No dejes que los libros se nos escondan – .

No dejes que los libros se nos escondan – .
No dejes que los libros se nos escondan – .

No es la primera vez. Es sólo una vez más. Y mientras sigamos aparcando nuestra indignación y rabia en un tuit, en un comentario de sobremesa, e incluso en esta columna, seguirá pasando. Porque el mayor aliado del mal es el silencio de los justos.

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Para caer de nuevo.

Esta vez fue en Oropesa del Mar (Castelló), donde Aznar jugaba al dominó en sus ratos libres cuando podía meternos en una guerra. En la biblioteca municipal de esta localidad, como en muchas otras, se había conseguido, con esfuerzo y pedagogía, que existiera una sección de literatura LGTBI+. No sólo por comodidad para el usuario que, estando especificado, sabe a dónde acudir cuando quiere un libro sobre cocina o arquitectura brutalista, sino también por sensibilización y compromiso social con comunidades que históricamente han sido perseguidas, humilladas, acosadas, torturadas, discriminadas. , silenciado y asesinado.

Con el gobierno del PP, Vox y Ciudadanos en esta localidad esos libros han desaparecido. El espacio que ocupaban en la biblioteca municipal ha desaparecido. Como si nunca hubiera existido. No deja de tener su lógica: ramplónicos, son quienes son; no esperemos ideas deslumbrantes—si pensamos que la ideología que representan estos partidos es la que nos ha perseguido, humillado, acosado, torturado, discriminado, silenciado y asesinado durante siglos y, de la misma manera, no quieren que los más jóvenes sepan al respecto. Hoy, en tiempos de desinformación, es más fácil que lo malo parezca bueno y lo bueno sea malo.

La alcaldesa del municipio, Araceli de Moya, de Ciudadanos (ese partido que engañó a miles de votantes haciéndoles creer que era de centroderecha, cuando en realidad eran como Miley, ultraliberales o, para que me entiendan, los primogénitos del polvo que arrojó el capitalismo y el fascismo), defiende la legitimidad de la acción y da todo su apoyo al concejal de Cultura, Juan García, de Vox (darle Cultura a Vox es todo un oxímoron), quien afirma haber distribuido los libros por todo el biblioteca, sin que tengan que estar en un apartado concreto.

Por ejemplo, los libros infantiles de temática LGTBI+ no se pueden encontrar en la sección infantil sino en la de adultos. Y aunque un usuario de la biblioteca no podrá acudir a una estantería donde haya libros LGTBI+, sí podrá acercarse a una estantería, claramente identificada, con libros sobre la Eurocopa o los Juegos Olímpicos.

Aún así disimulo mi enfado y explico por qué es importante que haya un cartel que reúna esos libros en un espacio concreto. Un niño, una niña, es consciente de su género desde los tres años. Le preguntas y te dice “soy niño o niña”, incluso cuando estás interpretando otra cosa. A los nueve años aparece la atracción sexual. Hacia personas de distinto género o hacia personas del mismo sexo. Aquellos niños y niñas que sienten que no encajan en la norma impuesta necesitan referencias, saber que lo que sienten es perfectamente común, que no son extraños ni enfermos, porque, de lo contrario, empezarán a sufrir. A los tres y nueve años. Sufrir.

Cuando era pequeño buscaba desesperadamente algo que me ayudara a entenderme a mí mismo, a no sentirme solo, a no tener miedo del mundo y sus habitantes, algo que me explicara qué significaba “maricón”, que era lo que le gritaban. yo en la escuela. Todo eso lo cuento en mi novela. Reserva infantil privada (Planeta), uno de los libros censurados por el concejal ultraderechista de Oropesa.

No sabía adónde ir. No hubo ninguna etiqueta que funcionara como una luz de neón e iluminara el camino del conocimiento para mí. Entonces llegué a un libro que tenían mis padres: El libro de la vida sexual., de López Ibor. En ese libro se explicaba que yo estaba enfermo, que era un criminal y que podía curarme. Ese fue el primer libro que leí que hablaba de gente como yo. Con diez años. Voy a ahorraros la narración de todo el sufrimiento posterior. La búsqueda de nuestra identidad es temprana, solitaria y silenciosa. En una sociedad que insulta al grito de “maricón”, que se burla de un campeón de natación por sus gestos, que asesina a Samuel Luiz, que vota al PP y a Vox, nos cuesta pedir ayuda en esta búsqueda. Seguimos en soledad y miedo. Ellos son (y nosotros éramos) pequeños.

Me hubiera ayudado saber que había hombres que se sentían atraídos emocional y sexualmente por otros hombres y que no terminaron muertos en una zanja por eso. Saber qué significaba LGTBI+ o que existía una bandera arcoíris. Pero mi infancia y juventud se desarrollaron entre la nada, el silencio y la hostilidad. Por eso me niego a que un niño, niña, niño, que hoy, en el año 2024, entra en una biblioteca, sienta lo mismo que yo sentí hace cuarenta y siete años. O que se topa con un libro que le dice que está enfermo, que su enfermedad se puede curar, y eso le destruye la vida.

Dispersar los libros que hablan de nosotros, ocultarlos, dificultar su acceso, puede que no sea censura para la derecha porque si no los queman, como hacían sus abuelos, no es censura. Pero es. Impedir u obstaculizar el acceso a la información es censura y violación de un derecho fundamental. Por eso necesitamos etiquetas, por incómodas que parezcan. Porque son un faro, un lugar al que acudir cuando estás perdido, una ayuda para crecer libre de mentiras y prejuicios, un estante en el que encontrar las herramientas para poder afrontar el odio y los insultos que hay fuera, aunque también decirte que es mucho mejor para la humanidad que los agresores se ocupen de esa mierda que tienes en la cabeza, que ya huele a podrido, en lugar de tener que ser ellos quienes busquemos armas para defendernos de tu ignorancia.

Las etiquetas, incluso si están pegadas en el frente de un estante de la biblioteca, son un botiquín de primeros auxilios. Entiendo que quienes nos quieren destrozados nos oculten el botiquín de primeros auxilios. Animo a todas las personas LGTBI+ de Oropesa, y de toda España, a crear nuestros propios faros. Pegar una bandera arcoíris en el frente de la estantería de la biblioteca, donar libros de temática LGTBI+, crear una comunidad sabia con la que derrotar al oscurantismo medieval. No permitas que nadie te robe la dignidad y te deje sin autoestima, como hicieron conmigo los padres de los actuales dirigentes de la derecha. Comprometo mi vida, mi lucha, para que esto no vuelva a suceder.

 
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