“Sería mejor que leyéramos para aprender y no repetir errores del pasado” – .

Él periodo de entreguerras en europa, esos años que transcurren entre el final de la Primera Guerra Mundial y la Segunda, están siendo observados en los últimos años desde diversos ámbitos con renovada curiosidad. Aunque han pasado casi cien años, todavía hay paralelos históricos que lo acercan a algunas de las realidades que se viven en la actualidad en el viejo continente.

marioescobar ha ambientado su última obra de ficción en esa época, en la década de 1930 en Europa viviendo en una efervescencia de enfrentamientos políticos e ideológicos. Allí sitúa al protagonista de La librería madrileña (Ediciones B), una mujer que ama los libros y que buscará en ellos refugio y guía ante el auge del extremismo, un contexto que no parece tan alejado de algunas de las cosas que están sucediendo hoy en día.

Escobar vuelve a mostrar su pasión por la historia y los libros, en una historia que rinde homenaje tanto a la figura del librero como a las librerías, esos lugares que se convierten en refugios de libertad en tiempos de opresión.

Preguntar. Esta novela, La librería madrileña, se presenta como un homenaje a los libros. ¿Qué te llevó a escribirlo?

Respuesta. Para mí es un libro muy especial, soy una gran fanática de los libros. Curiosamente en el barrio donde crecí no había librerías. Pero las librerías han sido muy importantes en mi vida porque los libros tienen ese poder de llegar a nuestra mente, a nuestro corazón. Es curioso que como seres humanos no sólo tenemos la capacidad de hablar, sino también de expresarnos por escrito. ¡Es algo asombroso! Como no nos expresamos por escrito simplemente para pedir cosas o usar un lenguaje rudimentario, hay una belleza en las palabras. Cuando Dios nos creó, nos creó con esa capacidad de generar, de crear belleza. Eso me ha inspirado a la hora de escribir esta novela.

“Dios nos creó con la capacidad de generar belleza a través de la palabra escrita”

Además, creo que vivimos en un país que necesita cada vez más, como todo el mundo occidental, leer más y concentrarnos más en la literatura, desarrollar nuestra imaginación, nuestra mente y hacernos recrear esas historias en nuestra mente.

P. Sabemos que a usted, como historiador, le gusta rastrear las diferentes etapas de la historia y suele ambientar sus novelas con mucha precisión. En este caso se ha elegido la década de 1930 en Europa y España. ¿Por qué ese momento despierta interés en ti?

r. Dicen que la historia no se repite, pero rima. A mí los años 20 y 30 del siglo XX me parecen muy parecidos a los del siglo XXI. Nos dijeron que este iba a ser el fin de la historia, un siglo que iba a ser todo paz y armonía. Por otro lado, hemos visto que hay muchas similitudes: una pandemia enorme, gigantesca a nivel mundial, como la gripe española, en nuestro caso tuvimos el coronavirus. La aparición de guerras muy complejas y el avance del Islam más extremista. Ahora se ha reabierto una guerra fría con Rusia, que también estuvo presente en la Segunda Guerra Mundial. Y veamos también cómo las ideologías Han están monopolizando el discurso político. Vivimos en un mundo en el que casi todo el discurso se centra en la lucha de ideologías, no en los problemas de los ciudadanos, los problemas sociales y económicos. Y estas ideologías, que parecían casi obsoletas a principios del siglo XXI, han cobrado más fuerza que nunca. En aquellos años 30, el comunismo marxista estaba de moda en muchos países y en cambio, si surgía el fascismo, el nazismo, y España no era ajena a todo ello. Es una época en la que se cree que las democracias parlamentarias están obsoletas, que es otra idea que vemos ahora. Y surgen nuevos populismos. Creo que si leemos entre líneas nos damos cuenta de que hay demasiadas similitudes. Quizás la novela sirva para algo más importante, además de entretenernos, que es uno de sus principales cometidos, pero para que aprendamos de los errores del pasado y no volvamos a caer en lo mismo.

