Raúl Soldi, el maestro que pintó paisajes en un campo de La Tigra

Raúl Soldi, el maestro que pintó paisajes en un campo de La Tigra
Raúl Soldi, el maestro que pintó paisajes en un campo de La Tigra

Daniel Soldi, hijo del brillante artista plástico Raúl Soldi, dialogó con LU 24 luego de 30 años de su muerte y recordó el vínculo con el distrito de Tres Arroyos. “No puedo creer la cantidad de trabajo que hizo papá, es maravilloso”, dijo el dueño de un campo en la zona de La Tigra.
Soldi fue reconocido por su capacidad para capturar la esencia humana a través de sus obras, utilizando una paleta de colores vibrantes y composiciones expresivas. Su estilo evolucionó con el tiempo, pasando por el realismo, el surrealismo y creando un lenguaje visual propio que no se adscribe fácilmente a una tendencia artística definida.
Además de su labor como pintor de lienzos y retratos, Raúl Soldi obtuvo gran reconocimiento por sus murales, particularmente los realizados en espacios públicos y edificios religiosos. Una de sus obras más emblemáticas es la decoración de la cúpula del Teatro Colón de Buenos Aires, realizada en 1966.
Otro proyecto destacable es su intervención en la capilla de Santa Ana, en Glew, provincia de Buenos Aires, donde plasmó una serie de frescos que narran diversas escenas religiosas y cotidianas, mostrando una rica simbología.
La obra de Soldi ha sido expuesta en numerosas galerías y museos tanto de Argentina como a nivel internacional, y su aporte al arte argentino lo posiciona como una figura clave en el desarrollo de la pintura y el muralismo en el país. Su legado continúa inspirando a nuevas generaciones de artistas.
Fue escenógrafo de alrededor de un centenar de películas trabajando para Argentina Sono Films. Además, decoró las ventanas de Harrod’s.
“Sus obras están en los museos más importantes del mundo, hay dos en el Vaticano, en la Galería de los Uffizi en Florencia, en Nueva York”, destacó.
“Era un gran compañero, con mi hermano Diego le llevábamos unas frutas y mate al atelier para que dejara el cigarrillo”, recordó.
Amante del campo, Raúl lo envió a trabajar para aprender a trabajar la tierra. “Era amigo de Leonor Hirsch de Bunge y Born, que tenía una estancia de 16 mil hectáreas en 25 de Mayo. Tuve una experiencia extraordinaria”, dijo. Posteriormente decidieron invertir en Tres Arroyos. “Papá me recomendó a “Pepe” Carrera, presidente del Banco Comercial, un amante de la cultura, y ahí nació la compra del campo en La Tigra. Voy a menudo, pasamos los veranos allí”, dijo.
“Puso el caballete pequeño para hacer unos paisajes y el viento lo derribó, hasta que descubrió un viejo lavadero. Todas las mañanas iba a pintar allí y hacía 30 paisajes extraordinarios que se exhibieron en Buenos Aires y todos se vendieron”, enfatizó.
“Para él el amarillo Nápoles era un color muy difícil y lo buscaba durante la temporada de cosecha del trigo”, añadió.
“Por un tiempo alquilamos una casa en Claromecó y le encantó. Decía que el teatro estaba ahí: era el mar”, concluyó.

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