Bienvenidos al Palacio de la Memoria – Periódico Invasor – .

Como el método lugares De retención y memorización, esta exposición personal brilla por su dominio técnico y eficacia.

A los veinte años, José Hernández Yanes pudo realizar su ejercicio final con el que obtuvo los 100 puntos necesarios para terminar el nivel intermedio en Artes Plásticas, en la Academia Vicentina de la Torre, en Camagüey.

Y este muestrario, que cierra una etapa de preparación y estudio, es ahora una exposición personal que podrá visitarse, durante todo el mes de abril y parte de mayo, en la galería Raúl Martínez del Consejo de las Artes Plásticas en Ciego de Ávila.

Quizás no lo conozcas, a pesar de que se mantiene informado de casi todo lo que sucede en las artes visuales de la Ciudad de Portals. Pero resulta que, incluso en este mundo de artistas del pincel y del tallado en madera, José Hernández apenas es conocido.

“Estoy casi todo el tiempo en la escuela y cuando estoy en Ciego de Ávila vivo encerrada en mi mundo. Apenas me interesa tener vida social”, confiesa.

Y aunque parezca contradictorio, palacio de la memoriaque así se llama la exposición personal, reúne obras de diferentes estilos y con dimensiones tan disímiles que cuesta creer que sean del mismo artista.

Parece estar enfocado a complacer a muchos, porque juega con nuestro mundo emocional y nuestro intelecto. Tiene una técnica depurada, buena mano para el equilibrio y los golpes. Buen concepto de diseño, donde cada espacio gana al no decir nada, y es elocuente incluso con el blanco del cartón.

Es como un verdadero palacio erigido para perpetuar elementos de uso común y convertirlos en obras inmortales. Como pequeños cuadros de la cubanía que, sin quererlo, nos distinguen y, al mismo tiempo, nos hacen identificar con ellos.

Así vemos en la pared un abrigo verde con la palabra Pa-pá, que tanto me abrumó; una cafetera criolla, del sello Moka, de 1933; un despertador de cuerda, como el que se usaba en el siglo pasado; una cámara fotográfica que ha resistido el paso del tiempo, como un aleph; un tarrito de metal como en los que mi abuela preparaba sambumbia para el desayuno.

Un abrigo verde en la pared, la instalación con toda la carga semántica para captar la atención

Es propio de la edad, muchos pensarían, jugar con el conocimiento por curiosidad, pero lo cierto es que este pintor tiene una madurez desbordante y que no podrás parar de aplaudir. Porque también sorprende oírle hablar, pasar de una sala a otra, explicarse y guiar a los espectadores; Todo es una señal de conocimiento y reconocimiento del propio potencial.

Es inteligencia interpersonal. Es autoconocimiento. Es dominio de los gestos, de las palabras, de la conducción de las ideas para alcanzar un único objetivo.

No por casualidad fue discípulo de Plinio y de la inquieta Mayslett Sánchez, quienes lo han visto crecer como el mismo palacio que hoy exhibe.

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Cuando habla de Fina García Marrúz, Eliseo Diego; de Lorenzo Linares Duque (1953-2023), “el pintor camagüeyano que más me ha influido y dejado una huella imborrable en mi obra”, que tanto le ha aportado como pintor, y otras cuestiones inteligentes, le parecerá maravilloso que a los veinte años ya tiene tanta profundidad intelectual.

Y jugar con todo esto, para que la obra en sí no contenga sólo imágenes y significados, es genial.

Por ello encontramos los anagramas como elementos provocadores a la praxis, algunos juegos de palabras o de lenguaje. dejarescritura inversa e incluso citas de poemas de Fina García Marruz.

El anagrama como elemento provocador de la praxis

Todo unido para que el espectador se sienta en armonía en este monumento a la memoria y haga una regresión a los tiempos en los que fue más feliz, o menos infeliz.

Esa es la esencia del “palacio de la memoria” como ejercicio de memorización y retención, también conocido como método lugaresDel latín “loci”, que significa “de los lugares”.

Es como un verdadero palacio erigido para perpetuar elementos de uso común.

Se trata de crear un entorno conocido, como una cámara o un palacio, donde cada elemento del mismo ayude a retener lo que no se quiere perder o recuperar lo que ya se ha perdido.

Es un viaje mental donde la memoria a largo plazo será revisada hasta niveles insospechados.

Y es la crítica mordaz a todo lo que permanece estático, sin razón para que así sea.

Es como el hilo de Ariadna, para llegar al final del laberinto.

No es moderno, ya lo usaban los griegos. Pero es muy funcional y todavía se utiliza hoy en día en terapias regresivas y de autoayuda.

Y José Hernández, el chico que solo tiene 20 años, aprovecha esto para armar esta exhibición que tiene todas las de ganar para lograr su objetivo.

Les aseguro que algo se recuperará de aquella época en la que había más humanidad que mostrar y el cubano era un alumno destacado en hospitalidad y compañerismo.

Eso y mucho más se puede encontrar en estas 13 piezas de muy diferentes dimensiones, que van desde los 2×1,50 metros hasta los 30×35 centímetros. Tela o cartón. Soporte de madera o lona. No importa la superficie o la amalgama que se logra dibujando con pintura, y pintando en el dibujo. Óleo y acrílico. Porque todo vale para el palacio de la memoria seducir y hacer entrar en él a la gente, sedienta de pasado.

¿Quién no ha muerto, alguna vez, por el deseo insatisfecho de volver por un segundo al momento más feliz de su vida? ¿Quién no ha soñado con recuperar el tiempo perdido y volver a decir palabras bonitas en los oídos más interesantes del mundo?

Aunque José no pretende responder a estas preguntas, sí parece que quiere motivar la búsqueda de esas respuestas. Por eso, tantos espectadores han acudido a ver la inauguración, y la gran mayoría, arrastrados por su propia magia, con toda intención, como parte de su familia natural.

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