“La cultura y la comunicación son lo primero que persigue el autoritarismo”

P. Una de las cosas que usted aborda en el libro es precisamente un fenómeno que ocurrió y ha seguido ocurriendo a lo largo de la historia, que es la quema de libros. ¿Por qué ocurrió este fenómeno?

r. Es una de las cosas que ocurre primero cuando hay regímenes dictatoriales y cuando empieza a haber menos libertad. Lo primero que se persigue es la cultura y la comunicación. En 1933, cuando Hitler llegó al poder, se inició una quema sistemática de libros en las bibliotecas y luego se extendió de forma organizada a todas las universidades. Se publica la lista Otto, que es una lista en la que había un índice de libros prohibidos al estilo de la Inquisición.

Pero también pasará en España, en plena guerra civil, tanto en el bando franquista como en el republicano, se persigue a los escritores. Sabemos de la fusión de Lorca, de la muerte de otros escritores que lucharon en un bando o en el otro. Y a partir de 1937 se confeccionó a nivel nacional una lista de autores prohibidos. La quema de libros comienza en Salamanca, en Valladolid, sobre todo en las ciudades universitarias. También en el lado republicano habrá persecución de los escritores que no se hayan puesto de su lado. Vemos el caso de Unamuno, que al principio ve bien el golpe de Estado y luego se da cuenta de que va a desembocar en una sangrienta guerra civil, da marcha atrás y cómo es utilizado por el bando nacional para justificar su levantamiento.

Vemos que la cultura es perseguida, quieren ser silenciadas y los medios de comunicación también fueron totalmente politizados. Ahora vivimos en una época similar. Hay Estados en Estados Unidos donde se están prohibiendo unos libros u otros, dependiendo de la tendencia de cada Estado. Aquí empieza a haber censura, o presión para incluir ciertos temas o ciertos grupos. Y lo vemos en las redes sociales, lo vemos en las plataformas y en este intento de controlar la comunicación.

P. En la novela también hay algunos personajes inspirados en personas reales. Entre ellos aparece la familia Fliedner. ¿Qué nos puedes contar sobre esta familia y qué relación tiene con la novela?

r. La protagonista principal es Barbara, una mujer alemana. Viene a España por amor y entra en contacto con la familia Fliedner, que formaba parte de la comunidad extranjera en Madrid. Se trataba de una familia que había llegado a España a finales del siglo XIX con la idea de abrir iglesias y colegios. Fliedner ve que en España todavía hay un índice muy alto de analfabetismo, y por eso fundaron unas doce escuelas en todo el país, además de El Porvenir, que es el colegio más famoso del mismo. Y también abre una librería que será un poco donde se desarrolle la trama de la novela. También está muy presente la Iglesia Luterana que existió y sigue existiendo en el Paseo de la Castellana. Esta comunidad alemana va a ser un referente en ayuda social, y también van a ser claves en la ayuda que llegará a través de la Cruz Roja Suiza. En un escenario muy difícil deciden quedarse en la ciudad, a pesar de las dificultades.

Mario Escobar estará en la Feria de Madrid este jueves 13 de junio firmando ejemplares de sus libros.

“Como creyentes individuales, pero también como colectivo, podemos ser un puente de comunicación entre posiciones muy, muy dispares”

P. Es interesante encontrar estos ejemplos de resistencia, que encajan bien con el espíritu protestante. ¿Se puede extrapolar esto también a la situación de los protestantes hoy, cuando somos minoría en un contexto tan polarizado como el actual?

