Bailando bajo la lluvia – La Demajagua – .

Foto/CORTESÍA DEL ENTREVISTADO

“La vida no es esperar a que pase la tormenta, es aprender a bailar bajo la lluvia”, dijo alguna vez la directora y actriz estadounidense Taylor Swift, condición que antecede al diálogo con Yordany Batista Barea, joven holguinero de nacimiento y de Granma. por convicción, líder de la Compañía Bienandanza de Danza Contemporánea:

“Me inicié como bailarina en el Ballet de Cámara de Holguín (2002), bajo la dirección de Angélica Serrú Balmaseda. Fueron casi ocho años de intenso ajetreo, en los que compartí escenario con figuras estelares, como Viengsay Valdés, Carlos Acosta, Alberto Méndez, el Ballet Lizt Alfonso, Los Españoles de Cuba, dirigido por el Maestro Eduardo Veitía… y yo. Visitó frecuentemente Bayamo, invitado por el Consejo Provincial de las Artes Escénicas.

“La entonces programadora institucional, Dalia Alarcón, me habló de la necesidad de impulsar un movimiento de danza en la Escuela Profesional de Arte Manuel Muñoz Cedeño, pensé la propuesta y contribuí a materializar la idea.

“El 29 de abril de 2009 la sala José Joaquín Palma abrió sus puertas para la primera actuación de la compañía, dirigida por su fundadora, Esther Celia Boris Casate, e integrada por todos los profesores de la academia. Se consolidó otra de las ideas culturales del entonces primer secretario del Partido en Granma, Lázaro Expósito Canto.

Por motivos personales, la directiva institucional abandonó la provincia y asumí el desafío, sin la menor idea de lo que implicaba la nueva misión para una licenciada en ballet clásico como yo.

-¿Qué pasó después?

-Inicialmente impartí clases de ballet en los niveles elemental y medio, en condiciones que no eran favorables para los profesores. Luego nos brindaron un alojamiento temporal en el barrio Granma, con el tiempo la idea fracasó y ahora vivimos, con ciertas limitaciones, en la antigua Academia de Bellas Artes.

“Este comportamiento itinerante se establece como tendencia. Ninguna de nuestras compañías de danza tiene sede y los salones de ensayo no cuentan con las condiciones mínimas para trabajar”.

-¿La Educación Artística corre la misma suerte?

-En los últimos años ha habido un apoyo modesto, que todos agradecemos, pero aún es difícil sostenerlo en las condiciones actuales del país.

“De los seis tableros, tres están funcionando y un número similar se encuentran en reparación; en ellos se desarrolla la mayor parte de la formación del alumnado, limitándose a la adquisición de ropa y calzado propio de la especialidad. A lo que no hemos renunciado ni renunciaremos nunca es a las ganas de formar buenos bailarines”.

-La danza en Granma es la manifestación de menor frecuencia, aunque está presente en todos los espectáculos. ¿Limitaciones?

-Prevalece el desarraigo generacional, por lo que grupos de este tipo frecuentemente desaparecen, y como nuestro trabajo es casi desconocido, nadie nos contrata. El arte está controlado por la economía y eso agrava la situación.

“La falta de presupuesto para asistir a otros eventos también influye. Actualmente se genera apoyo y con el mismo ímpetu desaparece. En el mejor de los casos se logra una representación escénica, el Servicio Militar incorpora a los bailarines a sus filas y hay que empezar de nuevo”.

-Sin embargo, llegaron a su 15° aniversario, con resultados alentadores.

-Tenemos cinco premios nacionales y dos menciones, en diferentes modalidades; Sin embargo, prefiero trabajar en los festivales de danza Paisaje Urbano de La Habana, por la amplitud de ese movimiento, donde vienen bailarines de muchos países y te das cuenta de las últimas tendencias de danza que vive el mundo.

“Colocar institucionalmente la danza en su lugar está entre nuestras intenciones de hacer y lo que funciona poner, ese es el camino que transitamos”.

¿Él se da cuenta? Entonces… “La vida no es esperar a que pase la tormenta, es aprender a bailar bajo la lluvia”.

 
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