Investigadores descubren dos nuevas especies en el centro de Chile que son parientes del bailahuén – Facultad de Ciencias Forestales y de Conservación de la Naturaleza – .

Ambos están amenazados por posibles incendios forestales, urbanizaciones y minería.

Un equipo de investigadores liderado por el académico y curador del Herbario EIF, Nicolás García de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la Universidad de Chile, descubrió la nueva especie en el centro de Chile. Se trata de los llamados Haplopappus colliguayensis y Haplopappus teillieri. El hallazgo fue publicado en la revista internacional PhytoKeys.

Entre cerros, rocas y en medio de largas caminatas por la cordillera andina y costera. Así, dos nuevas especies fueron descubiertas en la zona central del país luego de meses de análisis de documentación y trabajo taxonómico por parte del profesor Nicolás García, y su equipo integrado por las investigadoras Vanezza Morales y Macarena Villalobos, y el investigador Arón Cadiz.

En concreto, se trata de Haplopappus colliguayensis y Haplopappus teillieri, parientes del bailahuén, la conocida planta medicinal. El primero se encuentra en la cordillera costera de la Región de Valparaíso, específicamente en las faldas del cerro La Chapa de Colliguay, comuna de Quilpué, mientras que el segundo habita en la cordillera andina entre las regiones de Valparaíso y Coquimbo, en los valles de Choapa, Alicahue, Rocín y Aconcagua.

“Estas especies pertenecen al grupo compuesto, que es la familia de plantas con flores más diversa de Chile”, destaca el profesor García, sobre este grupo de plantas en las que sus inflorescencias están compuestas precisamente por numerosas flores pequeñas.

En el caso de Haplopappus colliguayensis, García destaca que en medio de un trabajo de investigación para un informe se topó con esta nueva especie. Al ver la planta y, sin poder identificarla, la recogió para analizarla. Lo mismo hizo en ese momento la investigadora Macarena Villalobos. Luego de una serie de análisis de laboratorio y revisión de literatura botánica, además de la respectiva ilustración detallada, se determinó que se trataba de una nueva especie endémica de la zona.

Exactamente el mismo es el caso de Haplopappus teillieri, ya que el investigador Arón Cádiz se topó con esta planta en plena investigación sobre la flora de Putaendo, pueblo de donde es originaria. Al no poder determinar a qué especie pertenecía, entregó las muestras a Vanezza Morales, experta investigadora de la familia Compositae. Así, Morales se encargó, junto al equipo de trabajo, de analizar estas dos especies para determinar su origen y a qué grupo pertenecían.

“Lo más difícil para mí siempre es la identificación de las características morfológicas de las especies, esas diferencias que las hacen únicas”, destaca Morales. Y agrega que “identificar estas diferencias requiere mucho tiempo de observación, donde tenemos que medir y calificar las características morfológicas. Luego tenemos que compararlas con las características de otras especies, ya que podría tratarse de simple variabilidad morfológica de una especie ya descrita. Sin embargo, cuando las diferencias encontradas son múltiples y no se corresponden con la variabilidad de otra especie, entonces se debe describir una nueva especie, como es el caso de estos “Haplopappus”.

El profesor García destaca que ambas especies de Haplopappus pertenecen a la familia Asteraceae o Compositae (Compositae) y son arbustos bajos, de hojas perennes y flores amarillas dispuestas en una estructura en forma de copa. Así, el académico destaca que, a pesar de pertenecer a la misma familia, se diferencian morfológicamente de otras especies del género Haplopappus debido a una combinación única de rasgos.

Dos especies amenazadas

Vanezza Morales explica que durante la investigación se evaluó el nivel de conservación de ambas especies siguiendo un estricto protocolo. “De acuerdo con esto, ambas especies estarían ubicadas en categorías amenazadas. H. colliguayensis ha sido clasificado como En Peligro Crítico, ya que tiene una localidad conocida. Aunque en campo se contaron cientos de individuos, su distribución restringida (estimada en 4 km2) lo hace más vulnerable a eventos como incendios forestales o sequías. En ambos casos, apunta a una disminución en la calidad del hábitat de la especie”, explica Morales.

Y agrega que “En el caso de H. teillieri se estima un área de ocupación superior a los 16 km2. Sin embargo, sólo se han identificado cuatro poblaciones a lo largo de la cordillera de los Andes (entre el sur de la región de Coquimbo y Valparaíso). Sus poblaciones actualmente se ven afectadas por la inclusión de la ganadería, mientras que en el futuro las tierras podrían verse afectadas por proyectos mineros”.

El profesor y conservador del Herbario EIF, Nicolás García.Según Morales, en ambos casos se evaluó el impacto que podría tener el cambio climático en los hábitats de estas especies. “Para el año 2080, las áreas de distribución de ambas especies se verían afectadas por un aumento de las temperaturas y una disminución de las precipitaciones. Esto deja a sus hábitats con niveles de riesgo de pérdida de flora, que van de moderado a alto”, destaca el investigador.

Mientras tanto, según el investigador Arón Cádiz, tanto incendios forestales, fraccionamientos e incluso proyectos mineros son posibles amenazas que ponen en peligro la existencia de esta especie endémica de la zona central.

 
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