Que el mundo era y será una mierda, ya lo sabemos. También que la suerte es grande y que el mal mira raro sin entender. Enrique Santos Discépolo Es uno de los grandes letristas de tango que nos enseñó a entender la Argentina y el mundo. Sus tangos son icónicos: “Yira Yira” a “Confesión”de “Esta noche me emborracho” a “Infamia”de “Qué vachaché” a “Sin habla”. Y, por supuesto, el icónico. “Intercambio”que cantaron Edmundo Rivero, Julio Sosa, libertad lamarque y también Caetano Veloso -Exquisito-, Nacha Guevara, Serrat, Andrés Calamaromuchos otros. gardel No llegó: el fatídico avión nos lo robó.
Pero Discépolo no fue sólo un brillante compositor. De hecho, llegó a la música sin proponérselo. Fue actor y dramaturgo, y en los tangos encontró la posibilidad de síntesis que le permitía ser impetuoso, vehemente, grotesco. Así lo cuenta Daniel Casablancaquien a partir de este martes a las 23 presta su cuerpo a Discepolín en “Mordisqueador”una miniserie de seis episodios (cada episodio lleva el título de un tango) que se estrena Televisión pública. Producido por Radio y Televisión Argentina y el Biblioteca Nacionalla serie está dirigida por mariano mucci y actúan, además de Casablanca, Carlos Portaluppi y Leticia Brediceentre otros.
Daniel Casablanca, miembro del grupo Los Macocos —con quienes, de hecho, están en la cartelera con la obra “Matar a Hamlet” en el CCC—, vuelve a vestirse de Discépolo luego de haber realizado durante tres años la obra “Discepolín, fanático arlequín”, aunque ahora lidia con los últimos momentos de su vida. En julio de 1951, el popular poeta fue citado por el secretario de prensa. Raúl Apold escribir algunos monólogos para la radio en defensa del peronismo. La serie retrata la relación entre ellos, pero, sobre todo, la rebelión de un artista que rompió moldes y que nunca perdió la perspectiva social de su obra.
“Era una estrella”, dice Casablanca en diálogo con Infobae Cultura. “No podía salir a la calle, todos lo saludaban. Con Tania viajan a México, a París, en España conoce a Lorca. Fue una figura cultural muy importante. Y fue muy querido. Muy amado.”
Entonces surge el peronismo y Perón y Eva Le piden que haga los discursos de propaganda, lo que Discépolo acepta sin pedir nada a cambio. En esa época no escribía tangos porque lo suyo siempre había sido darle voz al perdedor, al desprotegido, y en esos momentos, dijo, de bullicio y celebración popular era difícil hacerlo. Discépolo apuesta por los monólogos y mucha gente está en su contra.
—La reproducción de la época, la ambientación, es muy llamativa. La serie es de gran calidad.
—Digo esto con respecto a la Televisión pública: Creo que es muy importante hacer estos proyectos. Estas miniseries se pueden hacer y, quizás, vender después a plataformas y llegar al mundo. He hecho mucho teatro subvencionado. trabajé mucho en eso San Martín. trabajé en el Canal de Encuentroen Paka Paka. Y también hice diez años de teatro comercial con “TOC Toc”. La verdad es que, si estos lugares no existieran, una parte de nuestra cultura no estaría allí. Adrián Suar Este producto nunca lo tomarás porque no te dan los números, porque es otra idea, es otro público. Debemos defender lo que es nuestro. Argentina no es el único país que subsidia la cultura y, además, no es por ahí por donde fluye el dinero.
—¿Cómo fue trabajar con Carlos Portaluppi, quien interpreta a Apold, el antagonista de Discépolo?
—A pesar de ser peronista, Apold es mi jefe, es el que me presiona, el que quiere propaganda y no le importa lo artístico ni lo poético. Pide números, estadísticas efectivas. Apold representa la derecha más profunda del peronismo. Apold es un personaje pesado y mesiánico. Siempre, en todos los gobiernos, estos personajes existen.
—También está Leticia Brédice, quien interpreta a Tania. ¿Cómo fue ese matrimonio?
—Podríamos decir que fue una relación… enfermiza, simbiótica. Son una pareja exitosa, desde hace muchos años. Siempre se dijo que ella lo engañaba, pero recientemente se descubrió que tenía un hijo en México. En las biografías siempre se dijo que quería regresar a México, pero está claro que quería regresar para encontrarse con su hijo y tal vez quedarse con su pareja mexicana. La historia que se cuenta es que él estaba en México y que, cuando Tania se entera de ella, va a buscarlo y le dice que si no regresaba con ella se tiraría por su ventana. Estaban en el piso 17. Regresa y se entera por carta que la niña en México estaba embarazada.
Discépolo tenía previsto regresar, pero, como estaba en plena campaña de Perón, iba a hacerlo cuando terminaran las elecciones, que eran en noviembre. Y nuevamente pospuso el viaje porque Perón y Eva lo habían invitado a pasar la Navidad con ellos. Pero no llegó: Murió el 23 de diciembre pesando 37 kilos.. “No está claro si fue un problema alimentario, del que no se hablaba en ese momento, o fue la depresión provocada por el distanciamiento con el público, o su vínculo con Tania, o el hijo que nunca conoció”, afirma Casablanca. . .
—¿Qué buscabas en la nueva interpretación de Discépolo?
—El lenguaje actoral es totalmente diferente al que hago en el teatro, que es mucho más histriónico, garrapata, de juego. Este es un Discépolo íntimo. Pero estaba interesado en discípulo social lo que había descubierto en la película “Cuatro corazones”donde interpreta a un personaje emblemático dueño del cabaret —algo que también hizo Gardel— y que siempre tira frases políticas y es dado a lo grotesco.
—Lo grotesco es un género muy nuestro.
—Por supuesto, lo grotesco es el teatro rioplatense. Es Sandrini; Es para hacerte reír y hacerte llorar. Te hace pensar a través de la risa. Si lo pensamos bien, está en nuestro ADN. Lo grotesco es una herramienta. Al público argentino le encanta eso. Ves a los personajes y te reconoces en ellos, y es un reconocimiento que te hace reír, pero luego te cuestiona y también te conmueve. Es nuestro camino. Creo que si agarramos Shakespeareseguramente lo hacemos grotesco.
—¿Qué queda de la época de Discépolo?
—Me parece que está en el recuerdo de aquella época, de aquella Buenos Aires brillante, despierta toda la noche como París. ¡Qué momento y qué modernidad tenían aquellos bares, aquellas tertulias políticas y filosóficas! Trajeron todo el teatro que se hacía en Italia, en Rusia, en Estados Unidos. Trajeron lo último de todas partes. Eran muy cultos, muy informados. Y el sentido del humor. Cuando veo los monólogos pienso que, pobre Discépolo, no podía creer que hoy estemos en el mismo lugar. Quizás el tiovivo sea inevitable, quizás así es como el mundo gira sobre sí mismo.
*“Mordisquito no me lo vas a decir” se verá todos los martes a las 22:30 horas