Un crimen en el Carlton para revolucionar la industria editorial

“Hacemos que tus historias viajen”, promete el sitio web de Aniara. La editorial sueca “ofrece todo lo que necesita para ayudar a que sus libros publicados lleguen a una audiencia global”. Su CEO, Rickard Lundberg, proviene de Storytel, un servicio de streaming de audiolibros, libros electrónicos y podcast. Afirma aumentar las ventas al exterior de una obra “al menos cinco veces”. Aniara traduce, produce y distribuye libros en siete idiomas en catorce mercados. ¿El costo para el autor? Cero.

La clave es una traducción elaborada por Inteligencia Artificial (IA) y basada “en un Proceso de Lenguaje Natural con calidad controlada por lingüistas, traductores y lectores en un proceso de cinco pasos”. Incluso se aseguran de que el texto traducido conserve el estilo del autor. Se realizan versiones del idioma original en inglés (para Reino Unido y Estados Unidos), alemán, español (castellano y español de Latinoamérica), danés, finlandés, sueco, suajili “y más idiomas por venir”.

Hasta el momento, Aniara ha probado a cinco autores: cuatro suecos –Caroline Hainer, Björn Ranelid, Christian Unge y Roger Lundgren– y el vasco Javier Sagastiberri. Su agente, Beatriz Celaya, le habló de Lundberg, que convirtió ‘Muerte en el Carlton’ en un audiolibro en Storytel. Ese mismo título ha sido elegido para presentar a Aniara al mundo. “Me llamó la atención lo del suajili, me conformo con que me traduzcan al italiano”, bromea Sagastiberri, que ha publicado sus seis novelas policiales con Erein –la última, ‘Muerte en la Ría’, se promociona en la Feria del Libro de Bilbao – y que nunca ha sido traducido.

“Se trata de dar visibilidad a autores que no pertenecen a grandes grupos editoriales, que ya cuentan con sus propios sistemas de traducción”, explica el escritor. «Se democratiza un proceso que acaba en audiolibro, libro electrónico o impresión bajo demanda. Y cuando el negocio empieza a operar te pagan regalías con absoluta transparencia. Aniara se jacta de trabajar junto a agentes literarios y mejorar las portadas de libros y los metadatos para optimizarlos para motores de búsqueda, tiendas online y algoritmos. El respeto a los derechos de propiedad intelectual, prometen, es absoluto.

Javier Sagastiberri en el Hotel Carlton, escenario de su novela.

Jordi Alemany

Sí lo sabrá Javier Sagastiberri, que además de escritor es inspector de Hacienda desde 1987. «Sé cómo funciona este negocio. Para elogio de las pequeñas editoriales, casi no ganan dinero. Cuando me dicen ‘¿solo te pagan el 10%?’ Me parece mucho, porque tienen que arriesgar para poder llevarse el 20%. “Mi contrato me da absoluta libertad para vender mis derechos a otras editoriales, siempre que no sea española”.

Sagastiberri ya ha recibido varios capítulos de ‘Muerte en el Carlton’ traducidos al inglés por IA. «Las personas que dominan el idioma los han leído y no han tenido ninguna objeción. “Escribo novelas policiales en un estilo directo y parece que funciona bastante bien para la traducción”. La empresa sueca puede alegrar la vida de las pequeñas editoriales, que así disfrutarán de una mayor visibilidad para sus autores. Los traductores no están tan contentos con esto.

«Hasta que no se perfeccione este sistema tendrán trabajo, pero el problema de la IA puede afectar a los propios autores. Tengo colegas que ya usan Chat GPT para documentación. Todavía escribo mis novelas con bolígrafo Bic azul. Ahora he descubierto que puedo dictar el texto a un programa para pasarlo al ordenador, a ver si estoy lejos de esto”, explica el autor de ‘Una tumba sin nombre’. Sagastiberri exagera. En su última novela, también utilizó la IA para encontrar información sobre la guerra en la antigua Yugoslavia.

El escritor cree que es difícil que las máquinas sustituyan al hombre en los aspectos creativos, pero todo es posible en una industria editorial que está dando saltos. Y pone el ejemplo del noruego Jon Fosse, último premio Nobel de Literatura. «En España lo publicó De Conatus, una pequeña editorial que vendió 500 ejemplares y podía vivir de eso. Dos días antes de que se anunciara el Premio Nobel, Penguin Random House compró todos los derechos a Jon Fosse.

 
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