejar a las personas lo más cuidadas y cómodas posibles, con la idea de resolver emergencias y explicándoles a los estudiantes que el programa se cortaría hasta nuevo aviso. La verdad es que este es un programa que lleva muchos años funcionando, que ha recorrido muchos lugares, que ha generado un impacto muy positivo tanto en las comunidades como en los estudiantes del programa, y ​​en los docentes. Es un programa que funciona. La necesidad de atención dental en la Línea Sur es increíble. y nosotros, desde nuestro aporte, intentamos llegar a la comunidad, y que los estudiantes lleguen a ella. Ponerle fin por falta de fondos es muy triste. Todo este trabajo se hace por fuerza de voluntad, es ad honorem por parte de los docentes, se debe al esfuerzo que le ponen los estudiantes, todo eso es lo que sustenta este programa. “Esta es la primera vez que nos pasa: tener que detener un programa porque no hay más dinero”. dice Carolina, ya egresada del programa y defensora del programa.

Carolina pone otro ejemplo: “en este último viaje habíamos empezado una prótesis que aún falta. Con nosotros viaja un protésico dental que nos echa una mano enorme y como no tenemos fecha de regreso a El Cuy, tanto el técnico como uno de los docentes se ofrecieron a coordinar con la enfermera y el paciente, quien vive en Cerro Policía, para viajar y poder colocar la prótesis. Esto demuestra la voluntad de la comunidad, la enfermera y los profesores de encontrar una solución a esto.“, dice.

Para quienes idearon este programa, ese tipo de compromiso y enseñanza es la mejor recompensa. Eso, y saber que hay estudiantes que fueron a estudiar odontología desde Los Menucos, o Maquinchao, y que hoy están en sus pueblos, asistiendo. “Que haya una Universidad en nuestra provincia, que venga gente del interior de la provincia a estudiar Allen y luego regresar a sus lugares es fundamental. Creemos que se estudia de otra manera, se aprende de otra manera y siendo de ese lugar le dan otro apoyo a la gente”, dijo Zanchín a este diario sobre el viaje que se realizó el año pasado, también a El Cuy.

Para la mayoría de los docentes que forman parte de él, el programa de extensión fue una manera no sólo de hacer pasantías –pueden hacerlas en el Allen Teaching Hospital– sino de realizarlas en rincones alejados de la comodidad de las ciudades y oficinas, conociendo la La realidad de la provincia y sus habitantes, sus costumbres, sus formas de afrontar el dolor. Para la mayoría de los estudiantes que participaron también. En un vídeo que Pedro Muzevic grabó durante el viaje de regreso, Ingrid, estudiante de último año, lo resume así: “Este programa es una inversión, nos capacita, nos da calidad de atención. Nos brinda un contexto sociocultural que muchas veces en el día a día, en el ajetreo, olvidamos lo importante que es para las personas que no pueden acceder a él brindar una atención de calidad. Más allá de la práctica odontológica, el amor, el cuidado por ellos. No vamos a mantener el tiempo en la práctica. Vamos porque lo sentimos, porque nos apetece, porque nos gusta. Es una inversión”.

 
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