
— Esta cumbre de Brasilia, que al final se vio fría y deslucida, ¿responde sólo al interés de Lula de tener un papel regional?
Es el socialismo del siglo XXI, que no es otra cosa que el Foro de Sao Paulo. Todo eso fracasó con la caída de Lula, con el escándalo del petróleo, el ‘Mensalão’, Lava Jato, inmensos actos de corrupción. Da la impresión de que, efectivamente, esta reunión de presidentes es forzada. Han atendido en la medida en que sienten que no pueden ser groseros con el invitador.
— ¿Qué está jugando Lula en este momento? Está ‘on fire’, incluso se ha ofrecido a mediar en el conflicto entre Rusia y Ucrania.
No tiene poder para transformar nada dentro de Brasil porque no tiene mayoría en el Congreso, ni controla los estados federales; entonces, lo único que le queda es la política exterior.
Los líderes sudamericanos posan para una foto familiar en el Palacio de Itamaraty, en Brasilia, el 30 de mayo de 2023. (Foto: AFP)
— ¿Tiene las credenciales para ser un líder latinoamericano? Siendo honestos, la cerca actual es muy corta.
Yo creo que no, ya no los tiene. Ha estado en la cárcel, los hechos de corrupción que involucran a su partido son evidentes. Los escándalos de corrupción continental hacen que Lula nunca pueda recuperar el prestigio que pudo haber tenido originalmente.
— ¿Hay algún presidente que sí lo tenga? Ahora mismo todos parecen sumidos en sus crisis internas. Solo llamó la atención la participación del uruguayo Luis Lacalle, quizás el único que hizo algo diferente.
Lacalle tiene una trayectoria impecable, pero América Latina se encuentra actualmente sumergida en lo que se denomina la ‘marea rosa’. Los únicos países que no están con gobiernos socialistas del siglo XXI son Uruguay, Paraguay, Ecuador, Panamá y El Salvador.
— ¿Los puntos que se discutieron en Brasilia –es decir, los no declarativos– tienen alguna posibilidad de materializarse? ¿El de la moneda común, tal vez?
Bueno, la idea es encontrar una moneda que compita contra el dólar. El problema es que la moneda que tendría que competir contra el dólar es el yuan, porque la siguiente potencia detrás de Estados Unidos hoy es China. No ha llegado al nivel de Estados Unidos, pero ahí está. El problema con el yuan es que, dado que China es un país de partido único gobernado por el Partido Comunista, básicamente no hay garantía de transparencia con respecto a su Banco Central y su economía. En la práctica, varias economías latinoamericanas están dolarizadas, como es el caso de Perú. ¿Alguien hizo un acuerdo político para que la gente compre dólares? No, la gente compra dólares porque sabe que es la moneda que mejor conserva el valor de su dinero, a pesar de la inflación ya pesar del déficit americano.
— ¿Para qué servía entonces la cumbre?
De nada.
—¿Para lavarle la cara a Maduro? El plan resultó torcido, al final.
Digamos que lo que quería Lula es normalizar a Maduro. Pero Maduro es ‘irnormalizable’, no hay forma de hacerlo. Venezuela es una tiranía populista de izquierda pero no aporta nada, porque el socialismo del siglo XXI es un socialismo asistemático que no tiene relación con el socialismo del siglo XX. La última etapa del socialismo es el populismo demagógico, para lo cual requieren la construcción de narrativas alternativas. Pero no hay sustancia. Entonces, en la cumbre presidencial de Brasilia no hubo sustancia; en la Celac no hay sustancia; en la intención constitucional chilena no hay sustancia.
---El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, cuestiona constantemente al gobierno de su homóloga peruana Dina Boluarte, poniendo en riesgo la estabilidad de la Alianza del Pacífico. (Foto: EFE)
/ mario guzman
— Hace seis meses, en una entrevista en este diario, usted dijo que “no hay política exterior” en el Perú. ¿Ha cambiado algo en este período?
Creo que la elección de Castillo, su intento de golpe de Estado y la hostilidad de los países del Foro de Sao Paulo hacia el Perú han creado una situación difícil para la diplomacia peruana. Y la negativa de López Obrador a entregar la presidencia pro tempore de la Alianza del Pacífico no es algo entre él y Dina Boluarte, es un intento de tergiversar la historia y decir que la CIA derrocó a Castillo. Es evidente que lo que está pasando entre México y Perú es un intento de matar a la Alianza del Pacífico. Y el fondo del asunto es que no hay una visión en este momento en la diplomacia peruana sobre la estrategia frente a sus adversarios. Hay declaraciones en el sentido de que López Obrador es un irresponsable, que Petro y López Obrador son caimanes del mismo pozo; pero eso no es diplomacia, todo eso es retórica.
— Jorge Montoya, de Renovación Popular, impulsa un proyecto de ley que busca que el Poder Ejecutivo denuncie la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH) y, en consecuencia, abandone la jurisdicción de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH). ¿Tiene sentido esta medida?
Mi perspectiva es que la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a través de una serie de sentencias y pronunciamientos, ha desvirtuado su naturaleza. Pero creo que por razones políticas no conviene salir del Pacto de San José, considero que salir de la convención implica desafiar al poder hemisférico en lo que es una línea principal de su política exterior y también un instrumento de presión de su política exterior. . Tendría consecuencias internacionales que nos van a poner en una posición difícil. Para el momento continental y para el momento interno, el país tiene que entender su posición en el contexto global.
— ¿Cuál es la posición del Perú en el contexto global?
En el contexto mundial, el Perú actualmente está paralizado, es la verdad. Por supuesto, los consulados siguen funcionando, los embajadores siguen trabajando, pero el Perú tiene que elegir a dónde quiere ir. Y una vez que eliges a dónde quieres ir, tienes que hacer una política exterior a largo plazo. Me da la impresión de que la política exterior peruana se decide gobierno por gobierno.
— Da la impresión de que el Perú está solo a nivel regional. No tiene a quien “pegarse”, no está en ningún bloque.
Está en el limbo. No hay liderazgo, no hay proyecto de política exterior. Perú no está aislado diplomáticamente: tiene buenas relaciones con todos los principales actores del mundo. Lo que pasa es que el gobierno está paralizado y no sabe qué camino tomar porque internamente está dividido entre su filiación política original y las necesidades imperiosas que le impone la realidad.
— Enrique Krauze dijo que el ‘impasse’ entre México y Perú sería sólo “una nota al pie” en la enorme historia conjunta de los dos países. ¿Estás de acuerdo con él?
No estoy de acuerdo con él, porque el destino de la Alianza del Pacífico no está decidido. Hay ciertos empresarios que dicen que esta situación entre México y Perú no importa, porque siguen operando en el marco de la Alianza del Pacífico. La Alianza del Pacífico queda en manos de gobiernos que no creen en sus postulados. Si permitimos que los caprichos ideológicos prevalezcan sobre los tratados firmados, la sociedad internacional se hundiría en la anarquía. Permitir que la ideología cabalgue sobre el derecho internacional es abolir el derecho internacional, es vivir en un mundo sin más reglas que la ideología. Eso es orwelliano; lo que está haciendo López Obrador es orwelliano.
— ¿Cómo debería haber respondido Perú a la rudeza de López Obrador?
La respuesta podría haber tenido efectos jurídicos desde el principio, porque tiene que ser registrada. Se podría haber buscado un mediador fuera de los países miembros; ante una negativa radical de México, el expediente de mediación quedaría. Y desde un principio se podía demandar a México por violar un tratado internacional. Hubo una falta de visión sobre la necesidad histórica de que la posición del Perú quedara registrada de manera indubitable.