Reseña de ‘Perro sin nombre’: Páginas donde menos siempre es más

Reseña de ‘Perro sin nombre’: Páginas donde menos siempre es más
Reseña de ‘Perro sin nombre’: Páginas donde menos siempre es más

Al parecer fue el arquitecto Mies Van der Rohe el primero en decir menos es más, dando origen a un culto profesado por todo tipo de artistas y creadores, con brillantes efectos en algunos casos. Luis Carlos Marco Bruna es uno de esos practicantes que le han sacado buen partido, y ‘Perro sin nombre’, su primer libro que ha publicado con Prames, es un magnífico ejemplo de que la concisión puede tener espléndidos resultados.

Los textos que en él se recogen oscilan entre lo breve y lo muy breve, con la significativa excepción del relato que da título al libro, y que es también el que lo cierra. Sin embargo, a pesar de su concisión tienen la fuerza de toda una saga novelesca, y con una potencia equivalente sacuden al lector. Un lector, por cierto, que se convierte en cómplice necesario para el funcionamiento de las historias, ya que el autor apela a él de manera sutil para que termine de darles sentido. Para ello recurre con frecuencia a referencias por todos conocidas, como puede ser un cuento infantil o una frase hecha, que en sus manos cambian de pronto de fisonomía con una sola frase escrita con el ágil gesto de un espadachín.

Distancia corta

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A Luis Carlos Marco Bruna le gusta darle la vuelta a lo más cotidiano, para que se le aprecien unas costuras que lejos de afear la realidad la vuelven nueva e interesante. Para ello puede adoptar una perspectiva de distancia corta, como en sus textos de menos de una página, pero también cortísima, como en sus ‘Figurativos’, donde a veces una sola palabra o incluso una sola letra puede ser suficiente para hacer brillar el concepto.

Esta manera de afrontar la escritura tiene sin duda un marcado carácter lúdico, y Luis Carlos Marco Bruna es un ferviente seguidor de otros escritores que se tomaron la faceta divertida de la literatura con toda la seriedad que merece, como Monterroso, Arreola, Cortázar o Cabrera Infante. Como ellos, sabe sacarle todo el potencial a la palabra, dejando al descubierto su capacidad para la sonrisa, la reflexión e incluso el dulce escalofrío de la ternura.

‘PERRO SIN NOMBRE’

Luis Carlos Marco Bruna

Prames

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125 páginas

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