En San Vicente se sienten “asfixiados” con tanta agresión

En San Vicente se sienten “asfixiados” con tanta agresión
En San Vicente se sienten “asfixiados” con tanta agresión

“Uno sale de noche y no sabe si regresará a su casa, si terminará en el sanatorio del barrio porque se rompió la cadera durante un incidente de inseguridad, o si terminará en el medio. de una pelea entre adolescentes corriendo por las plazas de la ciudad. Calle San Jerónimo. “Nos roban, nos amenazan, orinan en nuestras puertas”.

Aldo pide que no se difunda su apellido. Pero esas son sus palabras, que cuentan con el apoyo de otros 20 vecinos del barrio San Vicente, zona sureste de la ciudad de Córdoba. Dicen sentirse “asfixiados” por la delincuencia y por el “descontrol nocturno”.

A todas horas del día, comenta el grupo, se escuchan los escapes de las motos yendo y viniendo por las calles. Entre dos y tres adolescentes por moto. “El eje está en la calle Sargento Cabral, entre la avenida Amadeo Sabattini y la avenida Costanera, que conecta el sector con el barrio Bajo Yapeyú. Van y regresan. Roban violentamente a cualquiera que se les cruza”, afirman.

Los robos presentan siempre la misma modalidad: delincuentes motorizados que sorprenden a las víctimas.

Se multiplican en la calle San Jerónimo, entre la esquina de Sargento Cabral y, hacia el norte, hasta la zona que bordea la Avenida Costanera.

Si bien no ocurren sólo en esta vía, la mayor cantidad de ataques registrados en las últimas semanas se produjeron en esas ocho cuadras.

Los tirones y golpes contra el asfalto son cada vez más habituales, advirtieron los vecinos.

Para empeorar las cosas, a mediados de marzo aparecieron motochoros armados. “Saltan de sus motocicletas y te apuntan con un arma. Hasta ahora no ha pasado nada, pero algún día van a disparar”, especulan.

La calle Sargento Cabral está a una cuadra y media de la comisaría del barrio.

La Policía de Córdoba realiza patrullajes constantes. A esto se suman controles fijos que cambian de ubicación durante el día y que durante la noche ocupan puntos estratégicos, como la esquina de Unidos y Martín Cartechini.

En los últimos meses se sumó la presencia de la Guardia Urbana municipal, que también recorre el barrio para disuadir la delincuencia.

“El robo no disminuyó en lo más mínimo. Al contrario, cada vez hay más delincuencia, ya sea dentro de locales comerciales o en las calles del barrio”, dijo una vecina que pidió reserva de su identidad.

Peleas y violencia urbana

Además, los vecinos se quejaron de las constantes peleas entre jóvenes en las calles.

“Los fines de semana empiezan a agredirse en la Plaza Lavalle, o en la plaza del ex Mercado de Abasto. Entonces comienzan las peleas. Son chicos de entre 12 y 17 años que se conocen de colegios de la zona, pero que tienen hermanos que están enfrentados desde hace muchos años”, comentaron.

Junto al drama de los robos y las peleas callejeras, muchos vecinos están preocupados por el crecimiento del trabajo sexual en dos puntos del barrio San Vicente que dicen tener identificados.

Los 20 vecinos dijeron que algunas de estas mujeres también venden drogas. “Hacen dos tipos de tareas, porque ofrecen sus servicios sexuales y también trafican. Se genera un ambiente muy pesado”, se quejaron algunos vecinos.

En referencia a la venta de droga, varios vecinos indicaron que el “pipazo” se puso de moda en el barrio.

“Los ‘piperos’ consumen los residuos de cocaína, que generalmente fuman en un cigarrillo al que llaman ‘nevado’. Genera un efecto temporal y los adictos inmediatamente buscan volver a consumir. La venta de alcohol está descontrolada en la Plaza del Mercado y se brindan servicios sexuales entre juegos infantiles”, lamentaron.

Respecto al pipazo, organismos médicos ya han señalado el grave daño cerebral que provoca en quienes lo consumen. Además, es altamente adictivo. Como el efecto dura poco, muchos jóvenes acaban cometiendo agresiones para conseguir dinero para comprar.

Momento crítico: la primera mañana

Cuando brilla el sol y termina el caos nocturno que los vecinos de San Vicente dicen sufrir, surge el problema de salir a la calle y sufrir un robo.

“Los motochoros saben en qué paradas se acumula mayor cantidad de personas. También circulan por las zonas escolares. Y persiguen a sus víctimas para quitarles las mochilas o carteras”, comentaron algunos testaferros de este barrio.

Muchos de los vecinos han dejado de salir a la calle con móviles o carteras. Sólo llevan las llaves para abrir y cerrar sus casas.

“También hay que tener mucho cuidado al entrar y salir de casa, porque ya pasó el viernes pasado que una madre fue empujada a su casa para entrar. “Ella gritó y ahuyentó a los delincuentes”, comentó.

El intento de robo se registró en San Jerónimo en 1900.

“Llevamos bolsas de nailon, de esas que te dan en los supermercados, así que no tenemos billeteras. Porque a veces tenemos que ir a los bancos a sacar dinero”, comentaron.

Aseguraron que el uso del dinero se estaba extinguiendo y que los sanvicentistas pagan con tarjetas de débito o códigos QR para no llevar efectivo entre sus pertenencias.

Ya ha habido varias reuniones con autoridades policiales. Sin embargo, las soluciones aún no han llegado a este barrio tradicional.

 
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