Los escultores vascos (profusión de pelo blanco desgreñado, manos duras y sonrisas tranquilas) rindieron homenaje a su par, Néstor Basterretxea, en el lugar simbólicamente ideal: a los pies de Lurraren Alde, su última pieza monumental, situada en el parque Meatzalde Goikoa. en La Arboleda. … El artista, cuyo centenario se celebrará mañana, también tuvo una especial vinculación con este enclave minero porque le gustó y valoró por su importancia fundamental para Bizkaia y Euskadi. Porque sin el hierro no habría industria, ni comercio, ni banca, ni nada. El país es lo que es porque allí pasó lo que pasó.
El evento comenzó a las 12:30 horas de este domingo. Lo hizo bajo un cielo cubierto de nubes negras, una suave brisa que anticipaba una tormenta y el susurro de las copas de los árboles. Esta amenaza constante a un evento al aire libre, en un entorno rural y sin vigilancia, añadió dramatismo, tensión y vitalidad al evento, que al final se desarrolló sin incidentes. Sobre los campos verdes estaban, de negro, la gente del coro La Arboleda; de blanco el bailarín Diego Durán; y también hubo grupos de caminantes, aficionados al arte, artistas y vecinos que escucharon y aplaudieron.
Seguramente uno de los momentos más emotivos fue cuando una veintena de escultores depositaron, a modo de ofrenda, distintas piezas que habían realizado en homenaje a Néstor (así se referían a él, por su nombre de pila). Los dejaron a los pies de Lurraren Alde, quien con esas poderosas y oxidadas placas dispuestas hacia arriba parecía enviar señales desde arriba. De este modo, este colectivo quiso agradecer a Basterretxea “el cariño que le mostró a La Arboleda”, la forma en la que “nos animó a todos con este parque” (en relación al espacio escultórico que hay repartido por la zona) y por la «creación de la Asociación de Escultores». Lo dijo Guillermo Olmo, presidente de ese grupo, Eskuahaldunak. También se entregó una pieza a uno de los hijos del homenajeado, Jonan.
Mitxel Ruiz, presidente de los escultores vizcaínos, recordó el carácter cercano de Basterretxea, con quien “todos hemos tenido contacto”, y también un detalle que de alguna manera muestra cómo veía él su disciplina. Ruiz dijo que en una ocasión el reconocido artista diseñó un premio compuesto por tres partes diferentes, un par de columnas y unas alas en la parte superior. “Nos dijo que las columnas representaban esfuerzo y disciplina, y las alas representaban imaginación, magia”.
En el homenaje hubo aurresku, bertsos, poemas y música. Forma parte de la serie de actividades que se han organizado estos últimos días para recordar a Néstor Basterretxea con motivo del centenario de su nacimiento, que se cumple este lunes.
