La comunidad de Boyacá que quedó dividida por la explotación minera en un río

La comunidad de Boyacá que quedó dividida por la explotación minera en un río
La comunidad de Boyacá que quedó dividida por la explotación minera en un río

Entre los municipios de Somondoco y Sutatenza, en Boyacá, se realiza explotación minera desde hace 20 años.

Foto cortesía

El 22 de marzo, más de 200 personas se reunieron en el municipio de Somondoco, en Boyacá, para discutir lo que está pasando con el río Súnuba, que se encuentra entre ese lugar y Sutatenza. Quisieron dejar claro a la Defensoría del Pueblo y a la Procuraduría General de la República que no están de acuerdo con lo que está pasando con la minería en su territorio.

Allí se realiza minería desde hace 20 años, pero en 2015 llegó una empresa llamada Gravimax SA, luego de que Minercol LTDA le otorgara la licencia ambiental número LA 19-00. La había obtenido en 2001 para operar en 68,88 hectáreas entre Sutatenza y Somondoco hasta 2031. Ahora, Gravimax SA solicita una nueva licencia ambiental para explotar otra porción cercana al río, entre la vereda Piedra Larga, en Sutatenza, y la vereda Caños, en Somondoco. Esta solicitud, por ahora, tiene un avance del 70%, según confirmó Corpochivor, la autoridad ambiental de Boyacá, para El espectador.

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Pero los integrantes de Defensores del Río Súnuba están descontentos con lo que está sucediendo. Dicen que desde que llegó la empresa en 2015, el cauce del río ha cambiado; que algunas casas a orillas del caudal se han agrietado recientemente y corren peligro de deslizamientos de tierra; y que el ruido de la maquinaria interrumpe sus actividades diarias. La empresa, por su parte, defiende ante los entes de control que cumple “plenamente” toda la normativa y que todos sus documentos están “actualizados y en orden”.

El debate medioambiental

Para explicarlo de manera sencilla, Gravimax SA, con quien intentamos comunicarnos el día de la reunión el 22 de marzo y días después vía correo electrónico, pero no obtuvimos respuesta, se dedica a extraer material en porciones de terreno cercanas. el río para luego transformarlo en diversos productos, “desde materia prima hasta componentes esenciales para obra civil y hormigón”, como explican en su web. Para ello utilizan una planta trituradora que comenzó a funcionar en 2016, cuyo ruido, según los integrantes de Defensores del Río Súnuba, es “insoportable”, pues aseguran que comienza a las 5 de la mañana y se prolonga hasta las 11 de la mañana. noche. , de domingo a domingo y festivos.

Óscar*, uno de los habitantes de la comunidad presente en la citada reunión, y que prefirió reservar su identidad, dice que, por las condiciones geográficas de la región, “se puede escuchar de todo: desde el funcionamiento de la planta, hasta transporte. de los volquetes y retroexcavadoras que mueven el material”. Al respecto, Corpochivor, autoridad ambiental del sureste de Boyacá, dijo El espectador que Gravimax no contemplaba “restricciones en cuanto a horas de operación” ni “límite de decibeles para el funcionamiento de la trituradora y otros elementos que forman parte de la ejecución del proyecto”.

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La comunidad tiene otras preocupaciones más allá del ruido. Patricia*, que ha vivido toda su vida a orillas del Súnuba, explica que, hace diez años, ella y su familia pescaban en la cuenca, pero hoy su caudal ha disminuido, dejando grandes piedras visibles. “El río incluso tenía una especie de playas donde se podía nadar”, recuerda.

En una Acción Popular interpuesta por la Defensoría del Pueblo de Sutatenza ante el Juez Administrativo del Circuito de Boyacá durante 2019, los habitantes dejaron claro sus “peros”: escribieron que el agua del río Súnuba no puede ser utilizada para riego humano, animal o de cultivos. debido a su “suciedad y sedimentación”. Además, agregaron que sería un incumplimiento lo dispuesto en la licencia ambiental otorgada a Gravimax -a la que tuvieron acceso mediante un derecho de petición a Corpochivor-, en aspectos como la profundidad máxima a la que se puede extraer y la distancia. . respecto de la costa en la que se pueden ubicar las dragas.

