Esas lecturas que no volverán – .

No son tiempos fáciles para los clásicos. Al menos, entre los jóvenes. ¿Leerían los adolescentes títulos como el regente ¿Si no los obligaran a hacerlo en la escuela secundaria? A No rotundo sale de boca de Marina Peinado, estudiante de primer año de secundaria. “Ella probablemente ni siquiera lo consideraría. Tampoco hubiera descubierto La casa de Bernarda Alba a menos que apareciera en un TikTok, aunque allí recomiendan más fantasía, misterio y romance que los no clásicos. Ésta me ha encantado mucho y me ha animado a buscar más obras de Lorca”, admite.

A partir del próximo año las pruebas de acceso a la universidad (PAU o EBAU) no incluirán la lectura obligatoria de libros en Cataluña. Los alumnos de Bachillerato trabajarán los títulos propuestos por su centro y en los exámenes se evaluará la competencia literaria. Esta decisión ha causado el asombro entre los profesores catalanes y españoles, que en lugar de esta noticia esperaban que el Departamento de Educación limitara las lecturas a una lista de libros obligatorios.

En el instituto descubrí Rodoreda y fue un antes y un después, pero ahora lo pienso y… ¿lo habría leído igualmente? Probablemente sí, pero más tarde”

cristian olivaMaestro

Antonio Garrido, director general del Grupo Edebé y presidente de la comisión de contenidos educativos del Gremi d’Editores de Cataluña, duda de que se eliminen las lecturas en esta importante etapa y que haya centros que opten por no leer ningún título, ya que ” No tendría sentido y sería contraproducente desde el punto de vista educativo”, pero reconoce que todos están “esperando que se den instrucciones más concretas. Entiendo que será un enfoque similar al de la escuela secundaria, en el que los estudiantes tendrán que desarrollar el hábito lector y el análisis crítico de algunas lecturas elegidas por los propios profesores”.

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Cristián Olivé, profesor del colegio Joan Pelegrí de Barcelona, ​​reconoce: “Puedo entender la intención, ya que esto proporciona cierta libertad y dilatación del tiempo, lo que me permite no apresurarme en el temario. Sin embargo, a pesar de que hay cosas buenas, hay demasiadas cosas malas, ya que se pierde la oportunidad de analizar de forma exhaustiva un texto que, de otra manera, puede no ser accesible a una determinada edad. Yo misma tengo esa experiencia como estudiante, ya que fue en el instituto cuando descubrí a Mercè Rodoreda. Para mí leerlo fue un antes y un después, pero lo pienso ahora y… ¿lo habría leído de todos modos? Probablemente lo hizo, pero años después”.


Estudiantes esperan antes de entrar para comenzar las pruebas de acceso a la universidad

Álvaro Ballesteros – Europa Press

Una de las muchas dudas que surgen con esta medida, más allá del debate cultural, es si puede afectar de alguna manera al sector editorial. “Es evidente que sí. Te guste o no, los profesores trabajaron con estos libros. Muchos no dejarán de hacerlo, porque que no sea obligatorio no significa que de repente nadie los leerá. Pero notaremos que la edición tardará mucho más en agotarse”, dice Jacob Suárez de Laertes, editorial que publica algunos clásicos como Tirant lo Blanc que periódicamente acaban entrando en la selectividad.

“Notaremos que la edición tardará mucho más en agotarse”, reflexiona Jacob Suárez

Álex Gómez Collins, director de marketing y comunicación del Grupo Anaya, reconoce que “el impacto será difícil de determinar de aquí a un año más, pero seguramente habrá que ajustar las tiradas. Si se hacen menos libros, se distribuirán menos y, por tanto, se venderán menos. Esto acabará afectando a la compra de futuros clásicos. Los editores no tenemos márgenes altos. Y lo que hay está destinado a una inversión continua en nuevos proyectos editoriales. Si el margen que estas lecturas prescriptivas podrían proporcionar, entre muchos otros factores, disminuye, entonces hay menos posibilidades de adquirir cosas nuevas. Y eso resta valor a la cultura general en España. Sería una lástima que a esta edad se perdiera la oportunidad de leer a Ana María Matute, por ejemplo”. luciérnagas, La novela del barcelonés, publicada, entre otras, por Cátedra y Austral, que tiene como protagonistas a adolescentes que ven cómo su mundo se desmorona durante la Guerra Civil, es una de las obras que pueden presentarse a los exámenes de este año.

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En cualquier caso, Bernat Ruiz Domènech, editor de Apostroph y observador del mundo del libro, no cree que haya motivos para el pánico. “El impacto comercial puede ser apreciable, pero en ningún caso decisivo si los editores han hecho bien sus cuentas. Un título concreto puede tener menores ventas, pero la mayoría son libros cuyo ciclo comercial está más que amortizado”.

Otros sellos prefieren no hablar de ventas y optan por centrar la conversación en las aulas. Club Editor, que cuenta en su catálogo con la obra de Mercè Rodoreda, incluida la lectura prescrita Mirall trencat, considera que “es fundamental que quienes hablen de ello, por ahora, sean los profesores de lengua y literatura”. Por su parte, Emili Rosales, director de Grup62 y Ediciones Destino –encargado de lecturas como Nada por Carmen Laforet, o aguas encantadas de Joan Puig i Ferrater– asegura: “Consideramos importante que la lectura y la enseñanza de la literatura ocupen un lugar relevante en la formación de cualquier estudiante. Nos preocupa, por tanto, el efecto que podría provocar la desaparición de las lecturas obligatorias”.

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Uno de estos efectos, avanza el profesor de lengua y literatura Gabriel Lara de la Casa, del Institut Escola London de Barcelona, ​​sería “un crecimiento notable de la brecha cultural ya existente. Habrá mucha más diferencia entre quienes van a un instituto público en determinados barrios y quienes pueden pagar uno privado. Allí probablemente ofrecerán una mejor educación literaria, entre otras cosas, porque tendrán menos estudiantes por aula”. La docente también advierte de “los peligros de trabajar por competencias. O, lo que es lo mismo, estudiamos lo que es útil. ¿Pero qué es útil? Parece que la literatura y todos los conocimientos humanísticos no lo son. Por otro lado es súper necesario porque te forma como ciudadano y en el pensamiento. ¿Te imaginas la educación inglesa sin estudiar Shakespeare? “Es impensable”.

En esta línea, Sebastià Portell, presidente de la Asociación de Escritores en Lengua Catalana (AELC), advierte de que “lo que está en juego y en peligro es el imaginario cultural. Éste es el verdadero debate. Ahora tenemos referencias comunes que quizás no tengamos en el futuro. Está bien que sean diversos y que se discutan y varíen en el tiempo, pero es importante que estos referentes lleguen a toda la sociedad y puedan ser compartidos. Y la forma de hacerlo es enseñando”.

“¿Te imaginas la educación inglesa sin estudiar a Shakespeare? “Es impensable”, reflexiona Gabriel Lara.

La escritora y editora Iolanda Batallé considera que “si bajamos el nivel de estudios en la escuela, repercutirá en todas las demás etapas. Creo que es un error poner fin a las lecturas obligatorias. Tiene que haber un canon compartido. Y la excusa no debería ser que ciertas lecturas sean difíciles. Las matemáticas también son difíciles y nadie propone eliminarlas”. No cree tanto que la medida pueda afectar a la librería Ona, que regenta en la calle Pau Claris, u otras, sino a “unas editoriales, que podrán discontinuar algunos títulos o publicar menos, cuando “debería ser ahora más que nunca”. “Apostemos por estas lecturas”, concluye.

 
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