Las inquietudes que tuvo desde muy pequeña la hicieron descubrir su pasión por la fotografía en Irlanda, país al que acudió cuando tenía 17 años, equipada con la cámara que le regaló su abuela. La duranguense Patricia Laiseka comenzó a retratar paisajes durante el … fines de semana y en tu tiempo libre. Ahora ha decidido combinar naturaleza y cuerpos en una exposición titulada ‘Negua bistan’ (Invierno a la vista), compuesta por trece fotografías polaroid que se pueden disfrutar en el bar Oreka de Iurreta.
«Siempre he sido muy curioso y desde hace una década, la máquina de fotos me acompaña en ese camino que es la vida. Poco después viví en Barcelona, donde mi cabeza explotó con el mundo artístico, con toda la cultura que había, y comencé a demostrar esa sensibilidad hacia la luz, las sombras y el entorno que rodeaba la ciudad. En un año sabático me dediqué, única y exclusivamente, a visitar museos, asistir a charlas y centros de investigación fotográfica, laboratorios y talleres. Fue entonces cuando me dije: ‘Esta es mi pasión, lo que amo’”, explica el joven de 27 años.
Las instantáneas están tomadas en el formato original SX-70, el mismo que utilizaba Andy Warhol para retratar a sus artistas. Encierran un secreto: le salieron un poco azules por los químicos internos y decidió ponerles ese título y además agregarlos por su connotación: frío, energía física, sobriedad. Sus fotografías van acompañadas de poesía en euskera a modo de reflexión sobre lo que ha significado para ella su obra.
«Es un arte que despierta»
«Hay imágenes en blanco y negro y también polaroids en color. He descubierto un mundo interior que desconocía y creo que es muy importante proyectarlo a otras personas y que, a través de ellas, descubran partes de sí mismas que no conocen, ya sean emociones, sentimientos… La fotografía es un arte que tiene la capacidad de despertar algo dentro de ti”, dice.
Tras estudiar la carrera de Empresariales en Barcelona, Laiseka decidió realizar un grado superior de especialización en la escuela pública de arte y diseño de Euskadi (IDarte) en Vitoria-Gasteiz y actualmente es técnica de archivo histórico en la asociación cultural Gerediaga.
«Los paisajes –algunos de ellos situados en el camino de Urkiola– son los que nos encanta observar, sobre todo en el cambio de estaciones; y también hay fotos de cuerpos desnudos en los que hay que prestar mucha atención y mirarlos con atención para identificar las distintas partes”, confiesa.
La exposición, que permanecerá abierta al público hasta mediados de junio, busca en palabras del autor hacer reflexionar a los espectadores sobre la relación que el cuerpo mantiene con la naturaleza. «Somos parte de ello, dentro de lo que llamamos el universo, el cosmos. Expresamos emociones que atravesamos cuando cambiamos de estación, del otoño-invierno a la primavera. Al principio somos como ermitaños, entramos en un bajón de energía o de frío, estamos hacinados y eso también se refleja en los árboles que pierden las hojas, se quedan desnudos. Le quitamos unas capas y nos ponemos otras cuando empieza a florecer y a renacer, con mayor cantidad de energía y luz y ganas de hacer muchas cosas”, detalla.
En el citado bar, regentado por una mujer, Yomara, con gran inquietud cultural, quiere crear sinergias entre la cultura y diferentes artes y disciplinas artísticas. La autora tampoco quiere olvidarse de su amigo e historiador Jon Irazabal, que buscaba un muro en Iurreta para exponer obras y eligió este lugar, donde ha expuesto tras haber mostrado un viaje a Nueva York o reflexionar sobre la covid, con con el objetivo de crear diferentes dinámicas culturales en la localidad.
En su próximo proyecto en el que está trabajando, ‘Guardianas’, trata sobre esas mujeres que quedan olvidadas en las zonas rurales del Duranguesado y que a día de hoy siguen viviendo en caseríos. «Han sido guardianes de su familia, de su tierra, de su entorno. Actúan como protectores de todos sus vínculos y en la historia no han tenido el papel más importante. Como sociedad estamos haciendo hincapié en el cuidado y quiero darle voz a estas mujeres y a la memoria. “Representan una forma de vida”, concluye esta joven vecina.
