El fraude electrónico no discrimina: cualquiera puede ser víctima potencial, desde una empresa multinacional hasta un ciudadano común y corriente. Es por eso que la piratería informática es siempre un tema que interesa a todos, aunque para corporaciones e instituciones es un tema altamente estratégico, inaplazable e incluso inherente a su carácter operativo.
Esto es especialmente cierto cuando se sopesan datos como los encontrados en una investigación de la empresa de biometría iProov: en 2023, los ataques deepfake, que utilizan tecnología de intercambio de rostros, aumentaron un 704%.
El crecimiento de los delitos informáticos “corre” mientras las transacciones documentales “caminan”. Es decir, el crecimiento virtuoso de este indicador financiero de la economía es superado por un indicador tóxico. La empresa Combat Fraud, CAF, especializada en identidad digital y lucha contra el fraude en Brasil, registró un aumento del 41% en transacciones documentales en 2023, respecto al año anterior. El porcentaje obtenido en la encuesta considera los tres sectores atendidos por esta empresa: servicios financieros, movilidad (transporte urbano y aplicaciones de entrega de alimentos) y comercio electrónico.
En Chile el escenario es similar, y en el contexto inmediato, la nueva Ley Marco de Ciberseguridad incorpora herramientas que ayudan a enfrentar estos delitos, como la creación de la ANCI (Agencia Nacional de Ciberseguridad).
Daniel Molina, vicepresidente de iProov Latinoamérica, explica que “es importante contar con marcos regulatorios que ayuden a penalizar con más fuerza los delitos perpetrados cibernéticamente. Pero también es muy relevante el desarrollo de tecnología que permita materializar mayores barreras de protección en paralelo”.
“En el caso de Chile, tan importante como las nuevas tecnologías es avanzar normativamente y no sólo con la Ley Marco de Ciberseguridad, sino también con la Ley de Protección de Datos Personales, que actualmente se encuentra en trámite en el Congreso y que apunta específicamente a salvaguardar nuestros derechos más importantes. información privada y valiosa, como nuestros datos biométricos, algo clave en el avance que hemos visto en los deepfakes”, apunta el ejecutivo.
¿Y qué son los deepfakes?
Consiste en manipular imágenes, audio y vídeos con fines ilícitos, aplicando inteligencia artificial. Por ejemplo, un ciberatacante toma la imagen de una persona para defraudarla o perjudicar a terceros, incluido el robo de identidad. Su estrategia es simular una realidad con fines delictivos.
Este mecanismo en rápido crecimiento ha motivado a las empresas a preocuparse más por una análisis de riesgos más detallado y sofisticado. Una inversión para afrontarlo siempre tendrá un retorno beneficioso para la empresa, sus clientes y demás actores relacionados.
