De vivir en un rancho a perder medio millón de dólares en un día

De vivir en un rancho a perder medio millón de dólares en un día
De vivir en un rancho a perder medio millón de dólares en un día

Por 15 años, Rubén Rada Dormía con una camiseta blanca. “Era un trapo”, describe. Pero también Era lo único que le quedaba de su madre Carmen.. Pocas cosas, casi nada, se movía en los muchos movimientos que tuvo, pero ese trozo de tela lo mantuvo aferrado al recuerdo por mucho tiempo. Se mudó de casa, de país, de continente. La vida de “El Negro Rada” podría contarse a través de esos movimientos.

Dice que es Patricia, su esposa desde hace 40 años, quien se encarga de preservar los recuerdos familiares en medio de todo el bullicio. “Tienes fotos de mis hijos desde que nacieron hasta hoy, gracias a ella”, dice la uruguaya. Él, en cambio, sólo conserva una foto de su madre que utilizó como portada de su álbum grabado en portugués. Como las noches hacen Río (2021), homenaje a esa mujer que nació en Brasil y dio su vida.

“No tenía fotos mías ni de nadie. Pero una vez encontré esta imagen tirada en el suelo, toda arrugada, y la puse en el disco. Ahora va a todos los movimientos”, reconoce el músico.

Este desapego de las cosas materiales contrasta con la cantidad de información y musicalidad que lleva consigo Rubén Rada, con la pasión con la que habla de su mujer e hijos y de sus grandes amigos y mentores.

A punto de celebrar 80 años En el Estadio Luna Park el 10 de mayo (o casi 81, ya que cumplirá el 16 de julio), Rada se siente como Los Chalchaleros, que extendieron su despedida por años. Pero No está dispuesto a decir adiós sino a celebrar, como lo hizo el año pasado en un gran concierto en Uruguay. Quiere que el evento en Buenos Aires sea un gran encuentro de amigos.

La Rada Negra. Como método para combatir el racismo, decidió llamarse así. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

que pasa con los años

-¿Te gusta celebrar? ¿Prefieres hacer retrospectivas con el número redondo o te da igual?

-Durante muchos años nunca celebré mi cumpleaños. Y en carrera, menos. Pensé que una vez que hicieras eso, te irías. Los grandes celebran 50 años de carrera y mueren. Como si fuera una despedida, ¿no? Pero de todos modos, mi esposa y mis hijos se lanzaron y me lo propusieron. Y, además, estamos haciendo un documental, una película sobre la vida de Rada, sobre la parte familiar más que nada, así que estoy feliz.

-Y una vez convencido, ¿cómo armaste la ruta?

-Mi hijo Matías y yo nos juntamos y empezamos a buscar temas de cada época. Hace unos años hicimos un espectáculo en el Teatro Solís de Montevideo llamado “Parte de la historia”. Ahí ya hice cosas de los grupos que formé: El Kinto, Totem, Opa. Fue un primer borrador. Y ahora volvimos aún más atrás: a SOS, que era “Sonido Original del Sur”, por ejemplo. Ese disco no nos sacaron porque dijeron que era demasiado moderno y, al final, lo vendió un empresario ladrón que se lo llevó a Uruguay y lo regaló. Fue terrible. Hace unos años estuvo nominado a Mejor Álbum de Catálogo en los premios Gardel y perdimos con miguel abuelo.

-Cuéntame algo sobre él. Eran muy cercanos, ¿verdad?

-Éramos amigos que estábamos en el bar La Paz. Recuerdo a Miguel como un gran amigo, un tipo divino, intuitivo, alguien que siempre estaba intentando crear cosas nuevas. Que banda tan divina Los Abuelos, que actualidad también.

Los conocí a todos: correa, a Sandro. Ya Litto NebbiaPor supuesto, el creador del rock nacional. litto fue a la casa Los agitadores buscar botas altas para sus presentaciones con Los Gatos. Litto es fanático de la música uruguaya. Viaja y compra todo lo que hay. Amante de la música total, divina.

Rubén Rada y su tambor, una imagen clásica del músico uruguayo.

-¿Cómo recuerdas aquel Buenos Aires y aquel Montevideo?

