El drama de Boeing continúa

El drama de Boeing continúa
El drama de Boeing continúa

No son buenos tiempos para Boeing. Tras problemas en la fabricación de sus aviones comerciales y dos cambios de director general en poco tiempo, su acercamiento a la industria espacial tampoco va bien.

El Starliner, su nave espacial reutilizable diseñada para llevar astronautas a la Estación Espacial Internacional (ISS), acaba de sufrir una fuga crítica, afortunadamente, después de dejar ya a los astronautas en la estación.

Desarrollado en colaboración con la NASA, desde sus inicios, el proyecto ha tenido como objetivo no sólo proporcionar una alternativa a la nave espacial rusa Soyuz, sino también fomentar el crecimiento de la industria espacial comercial en los Estados Unidos. Sin embargo, el camino hacia el éxito ha estado plagado de obstáculos.

Problemas técnicos y fugas.

Desde sus inicios, el Starliner ha enfrentado varios problemas técnicos. Uno de los más notables fue el fallo durante una prueba de vuelo no tripulado en diciembre de 2019, donde un error en el cronómetro de la misión impidió que la nave llegara a la ISS. Este incidente subrayó la necesidad de revisiones y mejoras exhaustivas de los sistemas del barco.

Al año siguiente, en 2020, el Starliner tuvo que pasar una serie de pruebas críticas para demostrar su capacidad para realizar misiones tripuladas de forma segura. Cada uno de estos pasos fue esencial para restablecer la confianza en la nave espacial y en la capacidad de Boeing para cumplir con los estándares de seguridad de la NASA.

A pesar de los contratiempos, el Starliner finalmente despegó con éxito el 5 de junio de 2024, a bordo de un cohete Atlas V, llevando a los astronautas Butch Wilmore y Suni Williams a la ISS. Este hito fue crucial para que Boeing obtuviera la certificación de la NASA para futuras misiones de rotación de tripulaciones. Sin embargo, el vuelo no ha estado exento de tensiones, con la detección de múltiples fugas de helio y problemas con los propulsores de control de reacción.

En concreto, el barco de Boeing podría sufrir hasta cinco fugas de helio, y ya las ha sufrido todas a su regreso.

Las cinco fugas de helio: un problema persistente

La primera fuga se detectó poco después del lanzamiento de la misión tripulada inicial, debido a una válvula defectuosa en el cohete Atlas V. Este problema provocó el primer retraso importante en el vuelo. La detección de esta fuga puso de relieve la fragilidad de los sistemas del Starliner y la necesidad de un seguimiento constante.

Durante el viaje a la ISS, se descubrieron dos fugas adicionales en los colectores de helio del sistema de propulsión. Estos incidentes se produjeron en momentos críticos del vuelo, cuando los astronautas se disponían a iniciar su periodo de descanso. La rápida respuesta de los ingenieros permitió contener temporalmente la situación cerrando los colectores de helio.

Después de atracar en la ISS, se identificaron dos fugas más, lo que eleva el total a cinco. Aunque Boeing aseguró que el barco podría tolerar hasta cinco fugas sin comprometer su integridad, la situación ha generado preocupación. La NASA y Boeing han declarado que estas fugas, aunque pequeñas, podrían tener implicaciones importantes si no se gestionan adecuadamente.

Análisis de la NASA y Boeing

Los ingenieros de la NASA y Boeing están evaluando los posibles impactos de las fugas en la misión. Según un comunicado de la NASA, el Starliner tiene suficiente helio en sus tanques para soportar 70 horas de actividad de vuelo libre, más que suficiente para su regreso a la Tierra, previsto para el 18 de junio. Sin embargo, las fugas han obligado a mantener cerrados los colectores de helio. que debe abrirse para maniobras de desacoplamiento y desorbitación.

Los ingenieros trabajan día y noche para garantizar que todos los sistemas funcionen de manera óptima durante el desacoplamiento y el reingreso a la atmósfera de la Tierra.

Estos problemas recurrentes plantean serias dudas sobre la confiabilidad del Starliner para futuras misiones. Boeing y la NASA deberán trabajar estrechamente para resolver estos fallos y garantizar que las misiones futuras no enfrenten los mismos desafíos. La capacidad de Boeing para manejar estos problemas determinará en gran medida el éxito futuro del programa.

El futuro del Starliner afecta no sólo a Boeing, sino también a la estrategia más amplia de la NASA para fomentar la participación comercial en el espacio. Si Boeing no puede solucionar estos problemas, la NASA podría verse obligada a depender más de SpaceX y otros proveedores comerciales para cumplir sus objetivos de rotación de tripulaciones.




 
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