
Cuando pasen los días y la pena por la muerte de Tina Turner se asienta, como sucede con todo en la vida, será hora de repasar el legado que nos dejó “la reina agria” tras sus extraordinarios 83 años de vida. Además de las toneladas de actitud y buena música que nos regaló, Tina será recordada por otras razones, que tienen que ver con el triunfo de su voluntad sobre las peores adversidades. Desde sus inicios en Brownsville, Tennessee, Ana Mae Bullock tuvo que enfrentarse a terribles monstruos: las penurias económicas, la indiferencia de una madre que nunca la amó y la abandonó a temprana edad. Posteriormente, convertida ya en una estrella del canto, Tina tuvo que enfrentarse al machismo de la industria, al racismo mediático y hasta al prejuicio hacia los mayores, como sucedió en su regreso a la música en los años 80, cuando tenía 50 años.
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Los que llegamos a la música en los ochenta la recordamos así, no como la joven afroamericana de peluca lacia que en los sesenta cantaba R&B, gospel o soul junto a Ike Turner. Para nosotros, ella era una cantante solista con todas las distinciones de la realeza. Tina era simplemente “la reina del rock”, y así fue retratada en la televisión local, codeándose con la rancia crema rockera del momento, empapada en sudor y desafiando al mismísimo Mick Jagger, dando lecciones de actitud y confianza a los aprendices blancos. quienes miraban con asombro mientras destruía un escenario. En los programas de videos musicales, Tina aparecía con una actitud fría y arrogante, siempre en minifalda (su apodo legendario era “las piedras” o “las piernas”), moviéndose como una leona con una adecuada melena y cantando con la poderosa voz de un mujer que impuso sus reglas, a pesar de que en buena parte de su vida esto no sucedió así.
---De todas ellas, la peor batalla que tuvo que librar la gran Tina fue contra su pasado. Ese momento llegó en 1981, cuando habló por primera vez sobre la violencia doméstica que sufrió a manos de Ike Turner, el músico que trató de moldearla a su gusto y aprovechar sus talentos a lo largo de su matrimonio. La revelación de las brutalidades de Ike tocó un nervio en ese momento, porque todavía se consideraba un tema tabú. Liberada por la verdad, Tina se divorció y le dejó todo a Ike. Solo salió de la corte con su nombre artístico (que pertenecía a Ike), porque creía que en él residía un poder que no podía arrebatárselo. Luego emprendió el camino de regreso.
Nunca es demasiado tarde para empezar de nuevo
Lo que siguió después de su tan esperada independencia en 1978 fueron años de confusión. Eran tiempos de curar heridas y ganarse la vida de cualquier cosa, revistas musicales y programas de televisión, hasta 1983, cuando protagonizó uno de los regresos más sorprendentes para una artista femenina que ya caminaba libre por la base cuatro. Fue con el álbum “Private Dancer”, que ganó tres premios Grammy y la llevó de gira mundial, compartiendo escenarios con Eric Clapton, David Bowie y los Rolling Stones. Tuvimos a Tina en la radio e incluso en el cine, en un papel memorable en “Mad Max: Beyond Thunderdome”.
Y aun cuando demostró que no hay edad para el rock, también supo retirarse. Hoy se habla del “edadismo” de la industria del pop, como cuando Madonna denuncia que las estaciones de radio no quieren pasar su música porque están obsesionadas con los adolescentes. Tina toreó ese mismo toro en su tiempo y salió victoriosa, quizás porque estaba mejor preparada. En sus últimos años, después de su muy comentada gira de despedida, dijo con una sonrisa: “Me cansé de tener que hacer felices a todos todo el tiempo”. Era hora de pensar en sí misma. Vivió un retiro relativamente tranquilo en Suiza, cuidando las flores en su mansión junto a su esposo, con quien mantuvo una relación estable durante 35 años. Sus penas nunca dejaron de llegar, como la muerte de dos de sus hijos, pero esta vez vivió el dolor fuera del ojo público. Este miércoles, tras una larga enfermedad, tocaba descansar. //