-Recorrí mucho Montevideo con el grupo Totem, con El Kinto, con (Eduardo) Mateo. Tocamos música para nosotros mismos. Yo agarraría un disco, se lo mostraría a Hugo Fattoruso, a los mejores músicos del Uruguay. Me gustó que a los músicos les gustara. Todo era muy diferente. La música uruguaya en Argentina, salvo Los Iracundos y Los Shakers, no existía. Aquí aprendimos la profesionalidad de grabar álbumes, el papel del productor. En Uruguay odiábamos al productor, era otra cosa.

-¿Y cómo era tu barrio?

Vivía en un rancho y éramos siete en una habitación.. Mi madre, mi tía que era su gemela, mis primos, hermanos y yo. Era un rancho que llovía horrible, horrible. Pero bueno, estábamos mucho en la calle. Me sentaba en la acera frente a mí con un cuaderno y empezaba a escribir. Nunca tuve el sueño de ser millonario., lo que quería era trabajar, tocar mi música. Era un chico feliz. Según mi mujer, de las flores de Bach soy “agrimonia”, el tipo que quiere que todos sean felices, pero en el fondo es un tipo triste.

-Tu influencia en la formación de tus hijos Lucila, Matías y Julieta, todos músicos, es clara, pero ¿cuál sientes que es su influencia en tu música, en tu carrera?

-Con mis hijos siempre hemos escuchado todo tipo de música. Creo que eso los ayudó o los mató. Y ahora me ayudan a saber qué está pasando con la música nueva, porque todavía escucho Mateoa charlie parkera Milton Nascimentoa Hugo Fattoruso. Y escucho mucha de mi música porque vivo componiendo, no sólo para mí sino para otras personas. Entonces, cuando me presentan nuevos artistas, abro los ojos. Pero si escuchas mis últimos álbumes, tienen muchos, Roca Negra, pop amoroso y ahora Candombe con la ayuda de mis amigos.. Y luego me ayudan mucho en el escenario.

Rubén Rada viajó por el mundo cantando. Y dice que nunca tuvo el sueño de ser millonario. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

Entre el mercado y la necesidad artística

Es sólo que Rada siempre fue extraña para la corriente principal. Osciló entre el deseo de “pegarle” para dejar de contar el mango y su propia necesidad expresiva., que a menudo escapaba a lo que esperaban los medios y la industria. Así también eran sus presentaciones. Como cuando un director dice “acción” y la maquinaria se enciende, “El Negro” subió al escenario activado por su propio fuego

“Mis hijos me ayudaron a convertirme en profesional”, revela. “Me hablaron de escenario, de la importancia de las luces, de las redes. Me tienen corto. No entiendo nada sobre tecnología. Si en casa me cambian el canal que estoy viendo no sé como volver a encenderlo. Ni siquiera sé cómo usar los controles. Empiezo a gritar cuando las cosas no son como quiero. Las fiebres que me dan…”, confiesa.

-Y a nivel personal, ¿cómo cambió tu carrera ser padre?

-Cambió totalmente. Yo era una puerta batiente. O sea, era el típico soltero que sale de noche a discotecas a escuchar música, a escuchar a los amigos. Muy callejero. Estuve por Europa durante años y años tocando, recorriendo Suiza, Austria, por todas partes. Siempre fui un showman, dondequiera que iba hacía espectáculo. Cantó en todos los idiomas. Y mi vida era cantar, ganar algo de dinero y viajar.

soy uruguayo y Los uruguayos no empezamos rápido por nuestros hijos. De lo contrario, el país tendría mucha más gente. Pensé que hasta que no estuviera segura de cómo iba a ser mi vida, no iba a tener hijos. Hasta que llegué a Argentina después de ir y venir y conocí a la mamá de Lucila y tuve mi primera hija. Años después, como pareja de Patricia, tuvimos a Matías y Julieta.

Allí, dice, dejó de estar de ida y vuelta.

Rubén Rada, a pura sonrisa a sus 80 años. Quiere que la celebración en el Luna Park sea una celebración con amigos. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

El salto a la popularidad

Sin embargo, cuando parecía más o menos instalado. Vendría otro cambio.

En los años 90, la cumbia captó la atención. Era el reinado de Riky Maravilla con ¿Qué tendrá el bajito?, Gladys “La Bomba” Tucumana, Alcides Y varios más. “Fue increíble, arrasaron. Pensé que era maravilloso. Pero para mí, que había grabado roca callejera y yo estaba en esa, me pidieron que grabara un disco de cumbia. Y pensé: ‘No puedo, me van a matar’. No se puede tocar con rock and roll. Y fui a México y pasé cuatro años tocando con un cantante maravilloso, Tania Libertad”, recuerda Rada.

