Male Correa, un artista que no le teme a la repetición

Male Correa, un artista que no le teme a la repetición
Male Correa, un artista que no le teme a la repetición

15/04/2024

En uno de los sótanos de un edificio de El Poblado, el pintor y escritor Correa masculina Dice que durante mucho tiempo intentó que la gente la llamara por su nombre civil –María Adelaida Correa– y no por ese apodo que le pusieron sus hermanos en la infancia debido a la dificultad de las lenguas de sus hijos para pronunciar las vocales de Adelaida. Sin embargo, el tiempo la hizo desistir de esa intención de corregir a los demás.

Esta anécdota es esclarecedora. Y es que la obra de Correa –visual y escrita– explora los mecanismos de la identidad. Su trabajo con grabados y con palabras indaga sobre los dispositivos que hacen que un individuo sepa –o crea saber– quién es en el mundo y qué lo diferencia de los demás.

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En el caso de Correa, este tema no queda en el plano de la retórica. Es testimonio de ello dos conocidos –así, un juego de palabras con “extraños”–, una novela mosaico que narra la relación de Male con Mario, su padre. Él, durante muchos años, apenas fue una fotografía de carné metida en un rincón de la casa de su madre y, de un momento a otro, se convirtió en compañero de su hija artista. Aunque escribir y leer hicieron posible que ella y Mario se acercaran y se conocieran, no tuvieron el tiempo necesario para limar todas las asperezas. Por ejemplo, Male nunca lo llamó papá. Ella todavía no lo hace. Sin embargo, el vínculo llegó al punto que los últimos días de su vida los pasó Mario con las manos ocupadas llenando páginas que contaban sobre su vida y su lucha contra el alcohol. Lo hizo a instancias de Male.

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Cuando Mario murió, a Male le quedó la misión de publicar el libro. Sin embargo, debido a esas idas y vueltas que da la vida y de las que nadie es enteramente responsable, las memorias no vieron la luz pública. Tenían un destino más lírico, si cabe la palabra: el de convertirse en soporte e inspiración para algunas de las obras de Male. Toda esta historia está y no está en el libro. También está ahí y no en las pinturas de Male, que estos días se exhiben en el Museo Maja de Jericó. Porque –nuevamente– su obra se ocupa de los pasajes de la identidad. Y lo dice claro: “No sabes quién eres si no sabes de dónde vienes. “Gran parte de mi trabajo es la búsqueda de mi papá”.

Como si esto fuera poco, el arte de Correa tiene otro estímulo para indagar en cuestiones del yo. Nació diez minutos después que su hermana gemela. Ya se sabe: los gemelos tienen una visión peculiar de la infancia, los roles que cada uno desempeña en la sociedad.

Mientras el doble de cada uno está en la piel del espejo, ellos –los gemelos– lo tienen más cerca, a unos metros de distancia. Esto se presta incluso para los juegos. Male recuerda que varias veces ella y su gemelo han cambiado de identidad y de gustos. Por poner un ejemplo, recuerda que su hermana ganó un premio de cuento cuando era adolescente, cuando ella estaba interesada en la caligrafía en ese momento. Ahora sucede todo lo contrario: el gemelo es calígrafo y Macho es quien ha publicado un libro.

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Esta experiencia visceral del doble se ha materializado en las pinturas de Male. Se pinta a sí misma y al hacerlo pinta otro yo suyo, su hermana.

 
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