El escape del liberalismo de Patrick Deneen –.

El escape del liberalismo de Patrick Deneen –.
El escape del liberalismo de Patrick Deneen –.

Este es un argumento que han defendido durante mucho tiempo pensadores de izquierda. Deneen, sin embargo, lo reconfigura colocando la evolución del sistema político estadounidense en medio de una batalla semimística entre “los pocos” y “los muchos” que se remonta a los albores de los tiempos. En la versión de Deneen, los muchos no son masas que buscan una liberación radical sino conservadores localistas que buscan que los dejen en paz. Sin embargo, sus élites se niegan a hacerlo y, en cambio, imponen lo que él llama el “supuesto central” del pensamiento moderno: que “el progreso transformador es el objetivo clave de la sociedad humana”.

Deneen identifica a las corporaciones y al capitalismo como parte de este problema, ya que la “destrucción creativa” del capitalismo y su alcance global perturban las vidas de la gente promedio, quienes, en su opinión, no quieren nada más que ganarse la vida dignamente y criar familias heteronormativas de acuerdo con las normas tradicionales, Valores religiosos. Sin embargo, su principal objetivo son las elites “despertadas” de la izquierda, las de las universidades, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y Hollywood: el “conjunto meritocrático… inteligente suavizado por el Botox”, como se refiere a ellos en un momento dado. Utilizando sus posiciones para asegurar su camino y garantizar que sus hijos conserven su estatus, las elites contemporáneas juegan a la meritocracia, pero en realidad han manipulado el juego a su favor. Su herramienta más nueva es la “política de identidad”, que les permite dividir a la mayoría según raza y religión, creando una política aparentemente tempestuosa que en realidad avanza constantemente en direcciones culturalmente progresistas, desafiando lo que la mayoría realmente preferiría si fuera así. en cargo.

Sin embargo, justo cuando uno piensa que Deneen sugerirá que la solución es una democracia más verdaderamente mayoritaria, él tira la alfombra: la solución es una élite mejor. Una élite más en contacto con el pueblo, sin duda, pero una élite que liderará y controlará de todos modos. Sostiene que esta nueva clase dominante “aristopopulista” no dividiría al pueblo contra sí mismo (como él cree que lo hacen las elites liberales), sino que mantendría unida a la sociedad como un todo orgánico. Evoca una tradición conservadora imaginaria y preliberal para apoyar esta idea, una que, curiosamente, incluye tanto a liberales (como Edmund Burke y Benjamin Disraeli) como a pensadores medievales.

 
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