Abandonar la terapia, un corte indeseable pero elegido en tiempos de crisis económica

Abandonar la terapia, un corte indeseable pero elegido en tiempos de crisis económica
Abandonar la terapia, un corte indeseable pero elegido en tiempos de crisis económica

Entre los múltiples efectos de la crisis económica, el recorte de gastos aparece como una estrategia de supervivencia y en la lista de cosas de las que prescindir quedan aquellos bienes y servicios que no se consideran prioritarios. Aunque hoy en día la importancia de la salud mental va en aumento, abandonar la terapia sigue siendo una de las primeras opciones a la hora de adaptarse.

Con el paso de la inflación, el valor de una consulta psicológica aumentó hasta hoy llega a los nueve mil pesos según el valor mínimo sugerido por el Colegio de Psicólogos de la Provincia de Córdoba. Hay profesionales que cobran más, con un promedio que ronda los 15 mil pesos por sesión. A razón de una sesión por semana, el coste mensual para una persona sería de 36.000 dólares, siendo el valor ético mínimo una cantidad inalcanzable para el trabajador medio.

“Hay un doble tema, por un lado hay una mayor demanda por los efectos de la crisis socioeconómica en la subjetividad y al mismo tiempo hay menos accesibilidad, más dificultades para acceder a los beneficios”, indicaron a La voz Fuentes universitarias.

Desde la entidad aseguraron que a pesar de no tener estadísticas precisas, las consultas para atención a través de obras sociales aumentaron y muchos pacientes que ya no pueden pagar la tarifa privada piden el pase.

“Con esta situación se afecta la posibilidad de darle continuidad a los tratamientos y como forma de sostenerlos también vemos a mucha gente ampliando la frecuencia de las sesiones”, comentaron.

El fenómeno también se nota en los consultorios privados, donde los especialistas indican que los pacientes sitúan el aspecto económico como el principal obstáculo para iniciar o mantener tratamientos.

“He visto que la demanda disminuyó más del 50% en mi consultorio, en la clínica privada donde trabajo, y a mis compañeros también les pasa. Muchos han suspendido no solo la terapia sino también sus medicamentos psicofarmacológicos por el costo”, dijo a este medio Mariana Marengo, licenciada en psicología y posgrado del Hospital Neuropsiquiátrico Provincial.

Según él, en el caso de someterse a un tratamiento psicológico y psiquiátrico, la mayoría prioriza lo segundo y eso ha provocado un aumento de la demanda en ese ámbito. “El paciente elige el medicamento que cubre rápidamente el síntoma pero llega un momento en que eso no tiene efecto y debe regresar porque son tratamientos complementarios”, anotó.

El profesional también mencionó la precaria situación en la que se encuentran los trabajadores de la salud, que en muchos casos los lleva a dejar de colaborar con obras sociales que retrasan o no realizan los pagos e incluso ofrecen terapia. en líneaporque no pueden afrontar los costos de alquilar una oficina.

Otra situación que se advierte es que una mayor conciencia de la necesidad de ayuda profesional aumenta la iniciativa de consultar o retomar el tratamiento pero que luego no se materializa porque el paciente indica que no tiene recursos para pagar los honorarios.

“En otros casos consultan sobre la posibilidad de asistir sólo una vez al mes, modalidad que no es efectiva ni siquiera posible en todos los casos. También empieza a pasar que hacen la primera sesión de manera privada y no continúan”, dijo La voz la licenciada en psicología Cecilia Taburet.

En ese sentido, la psicóloga Constanza Pereyra Esquivel afirmó que a pesar del lugar importante que hoy ocupa la atención de la salud mental, acudir a un psicólogo no suele ser una prioridad. “Acceder a la salud mental es más que un derecho, se convierte en una excepción o un privilegio”, interpretó.

Los efectos a corto plazo

Abandonar bruscamente la terapia o espaciar la frecuencia de las sesiones puede tener consecuencias impredecibles que dependen del historial médico y del estado del paciente. En algunos casos los efectos pueden ser leves, pero en otros devastadores.

“Los adictos, psicóticos, pacientes con ansiedad o depresión severa no pueden jugar con el tiempo y reducir la frecuencia de las sesiones porque durante ese período experimentan un brote, son hospitalizados o tienen intentos de suicidio”, afirmó Marengo.

En el caso del abandono total, el especialista aseguró que puede derivar en recaídas y la intensificación de cualquier síntoma que presente la persona porque ya no tiene un espacio para profundizar en lo que le está pasando.

Por su parte, Pereyra Esquivel comentó que el proceso desde que una persona registra la necesidad de iniciar un tratamiento hasta la primera entrevista es muy significativo y requiere superar resistencias y miedos. “Por eso interrumpir este confinamiento puede generar frustración, impotencia y desesperanza mientras, a su vez, el malestar y los síntomas aumentan y se cronifican”, afirmó.

Belén tiene 26 años y dialoga con La voz Dijo que aunque siempre consideró la terapia como algo necesario y no un gasto, recientemente decidió espaciar las sesiones para poder costearlas. “Hoy voy cada 15 días no porque quiera sino por una cuestión económica. Otra cosa que hago a veces es pagar una sesión a final de mes a principios del siguiente”, explicó.

Muchos pacientes optan por aumentar la frecuencia de las sesiones y así poder mantener los tratamientos. (Pexels)

“Son parte de las decisiones que uno tiene que tomar para adaptarse, pero me angustia no poder ir cuando corresponde porque no es una actividad extraescolar ni una distracción, sino que es una herramienta para la vida. Tener que negociar eso te crea dificultades”, añadió.

Para Pablo suspender el tratamiento no significó gran daño ya que coincidió con una necesidad personal de suspender la terapia. “No me servía en ese momento, las cosas que había buscado originalmente se habían acabado y necesitaba un poco de aire”, describió.

