Alfredo Serrano Mancilla: “El thriller político te saca muchos prejuicios”

Alfredo Serrano Mancilla: “El thriller político te saca muchos prejuicios”
Alfredo Serrano Mancilla: “El thriller político te saca muchos prejuicios”

En el último año de su carrera, el mejor futbolista del mundo recibe una misteriosa postal con un pedido urgente: postularse para presidente de la República Argentina. El protagonista se convence de que el país necesita un presidente que no venga de la política y acepte. La trama parece delirante pero no resulta del todo inverosímil en un país tan apasionado por el fútbol y la política como Argentina. Esa es la historia que cuenta. El objetivo que me falta (Galerna), primera novela de ficción escrita por el economista y consultor político español Alfredo Serrano MancillaOMS lo presentará junto a Álvaro García Linera y Fernando Signorini este martes a las 17.30 en la sala Alejandra Pizarnik (Pabellón Amarillo) de la 48° Feria del Libro de Buenos Aires.

Hace unos años Serrano Mancilla publicó Evo: operación de rescate (Casa al azar), un libro de no ficción que abordó la compleja trama político-diplomática que se puso en marcha para garantizar la seguridad de Evo Morales y García Linera tras el golpe de Estado en Bolivia. El autor define aquella producción como “una historia real que por momentos parecía ficción”. Ahora se atrevió a ejecutar la operación inversa: imaginó una trama ficticia que podría ser real, un “thriller político electoral” lo que le permitió “escribir sin tantos prejuicios y liberarse de la autocensura que a veces uno se impone”. La política suele interpretarse desde el periodismo narrativo o la no ficción, pero aquí Serrano Mancilla propone hacerlo desde la ficción pura, con personajes imaginados y en un registro en el que trabajaron otros escritores como el español Manuel Vázquez Montalbán o el griego Petros Márkaris. “El thriller político saca a relucir muchos prejuicios a la hora de escribir ficción“Por supuesto que uno aporta su posición ideológica, pero en este caso ni el candidato ni el narrador ni el entorno cargan con mis prejuicios”, declara.

Al escritor le llama la atención que ya no haya literatura sobre las campañas electorales: “Hay muchas intrigas apasionantes en términos literarios, siempre hay un final interesante porque no sabemos quién va a ganar. Las elecciones provocan una exageración de emociones, pasiones, intrigas, mezquindades y situaciones surrealistas“. Por su profesión, asistió a varias campañas en distintos países latinoamericanos y asegura que allí conviven disputas de egos con cuestiones humanas ligadas a aspectos puramente ideológicos. Otro condimento interesante es la influencia de la familia en los momentos más críticos: “Ningún manual mide la importancia del entorno íntimo en una campaña. El análisis político a veces olvida este factor”, explica el director del CELAG, y aclara que al crear su ficción evitó anclajes evidentes en la realidad.

La Argentina ficcionalizada está mucho más fragmentada que la real y, aunque hay referencias a partidos políticos que todos conocen, “el propósito no era hacer una radiografía política ni contar lo que pasa dentro del kirchnerismo, el macrismo o los libertarios”. Sobre el surgimiento de forastero ficticio en el mundo de la política, afirma: “No sería la primera vez. Hay un jugador africano muy importante que ganó el Balón de Oro y presidió Liberia, Chilavert fue candidato en Paraguay aunque le fue mal. ¿Por qué no pudo suceder algo como esto? ¿En un país tan futbolístico como Argentina?” él pide. El argentino nació en Gualeguaychú y jugó buena parte de su carrera en un club europeo. Esta operación anula cualquier tentación de asociarlo con personajes reales como Messi o Maradona. “Para mí era importante, quería sacarlo del ambiente porteño y evitar que nadie piense que eran personajes reales”, detalla el autor, y revela que cuando el jugador decide ser candidato, elige dos de sus mejores amigos para que lo acompañaran. en ese viaje: un uruguayo y un andaluz. “Todo está escrito desde el punto de vista del andaluz por razones obvias. Tenía la necesidad de hacer esto porque iba a ser un gran esfuerzo escribir la novela en argentino o uruguayo”.

–¿Cuál es el elemento que más le llama la atención en las campañas?

–Me interesa lo no lineal, las campañas son como una coctelera de situaciones kafkianas. Es algo que desde afuera no se sabe y cuando uno entra en ese laberinto pueden surgir situaciones como las que propongo en el libro, por ejemplo, que el candidato tenga un conflicto con su madre la noche previa al debate presidencial. También es un momento en el que todos afirman tener mayor capacidad de decisión que el propio candidato; Este juego entre los asesores y el mundo de la política es muy singular. Muchas veces el equipo intenta que el candidato deje de ser quien realmente es. Y ninguna campaña termina igual que comienza.

–Tanto la política como el deporte (especialmente el fútbol) se viven con mucha pasión en la Argentina y son fenómenos de masas. ¿Cómo uniste esos mundos?

–Me apasionan ambos universos por lo que para mí fue muy natural mezclarlos. En Argentina esto ocurre tanto institucionalmente como en la vida cotidiana: La gente habla de política y fútbol durante una cena dominical después de comer pasta. Por otra parte, hoy el fenómeno de forasteros y en ese marco es natural imaginar un suceso como el de la novela. Hubo personajes como Riquelme o Tévez recientemente. ¿Qué personaje fuera de la política podría resultar más atractivo como candidato que un ídolo del fútbol? Imaginemos que cualquiera de los jugadores del Mundial sea candidato… Eso alteraría el orden de la política tradicional y me pareció muy sugerente.

En relación a la polémica en la que se vio envuelto el presidente Milei tras suspender la presentación de su libro en la FIL, Serrano Mancilla cree: “Es contradictorio que el actual presidente se esté centrando en la batalla cultural, la lucha por el sentido común. Me parece legítimo que quieran darlo, pero es contradictorio porque las puertas de los espacios donde se habla de cultura siempre están cerradas. Si alguien no está de acuerdo con su marco ideológico o cultural, parece que debe pisotearlo o crear las mayores dificultades posibles. La Feria es un evento simbólico, masivo y democrático, donde participa la sociedad a todos los niveles”.

 
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