Secretos de un fracaso (I) – .

Secretos de un fracaso (I) – .
Secretos de un fracaso (I) – .

Por José Luis Méndez Méndez. Resumen latinoamericano, 10 de abril de 2024.

La victoria en las arenas de Playa Girón no fue el fin de los mercenarios derrotados, con el tiempo se fueron revelando algunos secretos, ahora te compartimos algunos, otros permanecen desconocidos, pero con el paso del tiempo se exhibirán con toda su crudeza. .

Cuando los invasores derrotados regresaron a su origen americano en diciembre de 1962, tras ser intercambiados por alimentos, maquinaria y otros suministros, por cuya negociación el Gobierno estadounidense debe todavía cerca de 10 millones, de los 62 millones 300 mil dólares valorados por un Tribunal cubano por los daños causados.

Los integrantes de la llamada Brigada 2506 organizaron un desfile de sus fuerzas derrotadas; algunos se opusieron, considerando que la administración del católico John F. Kennedy los había traicionado al negarles el apoyo necesario cuando la derrota ya era una realidad. En el ataque perdieron la vida 114 mercenarios.

Varios cientos se reunieron a finales de diciembre de 1962 para escuchar al presidente hablar en el estadio Orange Bowl de Miami, acompañado por su esposa. En el mitin, el presidente recibió una bandera cubana, que lo habría acompañado durante los combates, en prisión, después de la derrota, y que celosamente conservada para ser entregada en esa ocasión, en señal de agradecimiento. El emocionado Presidente juró devolverla a una “Cuba libre”, su esposa, ahogada en lágrimas, exclamó su deseo de tener hijos tan valientes como ellos.

Como la historia lo confirma con sobradas pruebas y razones, que todo es secreto hasta que un día, llegó ese momento y fue revelado. La bandera entregada nunca había estado en Cuba, fue hecha para la ocasión y fue devuelta por correo postal a los mentirosos años después. La supuesta valentía de los invasores se ha escrito extensamente.

Sobre la invasión derrotada, los seguidores de este hecho histórico han escudriñado durante décadas, sin embargo hay secretos poco conocidos como el dilema de la administración demócrata ante el regreso de los derrotados, que nuevamente enfrentó el espinoso “problema de la eliminación”: la eliminación. del problema. -, qué hacer con los mercenarios cubanos. En abril de 1961 había decidido lanzarlos a Cuba, si era allí a donde querían ir, pocos días después aceptó el humillante fracaso de la invasión, los intercambió y los recibió de regreso, para enfrentar: “¿Qué hacer con a ellos.”

Esta situación volvió a surgir, se preguntaban los políticos y militares de la época. Escribieron propuestas y las enviaron al presidente. En la carta de renuncia del contrarrevolucionario y uno de los guías de los derrotados, José Miró Cardona, a la presidencia del Consejo Revolucionario Cubano (CRC), expresó: “A ese movimiento le siguió otro de gran importancia política. Me refiero a la presencia del Presidente Kennedy en el Orange Bowl, Miami, el 29 de diciembre de 1962, cuando recogió la bandera de la Brigada y reiteró su compromiso con Cuba ante el mundo. Nada más falso.

Y añadió: “Después de la promesa “solemne” de devolverles en una “Cuba Libre”, la bandera cubana”. La cual supuestamente utilizó la Brigada 2506 durante la invasión, ambos fueron engañados.

Después poco se ha revelado y divulgado lo que realmente pasó. El memorando del Asistente Especial para Asuntos de Seguridad Nacional McGeorge Bundy al Presidente Kennedy del 4 de enero de 1963, casi una semana después del regreso de los mercenarios, es revelador: “Es necesario volver a estudiar la organización y gestión de los refugiados. Necesitamos una comunicación mejor, más abierta y constante, necesitamos que se aclaren las oportunidades que se les ofrecerán a los voluntarios cubanos, sean o no veteranos de la Brigada. Si podemos lograr esto, necesitamos lograr un mejor proceso de imagen hacia los cubanos libres”.

La idea de qué hacer con los mercenarios iba tomando forma. El 25 de enero, tres semanas después, en la 38ª Reunión del Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional, las propuestas y sentimientos hacia la Brigada parecían expresar una realidad no declarada en el discurso de diciembre de Kennedy. Sterling Cottrell, Coordinador de Asuntos Cubanos del Departamento de Estado, afirmó: “La recomendación que rige nuestra política hacia la Brigada Cubana es que no estamos a favor de continuar con la Brigada como núcleo duro y todos queremos un curso de acción intermedio”.

El general Maxwell Taylor expresó reservas sobre permitir que los miembros de la Brigada, después de completar su entrenamiento militar en los Estados Unidos, pudieran ser elegibles para ser miembros de una unidad de reserva. Le preocupaba que esas unidades se volvieran políticas.

