Los ecuatorianos leemos un libro al año, ¿cómo podemos mejorar nuestra relación con los libros? | Sociedad

Los ecuatorianos leemos un libro al año, ¿cómo podemos mejorar nuestra relación con los libros? | Sociedad
Los ecuatorianos leemos un libro al año, ¿cómo podemos mejorar nuestra relación con los libros? | Sociedad

En 2021 se realizó la primera encuesta nacional para medir los hábitos de lectura en la población ecuatoriana (Encuesta de hábitos, prácticas y consumos culturales lectores). Allí se confirmó que No leemos (en promedio) más de un libro al año y dejamos otros dos sin terminar en la pila de ‘por leer’. tal vez, para siempre.

Hasta ese año, el país no había contado con una encuesta de prácticas y consumos culturales en los hogares. Además, según el documento publicado por el Ministerio de Cultura y Patrimonio en 2022, tampoco existían estadísticas nacionales relacionadas con el ámbito cultural. A pesar de esto, el 2024 fue designado como el año de la lectura y la oralidad nacional.

Es necesario actualizar las bibliotecas sobre todo en temática infantil y juvenil y priorizar los libros ilustrados (libros álbum). Foto: Shutterstock

El boletín con los resultados de la investigación, disponible en el sitio web de esa entidad, se titula Encuesta de hábitos, prácticas y consumos culturales lectores e incluye personas de cinco años en adelante en 23 provincias (excepto Galápagos).

Los ecuatorianos leen en promedio un libro completo al año, según encuesta

Adelaida Jaramillo, escritora y directora del espacio cultural Palabra Lab, Fue participante del consejo asesor para la implementación de la Política Nacional de Lectura y el Libro, convocado por el ministerio en el primer trimestre de este año.

“El panorama de la lectura en Ecuador refleja tanto desafíos como oportunidades en la era digital. Los índices de 2021 muestran que El móvil se ha convertido en la principal plataforma de lectura, indicando una adaptación a las nuevas tecnologías”, afirma. “Sin embargo, los hábitos lectores cambian constantemente y aún no contamos con un Plan Nacional de Lectura que fomente una mayor diversidad en nuestras lecturas y un trabajo continuo para hacerlas menos superficiales”.

Jaramillo, quien como parte de su gestión lidera un club de lectura que ha incursionado en la virtualidad, explica que “la era digital trae consigo el inconveniente de la inmediatez, fenómeno que Zygmunt Bauman llama modernidad líquida”. Entonces, La lectura en el móvil suele ser rápida y no ofrece la misma concentración y atención que otros formatos. “Por lo tanto, si bien hay razones para ser optimistas, es esencial reflexionar sobre cómo leemos, no solo cuánto leemos, y trabajar hacia un enfoque que promueva una lectura más profunda y significativa”.

¡Silencio en la biblioteca! Espacios que necesitan transformarse y salir al público

Tanya Benítez es bibliotecaria y directora de la Biblioteca de la Casa de la Cultura Ecuatoriana en Quito. (antes Biblioteca Nacional del Ecuador). Allí el principal objetivo, afirma, es hacer del libro un objeto cotidiano.

“Desde la aparición de internet hasta la pandemia, las bibliotecas dejaron de ser esos lugares donde encontrar conocimiento y se convirtieron en espacios silenciosos”. El equipo de Benítez se enfrentó a él invitando a los niños. “Abrimos la sala de niños, pero también comenzamos a trabajar con servicios de extensión bibliotecaria, llevando libros a parques, plazas, mercados, aulas”.

Clubes de lectura gratuitos que niños, jóvenes y adultos podrán aprovechar durante estas vacaciones estudiantiles, en Guayaquil

Benítez reflexiona sobre el concepto de la antropóloga francesa Michelle Petit. “Para algunos, todas las condiciones se dan al nacer. Pero a otros, las distancias geográficas y económicas no les permiten acercarse a los libros. Eso es lo que queremos romper”. Esto significa dejar de juzgar a quienes no leen, si todo entre ellos y los libros es una carrera de obstáculos. Si no tienen material de lectura en casa, si no hay bibliotecas escolares ni rincones de lectura, ¿adónde irán? Aquí es donde entra en juego el trabajo de las bibliotecas públicas”.