Aunque asegura que en general se siente muy equilibrado, sí reconoce que podría hablar con un profesional sobre algunos temas concretos. “Pero todavía no tengo la iniciativa de gastar en un psicólogo porque tengo otros gastos corrientes que consumen gran parte de mi salario”, afirmó.

“Me lo corté durante unos meses en el verano, pero ahora no puedo volver a ponérmelo. “No puedo permitirme las sesiones, ni siquiera espaciarlas en el tiempo”, afirma Manuela, que empezó la terapia hace un año con precios bastante asequibles y adecuados al bolsillo de una jubilada de 72 años como ella.

“Para mí fue algo que hice por mí, por eso me da tristeza no tener más ese momento para hablar de mis cosas. Espero volver pronto porque me ayudó mucho a sobrellevar la angustia que muchas veces siento todos los días”, lamentó.

las alternativas

Ante la falta de apoyo psicológico, los entrevistados describieron cómo de alguna manera “compensan” esta falta y qué estrategias les ayudan a mantenerse mentalmente sanos.

Hace años encontré en el deporte, principalmente en correr, la manera de aclarar mi cabeza. Hablo de algunas cosas con amigos cercanos y eso es un ida y vuelta porque lo hago con amigos que me cuestionan. La música o ver una película también me ayuda a distraerme”, explicó Pablo.

Manuela dijo que a través de un curso gratuito brindado por la Municipalidad de Córdoba encontró herramientas que puede aplicar para sentirse mejor. “Es sobre técnicas de bienestar personal. Me esta sirviendo mucho. Ojalá lo hubiera hecho hace años porque me ayuda a afrontar la vida cotidiana y ver las cosas desde otra perspectiva”, afirmó.

Aplicar los aprendizajes ya adquiridos puede ser otra forma de superar momentos difíciles. “Cuando no puedo ir a terapia y estoy muy molesta, escribir me ayuda mucho. Es una forma de descarga que también me recomendó mi psicóloga. También me enseñó algunos ejercicios para reducir la ansiedad que a veces hago para calmarme”, dijo Belén.

Pero también existen algunas opciones para quienes quieren mantener el tratamiento psicológico pero tienen recursos limitados.

En primer lugar, cabe recordar que según la vigente ley 26.657 de salud mental, los hospitales polivalentes deben tener un área disponible no sólo para admitir pacientes sino también para brindar y garantizar la atención ambulatoria, es decir, debe contar con psicólogos y psiquiatras. para este propósito.

“De facto lo que pasa es que vas, pides cita y te dan una vez al mes. Mis pacientes dicen que sólo hay uno o dos psicólogos en todo el hospital. Es decir, hay opciones pero no están funcionando como deberían”, afirmó Marengo.

Otra opción es la Casa psi del Colegio Provincial de Psicólogos. Está ubicado en Ovidio Lagos 151, en el barrio General Paz, en la ciudad de Córdoba, y el lugar funciona como un espacio de asistencia psicológica para todas las personas que no cuentan con cobertura médica.

“Allí pueden acceder a un beneficio a valor institucional, pagando un 30% menos que el mínimo de referencia. Las consultas por esto han aumentado bastante en los últimos meses”, explicaron desde la institución.

Taburet, por su parte, destacó las políticas públicas de salud mental que se han implementado y mencionó como ejemplo representativo la creación de la Subsecretaría de Salud Mental y Adicciones del Municipio de Córdoba.

“Esta área le da un lugar relevante a la formación de equipos interdisciplinarios para abordar los problemas que se presenten. Se están considerando diversas estrategias e instrumentos diferenciales, como dispositivos grupales, acercamiento a la comunidad e instancias de asesoría y articulación con otros sectores”, consideró.

El riesgo de las “terapias alternativas”

Si bien las anteriores son opciones seguras para mantenerse mentalmente sano, no ocurre lo mismo con otras prácticas que hoy gozan de gran popularidad y que por ello pueden ser elegidas para sustituir a la terapia psicológica.

“La gente no sabe que las terapias alternativas no son terapias, son prácticas ilegales. Si quien los realiza es un profesional de la salud mental se considera mala praxis, si quien los realiza no es un profesional ya estamos hablando de un ejercicio ilegal de la psicología”, afirmó Marengo.

Y agregó: “la gente no lo sabe y cree que la terapia está al mismo nivel que las flores de Bach, las entrenamientoél asesoramiento, las constelaciones o la astrología. En todo esto hay una cuestión de oscurantismo medieval, una búsqueda de soluciones mágicas en la que caen muchas personas desesperadas.

Aunque los efectos pueden ser inofensivos para pacientes estables, el psicólogo advierte que puede resultar devastador para la subjetividad de quienes son mentalmente frágiles. “Estas prácticas pueden provocar desequilibrios, brotes psicóticos, intentos de suicidio, depresión e incluso hospitalizaciones o ataques de pánico”, afirmó.

Por su parte, Taburet afirmó que las personas que sufren muchas veces sienten la necesidad urgente de sentirse mejor en el corto plazo y por eso recurren a recetas mágicas o a resultados rápidos en una sola sesión.

“Otras veces buscan información en fuentes no oficiales, produciendo desinformación y generalizando malestar, o consultan en espacios de pseudociencia, obteniendo, en la mayoría de los casos, intervenciones contraproducentes”, afirmó.

Pereyra Esquivel aseguró que el principal efecto negativo de estas prácticas resulta en que el paciente no inicia un tratamiento calificado, adecuado y oportuno a su singular situación. “Esto puede incrementar los síntomas, o incluso cronificarlos, impactando las diferentes esferas de tu vida”, concluyó.

 
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