Mientras que el Sr. McGeorge Bundy expresó su opinión de que el curso de acción propuesto y decidido sería difícil de vender a los miembros de la Brigada.

Por su parte, Robert Kennedy, el Fiscal General recomendó: “Algunos miembros deberían ser enviados a América Latina, otros optarán por recibir entrenamiento militar, mientras que otros podrían ser colocados útilmente en unidades de fuerzas especiales asignadas a países latinoamericanos”.

El Procurador General agregó que los integrantes de la Brigada debían ser tratados, para evitar que se volvieran hostiles, pensó que se ganaría mucho con ellos si se les trataba correctamente. Una manera podría ser decirles que no podemos invadir Cuba ahora y que hoy pueden luchar contra el comunismo mucho más eficazmente en otros países latinoamericanos, como miembros de las fuerzas especiales.

Concluyó que los integrantes de la Brigada debemos participar en la planificación de nuestras acciones de inteligencia. Insistió en que no sólo seleccionemos a los miembros de la Brigada y los utilicemos como agentes, sino que los alientemos a participar en la selección de objetivos y métodos de operación. Reconoció que una de las razones por las que esto no se ha hecho hasta ahora es por la reputación que tenían los cubanos de ser incapaces de guardar un secreto.

El señor McCone, de la CIA, insistió en utilizarla como recurso, preferiblemente trabajando con miembros individuales de la Brigada. El Presidente expresó su esperanza de que un gran número de brigadistas opten por la formación militar.

Esto no sucedió, había desconfianza mutua, las autoridades sospechaban de los efectos sobre los mercenarios de la estancia en Cuba, de la influencia antiamericana que podrían haber recibido; Los mercenarios se consideraban abandonados, engañados, abandonados a su suerte por los demócratas en el poder. Estos sentimientos provocaron que pocos invasores se unieran a las llamadas Unidades Cubanas del Ejército de los Estados Unidos, convocadas por Kennedy en octubre de 1962, concebidas para invadir la Isla, nuevamente, del pool de emigrantes cubanos, entrenadores estadounidenses, en diversos campamentos militares, preparados. Casi tres mil nuevos mercenarios, esta vez con el uniforme militar de Estados Unidos.

El 24 de enero de 1963, cuando la formación de los voluntarios cubanos estaba en pleno desarrollo, se celebró una reunión del Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional para analizar un memorando enviado por el Coordinador de Asuntos Cubanos, con un tema único en su contenido. : La Brigada Cubana.

La evaluación general fue: “La Brigada Cubana entrenada tendría un valor militar relativamente secundario debido a sus limitaciones cuantitativas y su restringida capacidad militar, pero su valor psicopolítico como símbolo de la resistencia cubana al comunismo de Castro puede ser más que compensado por su limitada capacidad militar. utilidad militar.

Se propusieron tres posibles cursos de acción con los mercenarios cubanos: Primero, inducir a que la Brigada fuera desmantelada como unidad militar sin asistencia especial adicional de Estados Unidos. Esta opción tuvo la siguiente valoración: “Esta línea de acción sería la forma más económica y sencilla de solucionar el problema”.

En este momento de reflexión obligada para el lector atento, valdría la pena recordar “Roma no paga a los traidores” y “Consumada la traición, sobra el traidor”. Expresiones que advierten cómo la deslealtad no es recompensada ni siquiera por quienes la alientan.

La segunda opción consistió en: “Capacitar a la Brigada y a los cubanos como una unidad. Mantenerlos y apoyarlos como componente de la reserva militar de las fuerzas armadas norteamericanas”.

Una objeción a este respecto decía: “Sin embargo, inevitablemente se convertiría en un punto focal para las actividades políticas del exilio cubano, la moral, la disciplina y el espíritu serían difíciles de mantener a largo plazo sin el uso inicial de la motivación para reanudar. Cuba.

La tercera y última propuesta consistió en: “Un programa militar y civil para los integrantes de la Brigada. Instar a que la Brigada continúe como una unidad “fraterna”. Alentar a los miembros de la Brigada a unirse al entrenamiento militar para cubanos con el fin de establecer un componente de reserva militar de la Brigada”.

De acuerdo con el verdadero propósito de la administración Kennedy, esta variante permitió: “Dispersar geográficamente a los integrantes de la Brigada en diferentes actividades, desmantelando así efectivamente la actual Brigada en su totalidad como una unidad”. Respecto a esta propuesta, el Coordinador escribió: “Recomiendo la propuesta 3, un programa especialmente diseñado para miembros de la Brigada”. El destino está diseñado y definido, sería una Asociación de Veteranos de Bahía de Cochinos, pero nunca fueron reconocidos como tales, han sido y serán mercenarios para todos los tiempos. Continuará…

Escritor y profesor universitario. Es autor, entre otros, de los libros “Bajo las alas del Cóndor”, “Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

 
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