«Existe una sabiduría ambiental que hace que las culturas utilicen símbolos comparables» – .

La quincuagésima séptima edición de la Feria del Libro de Valladolid ha seguido rindiendo homenaje este domingo a su país invitado, México, con la presencia del escritor Jordi Soler. Originario de Veracruz, y concretamente de la comunidad de exiliados catalanes La Portuguesa, el autor Este domingo por la tarde ha mantenido un encuentro con el público en el Círculo del Recreo, acompañado por la periodista de El Norte de Castilla Victoria M. Niño, con quien ha presentado su último trabajo publicado, ‘En el reino del toro salvaje’.

Esta novela está ambientada en la selva de Veracruz, un pasaje especialmente querido por Soler, que ha utilizado en obras anteriores como ‘Los hijos del volcán’, ‘Usos rudimentarios de la selva’ o su trilogía ‘La guerra perdida’, que incluye las novelas ‘Los rojos de Ultramar’, ‘La última hora del último día’ y ‘La fiesta del oso’: «Nací en un entorno simétrico a este espacio literario, y guardo en mi memoria un archivo de imágenes donde los recuerdos se confunden con las imaginaciones, de cuya mezcla surgen situaciones que quizás nunca existieron pero que crean un lugar desde donde partir a la hora de inventar historias”, explica.

Ahora, con ‘En el reino del toro salvaje’ incorpora la mitología griega y prehispánica en una narrativa que se basa en el mito de Pasifae y el rey Minos y que juega a oponer ambas imaginerías, como en una serie de espejos: «Tienen arquetipos idénticos, no porque haya contacto entre ambas culturas, sino porque somos criaturas de la misma especie atemorizadas por las mismas situaciones», explica.

“Todo lo que no entendemos fue traducido a las mitologías de manera similar, el dios griego del vino Dioniso es idéntico a Tláloc, el dios de la lluvia de México”. Este fenómeno es bautizado por Soler como ‘sabiduría ambiental’, lo que significa que, si bien es imposible que un griego haya viajado a territorio latinoamericano con esta visión estética del mundo, germinan simbologías comparables entre zonas y pueblos que nada tienen que ver. juntos.

Forma para apoyar la parte inferior.

Soler también ha desvelado algunas de las claves que configuran su proceso creativo: “Siempre escribo mis novelas sin un esquema previo ni ninguna dirección especial, van tomando forma a medida que las creo”, ha explicado. En este caso concreto, partió de la imagen del toro blanco que, en el mito griego, sale del mar frente a la isla de Creta: “A partir de esa escena, tuve que inventar 300 páginas con las que justificar mi capricho ”, ironizó. .

Soler también confesó cómo, desde su diferente perspectiva de la realidad, prioriza la forma para sustentar el fondo: “Escribo de oído”, apuntó. «Me interesa que mi obra “suene” bien, que tenga musicalidad y ritmo, y una vez bien afinado lo que se dice también es un producto afinado; Hay filósofos con ideas interesantes pero muy secas de leer, por eso creo que si la forma es extraordinaria el fondo será magnífico.

Soler escribió en 2021 el ensayo ‘La orilla celestial del agua’, donde también habló de musicalidad y criticó la era tecnológica y la presión que marca tiempos de hiperproductividad en el trabajo: «Hemos ganado tiempo, pero creo que en eso estamos todos de acuerdo necesitamos una pausa para ver dónde estamos; de lo contrario nos convertiríamos en robots», apunta. Sí confiesa que le entusiasman las redes sociales e incluso el ‘barro’ que en ellas se respira.

Sin embargo, Soler admite que parte de esta actividad frenética se ha trasladado al consumo cultural, especialmente en películas y series de televisión, frente a los cuales sus libros son sólo uno más de los muchos productos contracorriente: «No soy el único escritor que exige una tiempo y una pausa para consumir el trabajo, pero hay que resistir con esperanza”, apunta. «A los jóvenes de hoy ya les da pereza una película de una hora y cuarenta minutos; “Y con la música lo mismo, ya nadie escucha un disco de ‘El lado oscuro de la luna’, sino que ve series o escucha determinadas canciones para convivir con ellas, más que para entenderlas”.

“Si quiero entender algo, mejor leo un libro, y para ello requiere un esfuerzo: si el autor le ha dedicado tres años, qué menos que pedirle que le dedique cuatro horas”, añade. «Este trabajo requiere que mantengamos a la gente alejada de las pantallas y que no estén ganando dinero; y el día que no haya lugar para ejercerlo, me convertiré en ‘youtuber’ o ‘tiktoker’.

 
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