El ilustrador chileno que conquistó al NYTimes, Apple y Gucci

Creció en el campo cerca de Temuco. Hasta los 19 años había ido una vez a Santiago. Después de un intercambio en Canadá, estudió Ingeniería, pero luego cambió a Diseño en la UC y obtuvo una especialización en Arte. Su familia no tiene ninguna vinculación con el arte, explica María Jesús, conectada a la conversación desde Miami.

“Lo más artístico en mi familia es inventar cosas para arreglar las máquinas del campo, yo pintaba detrás de los calendarios de insumos veterinarios que le pasaban a mi padre. El único museo que existía en Temuco en esa época estaba en la Plaza de Armas y olía a humedad. Pero yo estaba a full informática, me encantaba estar en la computadora y ahí veía referencias, en Fotolog y dibujando. A día de hoy creo que soy un poco ignorante en comparación con artistas de otros orígenes familiares. Yo era como la oveja negra de mi familia, siempre rebelde”, comenta.

Tiene una hermana mayor que es médica y una menor que estudia derecho, dice. También confiesa que sus entrevistas la ponen nerviosa, que no le gusta exponerse ni mostrarse mucho: “Soy una chica muy rata, me dedico al menos 14 horas al día a dibujar. Cuando la gente me pregunta cómo he llegado hasta aquí es porque la cantidad de horas que dedico no es muy compatible con la vida. No soy bueno con las cosas sociales, tengo mi grupo de amigos, pero me cuesta socializar. Entonces me dedico al dibujo y tengo principalmente interacciones mediadas por una pantalla. También siento que mi humor no es tan bienvenido en persona, pero me di cuenta de que al hacerlo era más aceptado, por así decirlo. “Es muy solitario, pero al menos estoy usando la energía para algo útil”.

Se remonta a su época universitaria para explicar que trabaja desde muy joven. Sus padres no estaban muy contentos con su decisión de estudiar Diseño y la mensualidad que le daban no era suficiente en Santiago, por lo que desde segundo año empezó a trabajar. Primero tomando ayudantías; Hubo días en los que tuvo clases de diseño, clases de arte y tres ayudantías.

“Incluso en teología fui asistente. Y me acostumbré a este ritmo. “Siempre estuve trabajando, nunca paré”. Cuando se graduó ya tenía varios encargos laborales: diseñar una etiqueta de vino, retratos por encargo, dibujo de un regalo de cumpleaños.

Trabajaba permanentemente como diseñadora en un viñedo y como era rápida dedicaba su tiempo libre a dibujar. Era el trato que tenía con su jefe. Algunos de sus dibujos fueron publicados en su cuenta de Instagram. “Un día recibí un correo electrónico de WeTransfer: ‘Eres uno de nuestros artistas favoritos en América Latina. Nos encantaría poner sus fondos en nuestro sitio web durante un mes.’ Yo: ‘¿Es esto una estafa o es real?’ Alrededor de 5 millones de personas ven eso al día y tienen un equipo de curadores geniales que seleccionan las obras”.

Luego de aparecer en la interfaz del sitio de descarga masiva, fue entrevistada. es bueno que, una prestigiosa plataforma de ilustración inglesa: “Hubo una bola de nieve de encargos y tuve que dejar mi trabajo”. Eso fue un poco antes de que comenzara la pandemia, dice. Ella tenía 26 años.

“Un par de meses después me contactó The New York Times y les dije que podría hacer cualquier cosa que me pidieran. Voy a ser honesto contigo, soy muy ambicioso y para mí siempre lo ha sido: voy a ser el mejor en esto. Voy a poner a Chile ahí arriba. Me volví rígido: trabajé, trabajé, trabajé. No sé cómo me aguantan mi novio y mis amigos. Empecé a trabajar con el Times y empezaron a pasar la voz a los directores de arte: ‘Esta chica, si le envías una tarea a las 3 am, es capaz de tenerla lista a las 6 am’. Los pedidos empezaron a llegar en cualquier momento. Y soy el más rápido que puede haber, eso seguro. El Times me ha dicho varias veces que soy su ilustrador más rápido. Y eso me enorgullece”.

María Jesús ilustró la columna de opinión hace tres años El boletín de la mañana, que circula todos los sábados por la mañana en los medios de Nueva York. “Soy casi la única ilustradora que tiene su propia columna. Trabajo freelance, pero ahora soy fijo, el equipo editorial ha cambiado y sigo. Creo que nunca he fallado, puedo festejar en una boda y aún así lo lograré”. Los textos generalmente te los envían los miércoles y deberás entregar la ilustración en un plazo de 48 horas. Al principio la dirigieron y le dieron instrucciones, pero ya no es necesario.

“Tengo una aplicación que me lee los artículos, así que estoy escuchando información constantemente. Esta semana tengo que entregar portadas de dos libros y los estoy escuchando mientras hago otras cosas. Todo el día escucho reportajes, artículos, a veces me sé las noticias antes de que pasen porque en la columna de opinión hablan de cosas que están a punto de estallar”.

El jefe
Ese es sólo uno de sus muchos trabajos. Tiene varios clientes estables además de The New York Times: la empresa Lyft, el New Yorker, el Washington Post, The Telegraph, entre otros medios. “Y la novedad de este año es que estoy trabajando con Apple y para Gucci, que ya son otras ligas. La gente que me vea desde fuera pensará: ‘Qué artístico, qué bohemio’. Pero en verdad esto es una empresa y yo la trato como tal. Cuando recibí esta solicitud del Diario Financiero dije que sí porque es igual que cualquier otro negocio”.

