El contraataque de las prepagas, la primera bandera que baja Milei y el factor Belocopitt

El contraataque de las prepagas, la primera bandera que baja Milei y el factor Belocopitt
El contraataque de las prepagas, la primera bandera que baja Milei y el factor Belocopitt

Aquí surge otro problema: Según supo Ámbito, los camaristas ya intentaban consensuar para sacar adelante un Acuerdo de Cámara en el que iban a definir una fórmula homogénea para dar respuesta a las miles de propuestas judiciales que llegó a esos tribunales. Fue tema de conversación desde el lunes.

Antes del avance del Gobierno, ese acuerdo entre camaristas para un criterio uniforme aún estaba verde, pero la fórmula del IPC mensual podría equilibrar y ordenar la desarticulación de expedientes individuales que concentran las adhesiones en diferentes tribunales y conducen, en algunos casos, a la Cámara propia a través de protecciones sanitarias. Otro apunte: la denuncia oficial por “colusión” de la CNDC y la sanción impuesta con amparo anticipado debió ser enviada a la Sala Especializada en Defensa de la Competencia, creada por ley y cuyos jueces ya compitieron, pero nunca fueron electos. El Gobierno la animó a recibir el alta antes de lo que debería haber sido su debut.

Casi los argumentos oficiales terminan calcados en la sentencia cautelar del Juzgado Federal N° 2 de Concepción del Uruguay que dio alcance al reclamo de los afiliados y convirtió una decisión de retroceso de cuotas en colectiva.

Para las empresas las devoluciones son “inviables”

Pero las empresas analizan otros argumentos. Consideran “inviable” la devolución a los socios como dejar a crédito lo recaudado en base a la fórmula propuesta por el Ejecutivo del IPC.. Sería el desfinanciamiento del sistema, discutieron en la frenética noche del miércoles. El primer efecto para evitar ser desfinanciado sería tener que cancelar los aumentos a los prestadores (médicos, estudios, etc.), lo que podría traducirse en el abandono del servicio y con la consecuente caída de la calidad para los afiliados.

Las empresas de prepago tienen un argumento entre manos para justificar sus aumentos y defenderse de las acusaciones de cartelización. Todas las cartas de aumento a afiliados de diciembre a la fecha -comenzando por la desregulación- mencionan que “como es de público conocimiento, el Gobierno Nacional ha decretado mediante DNU 70/2023 del 20 de diciembre de 2023 la emergencia sanitaria en el país, posibilitando así recomponer los precios de los planes actuales y así cubrir brechas de costos”. Eso sigue vigente, como el DNU.

Pero hay otras cuestiones igualmente complejas subyacentes. El Gobierno (mirando las encuestas) impuso el peso máximo de su decisión a las prepagas pero no menciona otro sector muy concentrado: los laboratorios. Junto a la desregulación de la medicina prepaga, se produjo un festival de actualizaciones para las farmacéuticas, que ahora siguen sin tope. Un sistema está interrelacionado con el otro. Los descuentos en medicamentos pasaron del 17% al 35%, la tarta del gasto directo de la medicina privada. Esta disposición no permitiría descuentos.

La queja, por un lado, es que no se abordó este punto y el modelo de negocio de cada prepago que puede estar en ambos lados del mostrador (con estructura de sanatorio) o puede ser un “financiador” de proveedores. Allí la ecuación económica financiera es fundamental. Le confiaron a Ámbito que en 60 días podría haber un desajuste que provocaría el colapso del sistema. Y aunque la medida recae sobre las empresas que tienen mayor masa de afiliados, hay muchas empresas que quedaron fuera del paraguas regulatorio. Otra objeción que puede discutirse judicialmente es la falta de igualdad ante la ley que se desprende de la decisión gubernamental.

El Gobierno enfrenta su contradicción más feroz: por un lado, debe defender la vigencia del DNU -la matriz de reformas de Javier Milei que aún está vigente-, pero es precisamente el instrumento que, según las empresas, les permitió hacer lo que querían. hizo. que ahora el Ejecutivo los censura. Traducido, emiten una resolución en lugar de modificar el DNU (porque sería letal para su vigencia) y luego presentan un amparo en el que piden regular algo que ellos mismos pueden hacer.. A los tribunales ya no se les pide que definan los desacuerdos políticos, sino que les deleguen funciones ejecutivas. Retroceder sería –de cara a la sociedad– algo de altísimo costo político.

El factor Belocopitt

Una pastilla. Debe ser el primer caso en el que el Gobierno descubre una cartelización expresada en voz alta hace cuatro meses, de boca del propio Claudio Belocopitt, cuando, naturalmente, anunció que las principales empresas se reunirían para definir el porcentaje de aumento que la entonces marca nuevo DNU, alrededor del 40%. Coincidente o no, todos aumentaron casi por igual. El Gobierno desdeña que este giro sea una respuesta a que ha mirado encuestas en las que el tema de las prepagas ocupa el primer lugar entre el malestar de la castigada clase media. Las empresas médicas no creen que esa sea la verdadera motivación. Una de las más grandes, que cuenta con más de 2 millones de afiliados, admite una pérdida neta de 10.000 afiliados desde que comenzaron los aumentos, un porcentaje ínfimo.

Belocpitt posee Swiss Medical y el 50% de Medicus, cuya adquisición se produjo en 2021 sin mucha publicidad y De repente se ha convertido en el enemigo público del Gobierno, pero también de una parte del Círculo Rojo que colabora en secreto con sus detractores. Viejas peleas. La primera consecuencia es que el resto de integrantes de la UAS utilizaron el perfil bajo como subterfugio para no verse arrastrados a una guerra que, dicen, no les corresponde. Algunos explican la virulencia del ataque en supuestos operativos que el Gobierno atribuye a Belocopitt a propósito de la crisis del dengue e incluso haber fijado, en privado, un plazo para la gobernabilidad de Milei, explicación para haberse acelerado a fondo con los aumentos, mientras duró. En esencia, creen que el lío entre costos y tarifas comenzó con la reglamentación de la Ley de Prepagas en 2011, durante el kirchnerismo. Afirman que la norma, de hecho, los “cartelizó”.

Pero las versiones del furor del Gobierno contra Belocopitt hunden hasta lo más turbio y no niegan haber recurrido a lo que consideran material “archivable” del empresario de más alto perfil del sistema privado de salud. Hablan de cuestiones patrimoniales en el exterior e incluso llegan a revivir un viejo caso de negociaciones incompatibles ligadas a un negocio con el Club Ferroviario del Oeste. Esa es una guerra de Milei que está registrada en otro registro.

 
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