En un comunicado conjunto, la Oficina Central de Estadísticas y la Autoridad de Calidad Ambiental advirtieron que el agua potable disponible en esa zona representa entre 10 y 20 por ciento del total reportado antes del conflicto.
El texto, publicado este miércoles con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente, señala que Israel destruyó la mitad de los 700 kilómetros de redes de agua y nueve de los 10 tanques principales para almacenar el líquido.
Las dos plantas desalinizadoras apenas funcionan al 20 por ciento de su capacidad operativa y el 83 por ciento de los pozos de agua subterránea tampoco están funcionando, dijo.
Ambas instituciones destacaron que la falta de combustible provocó la paralización de todas las plantas y del sistema de tratamiento de aguas residuales, que suma 130 mil metros cúbicos cada día.
Gran parte de esa cantidad se vierte ahora al mar Mediterráneo y otra inunda ciudades y campos de refugiados, lo que empeora la crisis sanitaria en la región, señalaron.
Montañas de toneladas de desechos y escombros en las calles de la Franja amenazan con causar un gran desastre sanitario y medioambiental, dijeron.
En ese sentido, estimaron que con la llegada del verano y las altas temperaturas aumentará la proliferación de insectos y roedores, lo que a su vez aumenta los riesgos de enfermedades y amenazas a la salud.
La descomposición de estos residuos libera gases nocivos, como metano y dióxido de carbono, que contaminan el aire y provocan olores desagradables, agregaron.
El texto cifra en 37 millones de toneladas la cantidad de escombros esparcidos en el enclave costero debido a la destrucción provocada por el Ejército israelí.
Los datos indicaron que el 46 por ciento de las áreas agrícolas de la Franja resultaron dañadas, subrayó.
También criticó la destrucción de la diversidad biológica, incluidos los hábitats de los animales salvajes, y la contaminación del agua, el suelo y el aire.
oda/robar