Sin embargo, esta acción popular, donde se describieron todas estas inconformidades que tiene la comunidad respecto a la explotación, fue rechazada por el Juez Administrativo del Circuito de Boyacá. Respecto a otras críticas que tiene la organización, como que la explotación minera ha provocado deslizamientos o desplazamientos de tierras, Corpochivor es clara: enfatiza que no se puede afirmar con certeza si estos ocurrieron como consecuencia de la explotación de Gravimax, ya que, como mencionaron en En la reunión del 22 de marzo, “se deben realizar los debidos estudios ambientales para verificarlo”.

El inconveniente es que estos estudios no se han realizado y, por ello, es difícil responder con precisión a las dudas que rodean la explotación minera. De hecho, el 22 de marzo La comunidad solicitó a las autoridades realizar una investigación, independiente de Corpochivor, para verificar si el entorno y las viviendas aledañas al Súnuba están en riesgo o no. En esa misma reunión, los representantes de la empresa también reiteraron, según conocieron El espectador, que “no tenían nada que ocultar”, que toda la documentación estaba en regla y que eso se podía verificar a través de Corpochivor y la ANM.

Los comunitarios también habían enviado otra petición a Corpochivor y a la Agencia Nacional de Minería (ANM) para verificar que Gravimax tuviera su licencia ambiental vigente. La autoridad ambiental respondió afirmativamente. La ANM también detalló que, entre el 18 y 19 de marzo de este año, varios de sus funcionarios recorrieron la zona cercana a la planta trituradora en compañía de integrantes de Corpochivor y Gravimax e incluso manifestaron que, durante esa visita, algunos vecinos dijeron que estaban no afectado por dicha empresa. En palabras de la ANM, “no se presentaron afectaciones sustanciales en la ribera del río, como los deslizamientos de tierra antes mencionados, ruidos constantes o reducción de caudal”.

Sin embargo, los integrantes de Defensores del Río Súnuba aún tienen interrogantes sobre esa visita, ya que no saben con precisión con quiénes hablaron las autoridades. Creen que era necesaria una investigación más profunda.

Que dificil es ponerse de acuerdo

La reunión de finales de marzo tuvo momentos llenos de tensión, pues también hay quienes defienden la actividad porque puede representar “un eventual progreso económico para la región”. Otros manifestaron haber sufrido amenazas y, por ello, prefirieron hablar en el anonimato.

Patricia, por su parte, dice que encuentra triste la fragmentación de la comunidad. “Es una pena”, dice, “porque, por ejemplo, en la última reunión nos dimos cuenta de que personas que conocíamos de toda la vida, con quienes teníamos una relación de buena vecindad y cordialidad, ahora trabajan para la empresa minera, por lo que Lo trato con cierto recelo porque claro, aparentemente estamos en orillas opuestas: nosotros defendemos el río y ellos defienden su trabajo”.

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Por lo pronto, los representantes de la Defensoría del Pueblo y de la Procuraduría General de la República que asistieron a la reunión se comprometieron a varias cosas: en primer lugar, supervisar a los funcionarios de Corpochivor y de la ANM para ese territorio en relación al seguimiento que han hecho a la explotación minera. Y, en segundo lugar, monitorear las afectaciones al ecosistema de las que se queja la comunidad y que han provocado, dicen, que algunas personas hayan tenido que abandonar sus fincas.

Corpochivor, por su parte, se comprometió a realizar una visita de control y seguimiento técnico, análisis documental y procesal de la actividad licenciada, “a fin de determinar el cumplimiento de su Plan de Manejo Ambiental en el marco de la normativa vigente”. Posteriormente se espera la publicación de un informe detallado que especifique los impactos y condiciones del sitio debido a las actividades de explotación.

*Nombres reservados a petición de la fuente.

 
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