Feliz día del padre del fútbol | Peligro de lobo – .

Feliz día del padre del fútbol | Peligro de lobo – .
Feliz día del padre del fútbol | Peligro de lobo – .

En el Día del Padre vamos a dedicar esta columna a aquellos papás que además de valores y apellido, nos han dejado la pasión por los colores de un club de fútbol. Dentro de este subgénero de padres fanáticos del fútbol, ​​hay quienes son dados a hacer a sus hijos socios del club de sus amores antes de que nazcan. Son quienes, en palabras de Luis Landriscina, creen que “las pasiones no se pueden explicar desde fuera”. Así lo refieren en cada vástago, ven en cada niño la oportunidad de gritar al mundo dicho fanatismo.

Como aquel hincha de River que, al ser consultado cómo llamaría a su futuro hijo, expresó: “Si es niño se llamará Enzo Beto Ramón y si es niña, Ángela Amadea”.

Así como en nuestro país hubo registros de Diegos y Lioneles desde la aparición de Maradona y Messi, también hubo locos en el mundo que bautizaron a sus hijos con los nombres de sus ídolos. Como el propio Zinedine Zidane que llamó a su hijo “Enzo” por su admiración por el príncipe Francescoli, o aquel aficionado chileno que hace un par de años llamó a su primogénito “Griezmann Mbappé”, o el uruguayo que llamó a su hijo “Peñarol Campeón Gómez”. del Uruguay” o, yendo al extremo -por no decir “al carajo”-, el caso del brasileño que nombró a su hijo con los nombres de los jugadores del equipo Brazuca de 1970, ganador del Mundial de ese año: “Feliz Carlos Alberto Brito Plaza Everaldo Gerson Clodoaldo Rivelino Pelé Jairzinho Tostao.” Pobrecito, necesitaba 3 o 4 DNI para poner su nombre completo.

Dentro de esta categoría de padres fanáticos también podemos incluir a aquellos que expresan su loca pasión de forma material: les compran a sus hijos desde baberos y biberones hasta peluches y camisetas con el escudo del club y pintan la pieza con sus colores. a modo de adoctrinamiento, para que el chaval, a medida que crece, tenga muy claro su club y ni se le ocurra hacerse aficionado de ningún otro equipo.

Por supuesto, cuando van a la escuela, los niños corren el riesgo de entablar amistad con otros niños de diferentes orígenes que pueden hacerles cambiar de opinión. Y para eso, nada mejor que asegurar la identificación con los colores, a través del material escolar. Por supuesto, pueden ocurrir escenas similares a esta ocurrida en una librería:

–Buenos días, necesito para mi hijo una mochila con el escudo de Boca, un estuche con los colores azul y amarillo y una libreta con la cara de Riquelme.

–No, no trabajamos con cuadernos con la cara de Riquelme.

–¡Vamos, gallina!

La grieta entre archirrivales de barrio, ciudad o provincia siempre estará presente en este tipo de padres. Sus hijos crecieron sabiendo que todo lo que tenga los colores de su club es sinónimo de cosas bien hechas, que sus jugadores son poco menos que superhéroes y que todo lo que esté relacionado con eternos rivales es algo que odiar. Como la versión del Génesis de la Biblia que mi amigo Gogo, el hilandero de ratas, le dijo a su hija:

“En el principio Dios creó el Mundo e inmediatamente la Ciudad de La Plata. Entonces Dios dijo: no es bueno que los platenses se aburran los domingos. Y luego creó el fútbol. Entonces Dios separó el Cielo de la Tierra y de la afición de “estudiantes de Gimnasia y Esgrima. Llamó ‘ratas’ a todos los buenos aficionados y llamó Caos a los aficionados de Gimnasia”.

Por supuesto, tanta pasión no se acaba con los años. Los niños, ahora adolescentes, lo saben y la familia ya está acostumbrada. Como lo que pasó el fin de semana pasado en Rosario con aquel padre fanático de Canalla que, luego de conocer al novio de su hija, se mostró feliz de decirle a su esposa:

–Querido, la niña finalmente conoció a un chico maravilloso. No estudia ni trabaja ni tiene proyectos…

–¿Y dónde está lo maravilloso?

–No es fanático de Newell’s.

Para terminar les contaré la historia que me contó un amigo, Federico, un furioso hincha de Racing que “adoctrinaba” tanto a su hija Micaela con su equipo y su rivalidad con el Rojo de Avellaneda que una vez en la clase de Literatura de la primera año de secundaria, la maestra les explicó a ella y a sus compañeros:

–”Romeo y Julieta pertenecían a familias rivales”.

Y ella, que no captó ni una sola de Shakespeare, le contestó:

–Ya lo sé, en la familia de Romeo todos eran de Racing y la familia de Julieta era amargada de Independiente, ¿no?

Creo que ese año la Literatura se llevó a marzo.

 
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