Lis Solé presentó su nuevo libro: Amores de Postal – .

Lis Solé presentó su nuevo libro: Amores de Postal – .
Lis Solé presentó su nuevo libro: Amores de Postal – .

viernes 19 de abril Lis Solé presentada en la Biblioteca Cultural de San Carlos de Bolívar, su última investigación denominada “AMOS DE POSTAL”.

Es la historia de una joven saladillona, ​​Rosa Zelaya Linares, que nació en 1884, procedente de Lobos donde se casaron sus padres españoles nacidos en Guipúzcoa. Los Zelaya Linares partieron de Lobos hacia el sur, siguiendo más o menos el itinerario de quienes se bajaban de los barcos a finales del siglo XIX, instalándose en distintos pueblos y estancias al sur del río Salado.

La numerosa familia de 12 hermanos -como era en aquellos tiempos- salió en busca de crecimiento, trabajo y bienestar. Seguramente viajaron en el tren que llegó a Bolívar en 1898 y allí se casó, en 1910, con Edisto Haedo Arredondo, un dolorense procedente de Benito Juárez y que finalmente se había radicado en Tapalqué.

La joven pareja se desplaza por diferentes estancias y lugares de Bolívar, pasando por “La Elvira”, Hale y “La Brava” en General Alvear, hasta instalarse definitivamente en el lugar “La Gallareta” de Alvear donde pasará el resto de su vida. . la integración familiar y tristemente la separación definitiva. Con algunos de sus hermanos, principalmente mujeres, Rosa pudo mantener vínculos a través del envío de postales que vinculaban sus vidas de manera amorosa y afectiva y que son el motor y base de esta nueva investigación de Lis Solé.

lisa escribe una cuasi biografía el cual se basa en el análisis y contextualización de aquellas 59 postales y veinte fotografías que fueron celosamente custodiadas por Rosa y conservadas por sus hijas y nietas.

Las postales abarcan un período de casi 30 años que va desde 1907 hasta 1931, cuando se interrumpió la correspondencia.

Las primeras postales de 1907 son de cuando Rosa era soltera y vivía en la localidad de Hale, partido de San Carlos de Bolívar en la provincia de Buenos Aires, y son enviadas por las hermanas de Rosa -ya casadas-, provenientes de distintas localidades de la provincia como como Tapalqué, Henderson, la zona “El Pantanoso” de Sierra de la Ventana y Trenque Lauquen.

Las hermosas postales importadas -sumamente pintorescas, con relieves, coloridos y características de la época- traen a Rosa augurios de felicidad, mensajes de amor y cariño que intentaban recorrer una distancia -que no era tan grande en cuanto a kilómetros- pero casi era imposible. saltar por la falta de medios de transporte durante la campaña de principios del siglo XX.

Si bien el ferrocarril había llegado a muchos de estos pueblos, la llegada a los correos y estaciones se hacía casi exclusivamente a caballo, las distancias se alargaban y en algunos casos las hermanas ya no podían verse.

La comunicación y unión de Rosa con sus doce hermanos se complicó cuando se casó con Edisto Haedo, y más aún cuando se mudaron de Hale a “La Brava” en Alvear donde bautizó a su primera hija Rosa Dacia en 1911.

De allí se trasladan al paraje “La Gallareta”, a unos 15 km del poblado de General Alvear, donde la vida rural absorbe a Rosa entre los animales, la siembra, la huerta, el ordeño de las vacas y por supuesto, la crianza de los doce. niños. lo que tienen con Haedo.

En ese ambiente, sola y con los niños que nacen cada año, Rosa deja de recibir postales. Quizás hayan perdido esa correspondencia pero también puede ser que situaciones de pobreza impidieran la compra y pago del Correo Postal.

El período coincide también con la cancelación de importaciones como consecuencia de la Primera Guerra Mundial y los efectos de la posguerra.

Así, la correspondencia se vio interrumpida desde 1911 hasta 1925, fecha en que llegaron las postales enviadas por sus hermanas Teodora, Francisca y Manuela, provenientes de Sierra de la Ventana, Trenque Lauquen, Tapalqué y Henderson.

Aquellas postales, llenas de amor y cariño, seguramente fueron el faro que apoyó a Rosa en momentos desafortunados y así lo explica Lis, quien analizó los textos recuperando la historia de amor que reflejan.

En la presentación, Liz explicó que estas postales y fotografías no solo muestran la historia de una familia sino la realidad de muchas familias que vivían en el campo a principios del siglo XX.destacando historias de trabajo en tiempos en los que la actividad humana era constante, con personas que vivían en el campo reunidas en torno a boleras o rincones de campo, aisladas de los pueblos aunque no muy alejadas.

Rosa y Edisto, al igual que otros vecinos de “La Gallareta”, se reunían en muy pequeñas porciones de tierra de las que eran arrendatarios, en su mayoría en ranchos de barro construidos y mantenidos por ellos mismos y donde la falta de transporte los llevó a un aislamiento casi total de las actividades del pueblo. .

Con claridad, la escritora explicó las grandes dificultades que tuvo al analizar lo escrito en cursiva y el uso de plumilla y tinta, así como la cantidad de errores ortográficos que evidencian -además de la escritura sencilla, fraternal y decorosa de la época-. – , la falta de escolaridad del grupo familiar que no desanimó a las mujeres que también demostraron su amor a través de una simple postal.

El escritor destacó la necesidad de hacer este tipo de análisis para fortalecer los vínculos familiares, comprender las tradiciones culturales, tender puentes entre generaciones, fortalecer los vínculos con familiares y conocer historias de amor y resiliencia familiar. Del constante diálogo con los participantes del evento, quedó muy claro que el estudio, análisis y contextualización de estas postales incorpora a la vida cotidiana ejemplos de trabajo duro, perseverancia y amor por la Tierra, sentimientos tan necesarios para comprender el presente a partir de identidad. y a las diferencias culturales que nos hacen únicos en el mundo, que refuerzan el sentido de pertenencia y nos hacen comprender el porqué de nuestro apego a un determinado lugar.

Lis Solé trajo los álbumes que se han conservado en la familia donde se encontraban fotografías y postales pertenecientes a doña Rosa Zelaya de Haedo, abuela de doña Marcia De Gregorio de Balquinta, quien preservó esos preciados recuerdos de madres a hijas y sobrinas, en un círculo de amor fraternal que unió y unirá siempre a las mujeres de la familia.

Sin duda, en este convulso presente, “Amor de postal”, reflexiona sobre una realidad casi desconocida de principios del siglo XX y destaca la necesidad del estudio y conservación de documentos, imprescindibles para comprender las tradiciones, mostrando ejemplos de amor y resiliencia necesarios para superar los problemas cotidianos.

 
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