Tres novelas para morir de miedo y hambre

Tres novelas para morir de miedo y hambre
Tres novelas para morir de miedo y hambre

¿Cómo llamamos novela negra gastronómica o gastronomía negra? Si existió como un subgénero de la novela policíaca, ¿cuándo y cómo surgió este estilo de escritura?

Montse Clavé en el libro Manual práctico de cocina negra y criminal. (Libros Allende) escribió: “La librería negra y criminal tiene una cocina en la trastienda. Los personajes (…) comen y beben”. Así es, la mayoría de los protagonistas de estas historias no ir con antecedentes detectivescos mueren de pasión por la cocina o los tragos largos; Casi todas las tramas se basan en un entorno culinario: una cocina impoluta, un viñedo aislado, una bodega a oscuras, la mesa de un restaurante repleto de estrellas…

Los grandes escritores no pasaron por alto un plato, un ingrediente o un guiso como pieza clave en el desarrollo de un misterio por resolver. Y, si no, cuéntale a Agatha Christie quién hizo una copa de coñac, un simple sándwich de pepino o un mollete con mermelada de naranja la clave de un asesinato.

Lo cierto es que en los noventa autores como Manuel Vázquez Montalbán o Andrea Camilleri cubrieron sus novelas negras con buenas dosis de pasión culinaria, crítica social y política. “Los detectives privados son los termómetros de la moralidad establecida, Biscuter. Les digo que esta sociedad está podrida. “Él no cree en nada”, afirmó Montalbán con la voz de su legendario Pepe Carvalho en su obra. Los mares del Sur.

La gastronomía, como motivo, da mucho juego a una buena historia, de esas donde la intriga, el terror, el apetito y el deseo se unen dando como resultado lo que, ahora, llamaríamos gastronomía negra o, como ha acuñado el escritor Cristian Schleu, “thriller gastronómico”. El término nació tras la presentación de su novela. Muerte en tres texturas (NdeNovela), que acaba de llegar a las librerías. Una inquietante historia donde el lector se ve envuelto, cómplice y testigo, en la desesperada persecución de un inspector, que aún no ha encontrado al mayor asesino en serie. Todas sus víctimas parecen desmembradas, con el estómago perforado, las tripas al descubierto, descubriendo siempre un plato, un ingrediente… una pista. De ahí que los mejores aliados para resolver este thriller sean Philippe, un cocinero, y Tsu, su apasionado y siempre dispuesto asistente. La intriga se adereza con una buena dosis de cocina y ansiedad por conseguir la segunda estrella Michelin. Aprendes, mientras lees, sobre el arte del corte, la búsqueda de sabores originales, la creación de nuevos platos. Todo esto hace que por momentos te sientas intrigado y, por momentos, hambriento. La historia está contada desde el punto de vista del cocinero, desde la confusión y la perplejidad. Una forma muy original de contar que en ocasiones nos lleva a percibir determinados aromas o texturas de los platos. Como dice la cita que abre este libro: “No sólo de asesinato vive el hombre. Necesita cariño, aprobación, aliento y, de vez en cuando, una buena comida” (Alfred Hitchcok).

Pero ¿qué es bueno y qué no? ¡Ah, para eso están los críticos! ¿Cuántos chefs han soñado con rodar uno propio? Esto nunca lo sabremos, pero si abrimos el libro Sabor Crítico (Destino) todo empieza así: disparos con el crítico. La obra, la tercera de una saga creada por el escritor, cocinero y divulgador, Xabier Gutiérrez, nos traslada un año después de este sangriento asesinato y nos adentra en la vida de cinco personajes que deambulan en sus oscuras vidas. “Resumiría esta novela en una sola palabra: obsesión. La obsesión por conseguir las estrellas, la obsesión por conservarlas, que se unen a la obsesión de un policía que lleva un año sin resolver el asesinato del crítico gastronómico. Todos los personajes, los cinco que rodean al crítico, esconden una historia cruel y obsesiva, cada uno en su ámbito”, comenta Xabier Gutiérrez a EL PAÍS Gastro. El autor, que durante muchos años dirigió el I+D del restaurante Arzak (San Sebastián), creó al inspector Vicente Parra y le introdujo en una serie de tramas donde la gastronomía es un personaje más. “Mis historias nacen de la observación e inspiración del cine y la literatura de gente como Raymond Chandler, Arturo Pérez-Reverte o Dolores Redondo”, añade. “sabor crítico Es la novela más oscura que he escrito y la que menos acción tiene. Me he metido más en los personajes, en su oscuridad. Es difícil que un delito salga adelante si es con otra persona que no sea una sola persona. Lo primero que hay que hacer para cometer un delito perfecto es hacerlo solo, no puede haber cómplice. Si esto existe… la posibilidad de ser atrapado se multiplica por cien millones”. sabor crítico termina con varias preguntas importantes. Para dar respuestas hay que abrir la segunda parte, fuera del humoOtro caso más de Vicente Parra, esta vez ambientado en el mundo de la restauración.

Después de leer esto, uno se pregunta: ¿merece la pena convertirse en crítico gastronómico?

Lo que sí vale la pena es convertirse en inspector culinario. Un rastreador de aromas, sabores, texturas perdidos. Al menos eso es lo que Hisashi Kashiwai, autor de Los misterios de la taberna Kamogawa y ahora, la segunda parte, Las deliciosas historias de la taberna Kamogawa (ambos traducidos y publicados por Salamandra). Casos muy personales que surgen a la sombra de un pequeño restaurante de Tokio, siempre ligado al mundo de los recuerdos gustativos. Un padre y una hija, cocinera y camarera, escuchan, actúan y resuelven. Son los perfectos investigadores gastronómicos. Esta segunda parte sigue la línea del primer libro: buenas dosis de misterio, mucha gastronomía y sus finales felices.

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