Elena María García Lora | Médico y pintor con Parkinson “Con el pincel me desconecto de mi enfermedad y le doy sentido a mi vida” – .

Elena María García Lora | Médico y pintor con Parkinson “Con el pincel me desconecto de mi enfermedad y le doy sentido a mi vida” – .
Elena María García Lora | Médico y pintor con Parkinson “Con el pincel me desconecto de mi enfermedad y le doy sentido a mi vida” – .

Fue responsable de la Unidad de Dermatología del Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada. Después de sufrir cáncer de mama y una fuerte depresión en 2016, encontró en su pintura su forma de aferrarse a la vida, especialmente cuando a ella misma le diagnosticaron Parkinson. La pintura es, por tanto, la actividad a la que María Elena García Lora se ha aferrado como un clavo ardiendo para superar todas sus dolencias físicas, todas sus frustraciones y, en general, todos sus miedos. Actualmente hay una exposición de su obra en el Centro Artístico de Granada.

–¿Cómo es posible que un dermatólogo se convierta en pintor?

–Creo que no son dos profesiones incompatibles, sino todo lo contrario. En ambos la mirada juega un papel muy importante.

–¿Y que un médico que sufre de Parkinson se dedique a la pintura?

–Todo ha llegado solo. Verá, hace años me diagnosticaron cáncer de mama y después del tratamiento quirúrgico y la quimioterapia me deprimí gravemente. Ese fue el primer síntoma, aunque no el motor, del mal de Parkinson que luego padecí en una pierna. Fue con la depresión cuando me interesé por la pintura. Me jubilé y me dieron incapacidad absoluta. Tenía miedo de todo. No sabía que podía pintar hasta que me matriculé en la Facultad de Bellas Artes y entendí que ahí podía estar la solución a mis problemas.

–¿Cuándo se dio cuenta de que padecía esta patología?

–Mi pie empezó a temblar y me di cuenta de por qué escribía cada vez más pequeño y tenía problemas con el habla. También aparecieron los temblores y la rigidez muscular que le caracteriza. Lo diagnosticé yo mismo porque sabía lo que era. Entonces mis colegas neurólogos lo confirmaron. Entonces me dije, vaya, mi mala racha de salud continúa. Me ha tocado.

–Me imagino que alguien te diría que estabas loco cuando dijiste que querías dedicarte a la pintura con tu enfermedad.

–Bueno, tal vez alguien ajeno a mi vida pensó eso. Pero fue todo lo contrario con mi familia y amigos, quienes me animaron mucho. Tuve mucho apoyo en casa. Todos querían que estuviera bien y lo comprobaron cuando comencé a pintar.

–¿Es posible entonces que la pintura sea una terapia eficaz contra esta patología?

–Lo que te puedo decir es que la pintura me ha devuelto las ganas de vivir y ha sido mi meditación diaria. Por eso creo que la pintura no sólo puede ser una terapia contra el Parkinson, sino también para muchas enfermedades neurológicas, psiquiátricas y oncológicas.

–Ahora eres un pintor con cierta reputación en Granada.

–Bueno, al menos ya me conocen en el ambiente artístico porque he realizado varias exposiciones con mis obras. El año pasado expuse en la sala de Caja Rural y vino mucha gente a verla. Tuvo mucho éxito y se vendieron varios cuadros. El dinero recaudado lo doné a la Asociación Parkinson de Granada.

–¿Qué tipo de pintura practicas?

–Me gusta mucho pintar acuarela, pero también me atrevo a utilizar tinta china y gouache o tempera, que es un tipo de pintura al agua hecha con pigmentos ligados con goma arábiga.

–¿Cuáles son tus referentes pictóricos?

–Hay muchos, pero sobre todo Vicent van Goth, Gustav Klimt, Chagal, Matisse y los pintores grabadores japoneses de Ukiyo-es. Me encanta esta técnica que se realiza mediante xilografía y que fue muy popular entre los siglos XVII y XX. El término Ukiyo-e es budista y la traducción es penurias, desgracias o miserias de este mundo. Destaca la naturaleza efímera de la vida humana, la fugacidad de la existencia terrenal, el mundo flotante.

–¿Te atrae la pintura japonesa?

-Sí. No sólo la pintura. Un viaje que hice a ese país me marcó. Me atraía la elegancia de las mujeres japonesas. También sus valores y su conexión con la naturaleza. La exposición de la que hablaba y que estuvo antes en la Caja Rural estaba dedicada precisamente a las mujeres japonesas.

–Ahora tienes una exposición en el Centro Artístico de Granada. ¿Cuéntame sobre ella?

–Se llama La Mirada y es una exposición de 31 acuarelas de mujeres, la mayoría occidentales. He intentado expresarme a través de sus sentimientos y los míos, captándolos en su mirada e intentando crear una simbiosis entre ellos y yo.

–¿Pintas siempre en un momento determinado o cuando te sientes creativo?

–Pinto durante todo el día, sobre todo cuando por mi enfermedad me bloqueo y no puedo caminar, me siento en mi mesa de trabajo y dibujo. Cuando cojo el cepillo desconecto de mi enfermedad y le doy sentido a la vida.

–¿Llevas una cuenta de los cuadros que has pintado?

–Durante los últimos tres años he pintado casi quinientas acuarelas, exactamente 457. Lo hago casi compulsivamente. A veces me acuesto pensando en un cuadro y tengo que levantarme para pintarlo.

–¿La medicación que toma contra el Parkinson influye a la hora de pintar?

–Entre el 5 y el 10% de los pacientes de Parkinson, gracias a la medicación –agonistas de la dopamina, que son fármacos que estimulan los receptores de dopamina– experimentan lo que se llama un “brote artístico”, como dicen que le pasó a Dalí o Morrisseau, que cambió su forma de pintar. No digo esto, es un estudio que ha sido publicado en una famosa revista científica médica.

 
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