¿Qué ofrecerles? El bibliotecario habla de actualizar la colección bibliográfica, especialmente con temática infantil y juvenil, y cuidar la selección. En su caso, han optado por el libro ilustrado (libro álbum). “Trabajamos con el proyecto Bibliotecas Activas con 18 núcleos a los que les hemos dotado de una biblioteca móvil, que es una pequeña caja que lleva más o menos 80 libros”.

Respecto a que los ecuatorianos no leen, también señala la falta de políticas públicas en materia de lectura. Pero pronto rescata una figura. “Tuvimos un plan nacional del libro durante cuatro años y la lectura tuvo algunos éxitos, entre ellos, la formación de mediadores lectores”, alrededor de 55 en todo el país.

Benítez trabaja como mediadora de lectura desde 2006. Como ella, otros grupos han asumido la mediación y lo siguen haciendo con o sin planes de lectura, porque mientras están vigentes estos invisibilizan el trabajo de los actores culturales independientes y cuando se van “sin paraguas”.

“El gran problema de nuestro país es no tener una política pública que nos proteja. Esperamos que haya buenas noticias”, dice el funcionario, vinculado a Yo Amo Leer, que reúne dos bibliotecas comunitarias que prestan libros a niños y los han llevado a leer más de 20 títulos a lo largo de un año escolar.

Los resultados de encuestas como la de 2021, dice, son muy generales; Sin embargo, hay otros procesos que no están mapeados y no aparecen en las grandes estadísticas. “Pero sí, es real, las niñas y los niños están leyendo”, comenta y menciona la Casa del Búho, en Machalilla; la biblioteca Yuyarina Pacha, en Orellana, y Tungurahua con Yo Amo Leer.

¿Qué diferencia notas entre leer en pantalla y en forma impresa? “La calidad del contenido. Nuestros jóvenes leen mucho por WhatsApp y otras redes sociales, pero lo que necesitamos -ese es el trabajo de los mediadores- es pasar de esa lectura, que sólo les permite saltar de una información a otra, a detenerles para que lean detenidamente. , reflexionar, concienciar y eso no se puede conseguir en las pantallas”.

Los dispositivos electrónicos, reconoce Benítez, funcionan para lectores capacitados. Para los niños y jóvenes, la voz de la madre, el padre o el adulto cuidador marca la diferencia.

¿Qué opciones tienen los lectores en 2024?

Ana Belén Herrera, directora general del Librería online Buscalibre para EcuadorEstá de acuerdo en que la regla parece ser vivir a un ritmo completamente acelerado y que esto también se aplica a la forma de leer.

“Según la encuesta del Ministerio de Cultura y Patrimonio, el 91,4% de los ecuatorianos mayores de 5 años saben leer y escribir, y el 76,7% lee diariamente. También se afirma que el 57,5% lee libros; Sin embargo, en promedio sólo se lee un libro completo por año”.

Si seguimos con los resultados, entre los grupos que más leen están los estudiantes, los trabajadores asalariados y los que trabajan sin remuneración en casa. Entre los menos están las personas que permanecen inactivas.

Los ecuatorianos leen un libro al año y otros dos incompletos, según la encuesta del Ministerio de Cultura y Patrimonio. Foto de : Agencias

La plataforma preferida para leer es el teléfono celular (56,7%) muy por encima de los materiales impresos (33,9%). ¿Qué encuentran en la pantalla chica? Libros (57,5%), periódicos (40,9%), revistas (20,6%) y cómics (14,7%). El grupo de edad que más tiempo a la semana lee es el de los alumnos de secundaria (12-17 años), dedicando un total de diez horas, sobre todo, a textos escolares.

“Estas cifras nos hacen pensar, sobre todo si nos comparamos con países de la región como Chile y Argentina, donde se leen cinco ejemplares al año”, dice Herrera. “Como país, tenemos una valiosa oportunidad de lograr mejores índices de legibilidad; Estamos en el momento adecuado”.

Habla de mejorar la accesibilidad de los libros en bibliotecas y librerías, que cubren todas las regiones del país, y que ofrecen tantos títulos como tipos de lectores. “Debemos apoyarnos en las herramientas digitales y aprovechar los beneficios que brinda el comercio electrónico para democratizar el acceso a la lectura”.

La posibilidad de adquirir libros a precios razonables independientemente de la ubicación geográfica del consumidor es, para Herrera, un círculo virtuoso de la industria literaria. “La digitalización ha roto fronteras literarias y tenemos a nuestro alcance la posibilidad de aprovecharla para crear un Ecuador más lector”. (F)

 
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