r. Sí, así ha sido siempre. Imagínese cuando el protestantismo se afianza con la segunda ola, en pleno siglo XXI, siendo un grupo tan pequeño es el que más lucha por la abolición de la esclavitud. Usoz y Río, Borrow, son personas que promueven la democracia y las libertades. Encontraron muchas revistas. Abren escuelas, abren hospitales… Y para ir a un ejemplo más cercano, en la transición y en los años 80, son los evangélicos quienes abrieron centros de rehabilitación para drogadictos cuando era un flagelo y una ola que difícilmente podía detenerse. Ahora también estamos a la vanguardia contra la trata. Y también creo que podemos representar esa calma política. Lo malo es cuando la política entra en la iglesia y nos preguntamos si un creyente es o no creyente según su ideología. Creo que cada creyente tiene la libertad de tener la ideología que quiera, pero como iglesia tenemos que alejarnos porque tenemos que ser luz y sal. Si nos mezclamos con la política, cometeremos otros errores. Desde los tiempos de Constantino ha existido esta tentación del poder. Como creyentes individuales, pero también como colectivo, podemos ser un puente de comunicación entre posiciones muy, muy dispares. Eso pasó en Sudáfrica, o en Estados Unidos con Luther King, gente que tiende puentes y previene conflictos tan graves como los que se han producido.

P. Recientemente publicamos noticias sobre el descenso de los hábitos lectores. ¿Qué nos perdemos al no leer?

r. Veníamos de cifras altas, porque la pandemia hizo que la gente leyera más. Así que ha habido un aumento y luego un descenso, aunque algunos datos son positivos y esperanzadores, porque entre los jóvenes el ritmo lector está subiendo y parece que se debe a las redes sociales. Por primera vez parece que algo están haciendo bien, y es que hay tanta gente fomentando la lectura que muchos adolescentes se están empezando a leer. Quizás sea una moda pasajera para ellos, pero bueno, si se enganchan a los libros será algo bueno. España siempre ha estado un poco atrás, somos un país que ha tenido un alto índice de analfabetismo. El libro fue visto como algo peligroso, ¡imagínate! En el siglo XVI y en la Edad Media se pensaba que todo aquel que sabía leer era judaizante o moro, porque el cristiano viejo no sabía leer ni escribir y presumían de su ignorancia. Y los libros también se han visto como algo peligroso, pero creo que la cosa está cambiando mucho. El acceso a los libros es muy fácil. Y además, tenemos un lenguaje maravilloso que es universal y que llega a cientos de millones de personas. En América veo que hay mucha pasión por los libros y eso me anima mucho. Es cierto que competimos con muchas cosas: videojuegos, móviles… Pero eso nos tiene que llevar a cambiar nuestro estilo de escritura. Por ejemplo, escribo libros más breves y ágiles para Amazon. La gente es muy visual y necesita libros que no expliquen tantas cosas. Entonces, como escritores, tenemos que adaptarnos a los nuevos lectores y llegar a ellos en todas las formas y plataformas que están de moda en este momento.

“Los libros son un ensayo para la vida”

P. ¿Pueden los libros salvarnos del fanatismo y del odio?

r. Los libros son un ensayo para la vida. Nos ayudan a reflexionar y vivir lo que otros han experimentado. A diferencia de una película, nos hace ser más reflexivos, detenernos y pensar más en las cosas. Creo que en ese sentido un libro tiene mucho poder. Las novelas nos ayudan a empatizar con los personajes y eso nos ayuda a acercarnos a su mundo, a su forma de ver las cosas, a comprenderlos. También hace que la historia y otras épocas sean mucho más fáciles de entender. La historia no es sólo una lección para no repetir errores históricos, sino para la vida de cada individuo, de cómo podemos ser mejores personas, de cómo podemos ayudar a los demás, de cómo podemos buscar el bien común. Y por eso creo que tienen un gran poder, tienen tanto poder que Dios decidió dejar por escrito su palabra. De hecho, hay muchas historias contadas en la Biblia que encuentro emocionantes. Jesús contó historias para que la gente entendiera sus enseñanzas. Creo que es nuestro deber evangelizar la cultura, llegar con la palabra de Dios a través de los libros, con el ejemplo, porque al final el ser humano va a tener que elegir de qué lado se queda. Los libros son un vehículo para conectar con personas que parecen más alejadas de los valores cristianos occidentales.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL – Libros
– “Sería mejor que leyéramos para aprender y no repetir errores del pasado”

 
For Latest Updates Follow us on Google News