La verdad detrás de la obra maestra del Prado que ahora se exhibe en Avilés

La verdad detrás de la obra maestra del Prado que ahora se exhibe en Avilés
La verdad detrás de la obra maestra del Prado que ahora se exhibe en Avilés

“El Monstruo” era sólo una niña: la verdad detrás de la obra maestra del Prado que ahora se expone en Avilés

“El Monstruo”, en realidad, era “sólo una niña”. Así lo dice Patricia Pérez, de la compañía Cuéntame un Cuadro, que fue la encargada de explicar a un primer grupo formado por una decena de personas el retrato que realizó el pintor de cámara del rey Carlos II, el avileño Juan Carreño de Miranda. de Eugenia Martínez Vallejo cuando tenía seis años, un retrato que forma parte de la colección del Museo del Prado desde 1827 y que, desde este viernes, cuelga -en penumbra- en la cúpula del Centro Niemeyer (la entrada cuesta cuatro euros y también da acceso a la exposición “Juana Francés (1924-1990)”).

Y esto decía Pérez de ser “sólo una niña” cuando empezaba a explicar la vida de Eugenia en aquellos años del último de los Austrias: Carlos II. “Al monarca lo llamaban ‘El Embrujado’, que es un apodo mucho más relajado para un niño que no podía mantenerse en pie”, destacó el protagonista de la primera visita guiada al cuadro que estará en Avilés hasta el próximo 2 de junio. “Se me ocurren apodos tan crueles como este que le ponen a la niña”, añadió el guía.

El primer grupo que se acercó a la cúpula para comprender la importancia del retrato de la niña Eugenia pudo comparar las diferencias entre aquel cuadro y el que también estaba hecho de ella, pero desnuda. Pérez cree que compararlos demuestra que “el pintor empatizó con la niña”. Y señala, al respecto, la circunstancia de que la niña cuando está vestida “mira al pintor”. Cuando está desnuda, “sin embargo no, parece que se siente incómoda y Carreño lo señala”. El guía explicó que el artista, entonces, actuaba como empleado de la corte, “más artesano que artista”.

Lo de “El Monstruo”, explicó Pérez, viene de “cuando el cuadro entró en el catálogo del Museo, en 1827”. Luego se llamó “Retrato de Eugenia Martínez Vallejo. ‘El monstruo'”. ¿Se pueden revisar estos títulos? Pérez entiende que sí. Y apuesta por ello. El Museo del Prado lo hizo revisando 1.800 placas que contenían nombres o apodos humillantes. El coordinador general de conservadores del Prado, Víctor Cageo, explicó ayer en las páginas de este periódico: “Ni a mí ni al Museo del Prado nos gusta el nombre ‘El Monstruo’. Es un poco agresiva para ser una niña”.

Pérez no profundizó mucho en el motivo por el cual la niña tenía esos rasgos que llamaron la atención en la corte del último monarca austríaco. Los médicos comentan lo que le pasó a Eugenia Martínez Vallejo para que a los seis años diera la apariencia que Carreño plasmó en el famoso cuadro de ella. Todo indica que fue un problema endocrino. “Aunque en aquellos días se la interpretaba, en verdad, como fruto de excesos”, determinó el gerente de Cuéntame un Cuadro.

La niña nació en la localidad de Bárcena de Pienza, que se encuentra en el municipio de Merindad de Montija, al norte de la provincia de Burgos, fronterizo con Cantabria. “Ella muy pronto fue conocida en su región y, de esta manera, también en la Corte”, dijo Pérez. “Entró entonces en el grupo de personas de placer, es decir, los que acompañaban a las mujeres de la corte para resaltar su belleza respecto a la de la niña”, prosiguió el guía.

La niña murió a la edad de veinticinco años. Su retrato fue uno de los últimos de los pintados por Carreño. Aunque nació emparejado con la chica desnuda, no siempre estuvieron expuestos así. Cageao, por ejemplo, explicó que el desnudo no llegó al Prado hasta 1939 (el retrato vestida es de 1827, uno de los primeros que salieron de la galería real).

Patricia Pérez explicó algunas circunstancias que hacen únicos los dos retratos: “No hay antecedentes identificados. Y estamos en el Barroco, donde todo está profusamente decorado”, resaltó. Cageao lo había explicado la víspera: “En otros cuadros descubrimos las estancias del antiguo Alcázar”, es decir, a través de los retratos de los artistas de la corte se ha podido certificar la vida cotidiana en la corte austriaca.

Roberto Mielgo, uno de los participantes en la primera visita guiada al cuadro de Carreño, destacó “como fan” de Pérez, uno de los que sigue cada una de las salidas del guía y es licenciado en Historia del Arte. Jorge García, por su parte, explicó que quedó sorprendido con todo lo que Pérez había descubierto sobre el cuadro. “Lo mejor es tener la oportunidad de ver aquí, en casa, un cuadro que sea del extranjero”.

El próximo martes está previsto que comiencen las visitas guiadas para escolares al cuadro de Carreño de Miranda. El plan es que los alumnos conozcan de verdad a la niña que se descubrió débil a través de los pinceles de Carreño de Miranda a lo largo de la mañana. Durante todo el mes en el que el Prado y Telefónica dejan el retrato en Avilés, los responsables del Niemeyer lo acompañan con charlas e incluso un concierto de música barroca.

 
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