-En esta empresa eres jefe y empleado.
– Sí, y soy un jefe tirano (risas).

Para cobrar el trabajo utiliza otra cuenta de correo electrónico donde aparece como “equipo de contabilidad”, confiesa entre risas. Como empresaria le ha ido bien. “Soy del campo, dicen que si tienes un terreno, algo tienes”. Como no sabe invertir en otra cosa, dice, con el dinero que ha ido ganando se compró un departamento en Santiago, otro en Miami y piensa comprar un tercero en Japón, país que le fascina y que lo visitó una vez por un par de meses y dónde le gustaría vivir en el futuro.

Su obra tiene una marcada influencia oriental, una mirada que evoca los dibujos animados de los años 80 o 90. “Es geek”, dice. “La cantidad de horas de anime, Internet y las redes sociales, al final inspiran algo. El anime influyó mucho en mi generación. “Somos súper otakus”, dice riendo.

Su vena pop y su estética vintage destacan también en las cinco portadas que realizó por encargo de Tusquets, el sello editorial Planeta, para la reedición de cuatro títulos de Fuguet: Por favor rebobina, malas vibras, Sobredosis y tinta rojaademás de su reciente lanzamiento ciertos chicos. “Mi favorito era Sobredosis, Me encantó ese libro. En Planeta me dieron mucha libertad. Antes intentaba evitar trabajar con Chile, por la exposición y porque sentía que no aportaba mucho”, admite el ilustrador.

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Comenta que el año pasado también le encargaron la portada de La caída de la casa Usher de Edgar Allan Poe, como parte de una reedición del autor por Penguin England.

“Me hace reír porque la gente no me conoce en persona, pero siempre recibo encargos que están entre divertidos y oscuros. Imagino que mi obra transmite esa parte más oscura. Como los libros de Poe, o los de Fuguet, que son urbanos, algo oscuros, también pop. Me sentí muy cómoda con ese encargo y también conmigo misma porque al final le dedico tanto tiempo a mi trabajo que sentir que alguien me entiende a través de él es como: ‘Uff, qué bueno que sean capaces de aceptarme tal como soy’. ‘”

Alto rendimiento
-¿Eres consciente de que casi todo ilustrador soñaría con ocupar tu lugar?
-Sí y quizás también por eso lo tomo con tanta responsabilidad. Me gustaría disfrutarlo más, pero siento que el peso de los sueños de muchas personas recae sobre mí también. Como voy a desperdiciar una oportunidad que tiene una persona en tal vez cuantas.

-¿Sientes que llega un punto en el que podrás darte el lujo de elegir hacer las tareas que más te fascinen y te ralenticen un poco?
-No. Me gustaría que sucediera y estoy trabajando en eso ahora con terapia. Pero esto es como ser un deportista de alto rendimiento, algo que quizás en el mundo del arte no se ve tan bien, pero yo crecí en el campo con mis padres que eran muy trabajadores, que se levantaban muy temprano y enfrentaban el desafío. naturaleza siempre incierta.

-Hija del rigor.
-Absoluto.
-¿Algún encargo que le haya costado? ¿Algún cliente difícil?
-Creo que el cliente más difícil es uno mismo. Soy bastante masoquista a la hora de criticar, me gusta literalmente el latigazo, me da vida, me hace querer hacerlo mejor. Cuando la gente me pregunta qué me trajo aquí, no es el talento, es literalmente la cantidad de horas que le dedico.
-¿No tienes miedo de desplomarte?
-No, porque me tendría que romper la mano o algo así. Estoy muy protegida, tengo una gran familia, mi pareja es genial, mis amigos son geniales, solo siento apoyo de ellos. Esta es una oportunidad en la vida, tal vez a los 35 pase de moda.

-Se repite la figura del deportista de alto rendimiento.
-Sí, no sé si los artistas saben reinventarse tan bien. La gente me da ejemplos de carreras largas, pero creo que en general el primer disco fue el bueno y el resto no tanto. No quiero llegar al punto de ser esa persona. Prefiero retirarme arriba y luego desaparecer. Tengo mucho miedo a la decadencia. Me despierto todos los días pensando que nunca más volveré a recibir un correo electrónico. Esa es la mayor ansiedad que tengo: ser olvidado. O que la Inteligencia Artificial me reemplace, y eso puede que ya esté sucediendo.

-¿Sientes esa amenaza muy cerca?
-Crecí en la tecnología y amo la tecnología. Siento que si la tecnología quiere reemplazarme, era mi turno. No voy a ser esa persona que empieza a pelear con la web. Intento vivir el día a día en ese sentido y también uso la inteligencia artificial para escribir textos, porque soy algo disléxico a la hora de escribir. Quizás los ilustradores deberíamos centrarnos más en el proceso, he visto muchos artistas que publican videos con su trabajo en progreso, todavía no puedo lograrlo porque tendría que exponerme mucho. Un profesor me dijo una vez: ‘Los artistas no deberían hablar. Deberían estar mudos. Lo que interesa es su trabajo, no lo que tienen que decir.’ Me impresionó mucho porque tenía cierto sentido para mí. Intento no aparecer en mi Instagram. Y prácticamente todo lo que publico son los dibujos que hago por placer, de los inconvenientes publico alrededor del 3%. Hoy hice 7 dibujos estúpidos y no voy a publicar ninguno.

 
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