La víctima que no fue reparada por un desastre natural

Cuatro personas murieron y 14 resultaron heridas; Cinco vehículos quedaron sepultados. La “falta de pruebas” precipitó la derrota judicial. ¿El Estado tiene responsabilidad? Aquí te lo contamos.

Diario del Huila, Investigación

CARLOS ANDRÉS PÉREZ TRUJILLO

Luego de 10 años de la tragedia de Campo Hermoso Alto (zona rural de Suaza), donde Diego Armando Mejía Rocha quedó sepultado por un deslizamiento de tierra, el Tribunal Contencioso Administrativo del Huila falló negando todas las pretensiones de la demanda.

Los dolientes solicitaron al Invías (Instituto Nacional de Vialidad), entre otras cosas, una indemnización por daños materiales y morales que superaron la suma de $200 millones.

Los hechos que respaldaron sus intereses jurídicos estuvieron relacionados con el monumental deslizamiento de tierra ocurrido alrededor de las 6:10 horas del 18 de julio de 2013, en la vía Suaza-Florencia (Caquetá), a la altura del kilómetro 38, donde fallecieron Mejía y tres personas más.

“En cuanto a la atribución de responsabilidad a la demandada, se determinó que no procede, en la medida en que faltan pruebas sobre el conocimiento por parte de la entidad de los hechos generadores de riesgo (mal estado de la vía y alto riesgo o precaución en su tránsito) en el lugar donde ocurrieron los hechos”, dijo el magistrado ponente Miguel Augusto Medina.

¿Fue realmente responsable la Nación (Invías)?

Para la familia, la responsabilidad fue evidente ya que Invías omitió tomar medidas de seguridad en la zona de los hechos, debido a que incumplió con el deber de mantener en óptimas condiciones la vía pública, mantenimiento, señalización y seguridad, previo al conocimiento de las condiciones naturales del terreno y de los constantes desprendimientos de material montañoso.

Para el abogado de la familia, el hecho que provocó la muerte de cuatro personas, entre ellas Mejía Rocha, era previsible para Invías “apoyado en el contrato celebrado por Invías con el Consorcio San Carlos 020. No. 1788 de 7 de noviembre de 20125 para el “mantenimiento y rehabilitación de las vías: ALTAMIRA – ORRAPIHUASI – DEPRESIÓN VERGEL – FLORENCIA ruta 2003 y 2003 A; Pitalito – Garzón, ruta 45 tramo 4504 y variante Garzón ruta 45HL, departamento de Caquetá y Huila”, la cual inició el 13 de diciembre de 2012 y su plazo fue ampliado por 22 meses, por lo tanto, válido para la fecha del siniestro”, destaca el batal. en providencia.

14 personas resultaron heridas en este monumental derrumbe.

Sin embargo, esto no fue suficiente para los magistrados del Tribunal. “Tampoco se puede argumentar que por este desarrollo contractual se haya causado un perjuicio o afectación a los cimientos del monte”, enfatizaron. Por otra parte, indican que de las obligaciones contenidas “en el citado contrato, no puede considerarse seguro que el hecho natural ocurrido el 18 de julio de 2013 fuera previsible para la entidad demandada o contratista, toda vez que las acciones u omisiones concretas fueron no demostrado. que habían provocado el deslizamiento de tierra, o que los responsables del mantenimiento de la vía tenían conocimiento de hechos similares con anterioridad al hecho atribuido”.

De esta manera, los juristas desmantelaron poco a poco los reclamos de la demanda y recordaron que en el caso de deslaves en las vías se debe demostrar la relación causal entre el hecho y la omisión, mientras que siempre habrá responsabilidad por falla del servicio.

Sin embargo, esta decisión podría tener otra cara en el Consejo de Estado en caso de que presenten el recurso de apelación, ya que recientemente (7 de mayo de 2021) se pronunció sobre un hecho similar ocurrido en Piedecuesta (Santander), allí condenó al municipio y la Corporación Autónoma Regional para la Defensa del Altiplano de Bucaramanga, ya que comprobó que hubo omisión en el cumplimiento de las funciones de prevención, atención de desastres y gestión de riesgos.

