La traición de Raúl Velasco que Laureano Brizuela nunca pudo perdonar

Laureano Brizuela en 2019 en México. (Foto de Medios y Media/Getty Images)

En 1989, cuando el cantautor argentino Laureano Brizuela se encontraba en la cima de su carrera, la justicia mexicana lo arrestó y lo encarceló por el delito de evasión fiscal.

Durante casi cinco meses estuvo encerrado en medio de un gran escándalo mediático, acusado de no declarar impuestos en seis de sus conciertos, mientras que su representante, Raúl Velasco Jr, hijo del poderoso locutor de televisión Raúl Velasco y quien era responsable de su administración y contabilidad, gozaba de libertad.

“Sacó a su hijo y me dejó en bandeja”, recordó Brizuela en una entrevista reciente con Matilde Obregón.

“Fueron en contra del hijo y lamentablemente del padre, y es algo que nunca pude perdonarle, aunque es una palabra falsa porque no estoy aquí para perdonar a nadie, pero nunca dejé que eso pasara porque él podría haberme llamado. Yo vine de Miami, ‘oye no vengas porque a mi hijo lo están persiguiendo’”, dijo.

“Por mi parte yo tenía contrato con su hijo y se supone que él declaró, yo no tuve nada que ver, me hicieron solidario, me hicieron responsable de lo que hizo”, agregó.

En aquella época Raúl Velasco gozaba de un enorme poder. Como dueño de ‘Siempre el Domingo’, el programa más importante de Televisa, era el referente de la televisión mexicana y tenía el poder de promover o acabar con la carrera de los artistas.

Su cercanía con Emilio Azcárraga Milmo, dueño de Televisa y uno de los hombres más poderosos de México en ese momento, le dio gran poder e influencia.

Muchos todavía recuerdan algunas escenas que hoy son vergonzosas pero que en aquel momento todos dejaron pasar, como la ocasión en que celebró que Thalía le quitara “la cosa vulgar que te habían dado el primer día”, o cuando la calificó de “fea”. ” y “gorila” a Lupe Esparza, vocalista de Bronco.

Laureano Brizuela en 2024 en México. (Foto de Jaime Nogales/Medios y Media/Getty Images)

Brizuela no pasó buenos momentos en prisión, especialmente los primeros días en los que estuvo separado del resto de la población carcelaria y fue calificado como una persona potencialmente agresiva.

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“Recuerdo que las primeras visitas que tuve fueron Pandora, fue Laura Flores, fue Olga Briskin. Las Pandora no duraron ni diez minutos, todas salieron vomitando, por la energía que se respira por dentro”.

Años más tarde, Laureano Brizuela escribió un libro titulado “Infamia del poder en México” en el que detalló la injusticia que vivió. Después de esa mala experiencia, su carrera nunca logró recuperar el impulso que tenía antes de su arresto.

Finalmente, tras un largo proceso judicial, logró demostrar su inocencia. “Demostré en un juicio de seis años que era inocente, absuelto y sin ningún delito que perseguir”.

Sólo regresó a prisión una vez, para cumplir la promesa que había hecho a sus compañeros de celda: ofrecer un concierto para todos los presos.

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