Mientras el ejército israelí continúa su ocupación de Gaza paso a paso, el primer ministro de ese país, Benjamín Netanyahu, intenta justificar la matanza de palestinos con referencia a la Torá. Inmediatamente después del ataque de Hamás del 7 de octubre, Netanyahu abrazó la teología judía al mencionar la profecía de Isaías sobre la “tierra prometida”.
La semana pasada hablé en una columna de por qué esa medida representaba una amenaza para la política regional y mundial. También destaqué la importancia de que el Presidente Recep Tayyip Erdogan reconociera el riesgo de que el conflicto palestino-israelí se convirtiera en una guerra religiosa y advirtiera a Occidente, empezando por Estados Unidos, contra la presentación de la situación actual como una batalla entre la media luna y la cruz.
Parecería que Benjamín Netanyahu, al encontrarse bajo una inmensa presión en su país, no dudará en redoblar este discurso teológico. Es alarmante, sin embargo, que los gobiernos occidentales no hayan advertido al primer ministro israelí que no incite a un conflicto religioso o de civilización, a pesar de que más de 8.000 palestinos ya han muerto. Además, queda el amargo recuerdo de cómo Estados Unidos rápidamente comenzó a hablar de “las cruzadas” después del 11 de septiembre y de cómo su ocupación de Afganistán e Irak alimentó la radicalización en Medio Oriente. Ese fue el ambiente tóxico que dio origen a Daesh.
‘Dios bendecirá a la nación que bendice a Israel’
El presidente estadounidense Joe Biden se había descrito recientemente a sí mismo como sionista. Más recientemente, el presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Mike Johnson, prometió “estar como una roca” junto a Israel, utilizando un discurso evangélico: “Como cristianos, creemos que la Biblia enseña muy claramente que debemos apoyar a Israel. Dios bendecirá a la nación que bendice a Israel”.
¿Qué hay que decir acerca de esta mentalidad que considera que respaldar la opresión y el asesinato de 2,3 millones de palestinos bloqueados en Gaza es un medio para ser bendecido? Esta plataforma teológica, donde demócratas y republicanos se unen para apoyar a Israel, revive la teoría del “choque de civilizaciones”. Además, mientras los políticos estadounidenses no intentan ocultar sus argumentos teológicos, los políticos seculares de Europa se niegan a hablar. Incapaz de mostrar liderazgo en tiempos de crisis, Europa observa cómo el discurso judeocristiano se apodera gradualmente de la idea de civilización occidental secular. Mientras los militaristas en Washington cobran impulso al decir que los civiles también mueren en las guerras, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, ha sido abandonado por decir que los palestinos se están “asfixiando”.
Desaparición del sistema de la ONU y el derecho internacional
La crisis internacional que comenzó el 7 de octubre no se ha limitado a Israel y Palestina. Estamos siendo testigos de la desaparición del sistema de las Naciones Unidas y del derecho internacional. A diferencia de los líderes occidentales, la gente corriente se ha estado reuniendo en las ciudades occidentales para apoyar a los palestinos, un gesto extremadamente valioso que encarna la conciencia de la comunidad internacional.
Obviamente, el Presidente Erdoğan ha estado haciendo todo lo que está a su alcance para fomentar actos de conciencia como el crítico más vocal de la actual opresión. Dirigiéndose a 1,5 millones de personas reunidas en el aeropuerto Atatürk de Estambul el sábado para la “Gran Manifestación Palestina”, el líder turco entregó un mensaje a Occidente una vez más: “¿Quieren comenzar de nuevo una lucha entre la media luna y la cruz?”
Fue sorprendente ver que algunos medios de comunicación occidentales describieron esa advertencia como un llamado a la guerra religiosa. Aquellos que bendicen las masacres de Israel en lugar de detenerlas no sólo alimentaron el antisemitismo y el sentimiento antioccidental en el mundo no occidental con su discurso judeocristiano sino que también condenan tales advertencias. Siguiendo el camino de Netanyahu, vierten veneno en las raíces de la civilización occidental secular. ¿Quién tiene mayor responsabilidad por esa deriva teológica?