Si bien uno de los principales motivos para justificar el incumplimiento de sus deberes legales de vigilancia, prevención y control de desastres por parte de los imputados fue el de argumentar que el lugar donde ocurrieron los hechos no era una zona catalogada como de alto riesgo, ante esto, el Consejo de El Estado reiteró que los deberes legales, antes mencionados, no dependen de la clasificación que se haga del área. Por ello, responsabilizó al municipio por todos los daños resultantes de la omisión del Estado en la atención y prevención de desastres.

Lo mismo sucedió en el tramo Campo Hermoso, donde ocurrió el desastre, la ministra de Transporte Cecilia Álvarez dijo en su momento que el sitio no estaba en la lista de puntos críticos: “No habían despertado la más mínima sospecha por parte de los técnicos viales… ahora le voy a pedir a la Unidad de Riesgos y al Secretario General de Presidencia que lo incluyan, porque esto no puede seguir así”. Además, indicó que a los 81.000 millones de pesos que estaban previstos para la ejecución del mantenimiento de la vía a Florencia, se sumarán 15 mil millones más para garantizar las obras que se ameritan en este sector.

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El Tribunal Administrativo del Huila negó todos los reclamos de la familia de la víctima.

El día de los hechos.

Aún se leen testimonios de lo ocurrido el 18 de julio de 2013 a las 6:10 am: “Estábamos enterrados con mi hijo, yo solo gritaba pidiendo ayuda”, dijo José Neira, conductor de un turbo camión, quien quedó atrapado en El deslizamiento de tierra, que cobró la vida de cuatro personas, dejó 14 heridos más y cinco vehículos cubiertos, según el archivo digital de El Nuevo Día.

La inestabilidad del cerro y las constantes lluvias que caían en la zona desde días anteriores, provocaron el desplazamiento de tierra, árboles y piedras, cuando los ocupantes de dos autobuses de las empresas Coomotor y Cootranshuila, un camión Cootransmayo (placa THR- 720 ), una ambulancia y un turbo camión de NPR, esperaban que vecinos de la zona dejaran paso para continuar su ruta hacia Florencia (Caquetá).
El dolor de aquellas palabras aún se siente: “No había camino por un pequeño derrumbe, llegaron paleros a abrir el camino, cuando de un momento a otro empezaron a gritar que venía la avalancha”, dijo Guillermo Gutiérrez, conductor de autobús. de la línea Coomotor Turquesa, placa SZO-901.

El deslizamiento de tierra no dio tiempo a los ocupantes de los vehículos y a unos cinco paleros de la región a abandonar el lugar. “Cuando íbamos a doblar hacia la carretera vino la avalancha, le dijimos a la gente que corriera, pero cuando miramos, los autos ya estaban arrastrados. Dos amigos lograron ser rescatados con vida, otro murió”, dijo Gonzalo González, quien llegó al lugar a las cinco de la mañana con su pala para abrir paso a los vehículos.

En el sector de Campo Hermoso, el Ejército ubicó un puente metálico.

La urgencia manifiesta

Este lamentable hecho provocó que el entonces alcalde de Suaza, Orlando Bohórquez, declarara emergencia manifiesta para ayudar a las personas afectadas.

Ese día, el comandante de la Policía del Huila, coronel Juan Francisco Peláez, y la alcaldesa de Florencia, Susana Portela, acudieron al lugar de la tragedia.
El presidente Bohórquez llamó al Gobierno Nacional a enviar ayuda a la zona.

Organismos de atención de emergencias informaron la confirmación de cuatro víctimas: Ricardo Soriano Rodríguez, Luz Aidé Osorio, Diego Armando Mejía Rocha y Cesar Arias, conductor del bus Coomotor.

Se reportaron las siguientes lesiones: Francisco Javier Roa, Vladimir Muñoz Cortés, Edgar Arcesio Basante Aucu, Carol Dayana Moncayo, Chavela Ortega, Nelson Javier Corrales Viuches, Ana María Aristizabal, Rudy Antonio Rodríguez, Daira Lisbed Moncayo, Santiago José Solano, José Neira Rodríguez, Carlos Reyes, David Cortés , Jaime Quintero Medina.

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