En Mendoza existe un instituto de rehabilitación que cuenta con dos departamentos de robótica únicos en Sudamérica. Sí, tal como suena. Se trata de la clínica San Andrés, institución que se convirtió en referente nacional por sus metodologías de trabajo de vanguardia que combinan el uso de la tecnología con la medicina.
Desde hace algún tiempo, la fusión de la robótica Con las técnicas de salud viene produciendo avances y logros más que significativos en la recuperación de afecciones complejas. Y, contrariamente a lo que muchas veces se supone, no es necesario recorrer demasiados kilómetros para encontrar tecnología de punta en la región cuyana. En los últimos años, la clínica San Andrés comenzó a posicionarse como uno de los centros de rehabilitación más importante para pacientes con enfermedades graves. A través de un seguimiento personalizado que se desarrolla en función de la patología que presenta cada paciente y sin utilizar técnicas estandarizadas, el centro busca adaptar cada tratamiento a las necesidades específicas de cada persona.
“La diferencia que existe entre nuestros tratamientos y lo que se realiza en el resto de las instituciones es que prácticamente tenemos un hospital de rrehabilitaciónes decir, es una institución que tiene toda su estructura física para llevar a cabo esta acción, contamos con 36 camas hospitalarias para atender a pacientes con accidentes cerebrovasculares, traumatismo craneoencefálico severo, pacientes en estado de vigilia sin respuesta o en estado vegetativo, pacientes con Parkinson, con esclerosis múltiple, esclerosis lateral amiotrófica”, dijo MDZ Dr. Eduardo Buffagni, fundador de la clínica.
Según Buffagni, el uso de robótica Ha permitido acelerar los tiempos de recuperación de los pacientes. “Lo que hace es acelerar mucho los tiempos porque es un tratamiento intensivo. Por ejemplo, en el exoesqueleto para caminar, el paciente puede caminar 1,5 kilómetros, imagínese cuántos terapeutas se necesitarían para que un paciente camine 1,5 kilómetros”, dice el médico.
El debate sobre si el avance de la tecnología acabará sustituyendo el trabajo humano no es nuevo. Sin embargo, para el fundador de la clínica, los robots nunca podrán reemplazarnos. “Nuestro trabajo como profesionales, el contacto humano con el paciente, la rehabilitación a la familia, porque tenemos un departamento de familia a quien capacitamos para que nos ayuden en la labor de rehabilitación porque los hacemos partícipes de ella, no se puede reemplazar”, señala.
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En resumen: la tecnología médica está aquí para ser instalada. De hecho, ya existen camas de cuidados intensivos robóticas que permiten desplazarse a un paciente conectado a un respirador. En la clínica de Mendoza, por ejemplo, recuperaron a más de 120 pacientes que durante la pandemia de Covid-19 fueron destetados de la ventilación mecánica mediante movimientos fisiológicos de alta intensidad. “La velocidad de recuperación de los pacientes con este tipo de tratamiento es notable en comparación con la fisioterapia convencional. La fundación cuenta con dos departamentos de robótica únicos en Sudamérica, lo que contribuye a ofrecer un trato diferenciado. El enfoque del centro es transdisciplinario, con el objetivo de reducir los déficits sensoriales, cognitivos y motores de los pacientes para lograr una recuperación funcional con un mínimo de discapacidad residual”, añade Buffagni.
Además de marcar tendencia en sus servicios de salud, la clínica también es un referente para estudiantes de las universidades mendocinas con especialidades en fisiatría, kinesiología neurológica y neuropsicología, que habitualmente realizan sus prácticas en la institución, convirtiéndola también en un polo científico para del que los mendocinos pueden estar orgullosos.
