La joven república desafió al mundo de entonces con la construcción de un Estado anticolonial y antiesclavista, integrado por personas liberadas de la esclavitud, en su gran mayoría de origen africano.
Hoy, la otrora insignia de la soberanía latinoamericana, la nación que sacudió el poder de las metrópolis europeas en el continente, se debate entre la vida y la muerte.
Los ciclos de violencia, pobreza, desigualdad y saqueo de la riqueza del pueblo haitiano se convirtieron en una regularidad.
La Oficina de Derechos Humanos de la ONU afirmó recientemente que la situación en Haití, un país devastado por la violencia, es desastrosa.
Según cifras de la ONU, las pandillas controlan actualmente el 80% de Puerto Príncipe.
Como consecuencia de la situación, el número de víctimas de la acción criminal de las pandillas aumenta, y se estima que superó la cifra de 4.000 muertos y 1.600 heridos, sólo en el periodo registrado entre septiembre de 2023 y febrero de 2024.
Un elemento que se suma al caos son las llamadas “brigadas de autodefensa”, que se toman la justicia por mano propia. También se han producido casos de violencia sexual, secuestros, violaciones, explotación sexual de menores y otros delitos.
Se sabe que la mayoría de las armas utilizadas en las acciones son de contrabando, por tierra, aire y mar, principalmente desde Florida, Texas y Georgia. Armas de Estados Unidos uuu inundan Puerto Príncipe.
¿Cuál es la causa de las espirales de violencia que azotan a la nación caribeña? ¿A quién le puede interesar la inestabilidad permanente del país?
Podemos afirmar con seguridad que no se trata de un motivo relacionado con la “nacionalidad” o la raza, como especulan los “analistas” europeos e incluso algunos “especialistas” locales.
La situación de Haití es consecuencia de las intervenciones militares que ha sufrido desde su fundación, de la injerencia extranjera disfrazada de “ayuda humanitaria”, del saqueo despiadado y sistemático de las riquezas del país, cometido por las grandes potencias, con la complicidad de una “élite local” que vela por sus propios intereses.
La peor violencia que ha sufrido la población de esa hermana nación caribeña es la exclusión, el olvido, la falta de acceso a la educación, la salud pública, el agua potable, la electricidad y los servicios básicos en general.
La Primera República ha sido castigada sistemáticamente por el temor que su ejemplo provocó durante años a los colonialistas europeos. Ha pagado caro el crimen de insubordinación, por su resistencia, por la defensa de su cultura y su identidad.