Esa estancia en México fue probablemente la que generó el gran salto de popularidad de “El Negro”. Le costó varias peleas con Patricia porque las cosas no iban bien, la tristeza de su hijo Matías al regresar del país donde crecía, el dinero que no le alcanzaba. Pero le permitió aprender un nuevo sistema de composición musical comercial.

“Me deshice de ese discurso de músico de jazz que mira de reojo el éxito comercial. Me lo negaron mucho. Puedes convencer a un revolucionario iraní hablando, pero no cambiarás a un músico. Hasta que me di cuenta de que Stevie Wonder, por ejemplo, que es el cantante que más admiro y Ray Charles También son comerciales”, revela.

Rubén Rada, en el Teatro Colón, en 2016. Ha recorrido un largo camino. Foto: Mario Quinteros

Fue allí donde Rada comenzó a componer canciones tropicales y mexicanas para Alejandro Fernández, entre otros. Pero, sobre todo, era de México donde trajo Chica cha cha y Morir completamente, dos de sus grandes éxitos. La maleta estaba cargada pero las composiciones aún no encontraban su lugar. “Me junté con Cachorro López y le expliqué que la tienda no confiaba en mí, que necesitaba ser un poquito más grande. Entonces me dijo: ‘Bueno, tráeme las canciones pero no vengas al estudio’. Y asi fue.

-¿Y cómo te llegó el aviso?

-Bueno, porque si iba al estudio empezaba a poner “Uuuuhh, Uuuuhh” y la canción se iba al carajo.

-Y cuando escuchaste por primera vez ese disco, “Quién va a cantar” (2000), ¿te reconociste, te gustó?

-Me gustó. Tiene una serie de canciones divinas. Estaba feliz, hasta que el parque me agarró. En el momento que iba a ganar dinero, me agarró. Me llamaron de todos los canales diciendo que estaban pasando mi música por todos lados, que querían llevarme de un lugar a otro, pero no había dinero. Fue horrible.

Recuerdo que conocí a Fito Páez y me dijo: “Acabas de perder medio millón de dólares”.. ¡Oh, no! ¡Qué hijo de puta! Por supuesto que es verdad, el dinero viene del trabajo. ¡Justo cuando empezaba a tocar y hasta le había puesto al disco el título de Quechorro López y Rubén Roba! Éramos un dúo famoso. Pero hoy El lleno Lo cantan en los campos, las canciones quedan.

Discriminación: lo que no mata, fortalece

Así como México fue un punto de inflexión en su carrera musical, un acto de discriminación fortaleció su personalidad.

Rubén Rada, con Angela Davis, durante la visita del estadounidense antirracista que lucha por la igualdad a Montevideo, en marzo de 2019. Foto: Pablo Bielli

“Mi infancia no fue fácil. Tuve tuberculosis desde los dos a los cuatro años, fui maltratado, no por mi madre, sino por asumir sus complejos. Cada vez que me iba mal en la escuela, ella me decía que era porque el maestro era racista. Crecí con eso hasta que un día lo dejé todo y me di cuenta de que los enfermos no son los negros, sino los racistas. Tuve que alejarme un poco de la familia para ver que yo No podría vivir esperando que el hombre blanco se diera cuenta de quién soy. Y me volví “negro”.

Y es hoy que me adoran porque nunca fui una persona pendenciera, insultante o resentida. Siempre con alegría. Pero en el mismo disco donde está. Chica cha cha es la letra de quien va a cantar, que dice: ‘Cuando la poesía se pierda, cuando la gente sólo sobreviva, cuando el cansancio mate la alegría seremos una máquina de trabajo’ y ‘cuando el racismo no tenga parientes me sentiré orgulloso de la humanidad’. Yo siempre meto uno”, define.

-¿Qué esperas de Luna?

-Conocer amigos, invitar amigos del alma y pasar un buen rato. A pesar de todo, estoy muy feliz de estar entre los 100 artistas importantes de América. Recuerdo que en los años 80 tenía ganas de rendirme, estaba cansada, no trabajaba mucho, pero me tocaba los dos lados del bolsillo y no tenía asa y me decía: “Rada, tú No puedo permitirme ese lujo, seguí adelante”. . Y aquí estoy yo.

 
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