La enfermedad que se diagnostica cada 3 segundos en el mundo y aún carece de un plan nacional

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La enfermedad que se diagnostica cada 3 segundos en el mundo y aún carece de un plan nacional

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El envejecimiento es un desafío que hoy afecta a un porcentaje muy alto de la población. Actualmente, casi el 12% de los argentinos tiene más de 65 años, y se espera que en 2050 sea el 20%.

“Cuando se pregunta a las personas mayores cuál es su principal miedo relacionado con el envejecimiento, la respuesta más frecuente es ‘perder el control de mi cabeza’ –dice Julián Bustin, Jefe de Gerontopsiquiatría y de la Clínica de la Memoria del INECO–. En efecto, La demencia es la epidemia de este siglo. porque el factor de riesgo más importante es la edad y estamos asistiendo a un crecimiento exponencial de la esperanza de vida. A los 85 años, las investigaciones indican que el 37% de las personas tendrán algún grado de demencia. Pero la demencia es una enfermedad y no todas las personas que envejecen acaban desarrollándola”.

Una palabra difícil de desenredar por el estigma que conlleva, ¿Qué es realmente la demencia? “Es la pérdida de autonomía, pero no de ningún tipo de autonomía sino de autonomía intelectual, cognitiva. La demencia puede ser leve, moderada o grave y progresar más o menos rápidamente”, explica Fernando Taragano, vicepresidente del Comité Científico de la Asociación de Lucha contra la Enfermedad de Alzheimer y Enfermedades Similares de la República Argentina (ALMA).

Debido a su extensión –“en el mundo se diagnostica un nuevo caso cada tres segundos”, dice Julián Bustin-, en nuestro país buscamos implementar un Plan Nacional de Demencia que el Parlamento convertirá en ley y permitirá abordar el problema desde su facetas múltiples y complejas.

Antes de este nuevo intento, explica Taragano, quien preside el Capítulo de Deterioro Cognitivo de la Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP), hubo dos iniciativas para generar un plan similar, pero no prosperaron: una por cambios políticos; otro, por falta de presupuesto.

Diego Aguilar, psicólogo, director regional de Alzheimer International (ADI) para América Latina y el Caribe, señala que “ADI es una federación que reúne a 105 países para el desarrollo de políticas públicas en el marco del Plan Global Demencia propuesto por el Organización Mundial. en 2017, lo que implicó el compromiso de todos los adherentes de desarrollar planes nacionales con un plazo hasta 2025 inclusive, para posicionar la demencia como lo que es: una prioridad de salud pública”.

Aguilar agrega que Argentina es el único país latinoamericano con más de 40 millones de habitantes sin Plan. “En la región, nuestra federación tiene 35 miembros y sólo nueve la han desarrollado: Cuba, Chile, Uruguay, Brasil, Estados Unidos, México, Puerto Rico, República Dominicana y Uruguay. Ahora, ADI y ALMA, que forma parte de ADI desde hace muchos años, junto con la Fundación INECO, y con la colaboración del diputado Facundo Manes, quien es neurólogo y especialista en el tema, participaron de un conversatorio al que asistieron médicos, científicos , académicos, representantes de ONG, entre otros, para analizar el proyecto de Ley Nacional de Demencia que ya llegó a manos de Diputados”.

Julián Bustin explica que la demencia se define como un síndrome en el que dos o más funciones cognitivas superiores –lenguaje, memoria, atención, orientación– se ven afectadas progresivamente. “El impacto tiene que repercutir en mayor o menor medida en la posibilidad de realizar la vida diaria: viajar, contar dinero, cocinar, higiene, etc. El 70% se produce por la enfermedad de Alzheimer, pero también hay otras, entre ellas la demencia vascular, secundaria a un ictus, demencia con cuerpos de Lewy y demencia frontotemporal.

En más del 90% de los casos, añade el médico del INECO, los pacientes presentan depresión, ansiedad, delirios, alucinaciones, agitación, y estos síntomas son más habituales a medida que avanza la enfermedad. “Hay un componente de daño neuronal mucho más cerebral que en el trastorno bipolar o la esquizofrenia, en los que hasta el momento no se puede encontrar una lesión neuronal que explique el problema de conducta. “En la demencia, las neuronas mueren por diferentes motivos”.

Fernando Taragano dice que actualmente en el país más de 400.000 personas padecen Alzheimer, y entre 200.000 y 300.000 padecen demencia por otras causas. “Si pensamos que en cada una de estas personas involucran a otras dos por los cuidados que requiere la enfermedad, ¿cuántas están involucradas? Él pide-. Hay 1.350.000 por una sola enfermedad en el caso del Alzheimer y si hay 700.000 personas con demencia, hay 2.100.000 directamente implicadas. Y estas cifras se duplicarán en 2050”.

Él Alzheimer Ocurre a partir de los 65 años, pero en alrededor del 1% de los casos hay predisposición genética y suele aparecer antes.

Taragano explica que Las enfermedades neurodegenerativas que cambian la génesis de las neuronas suelen hacerlo de forma muy lenta y cuando aparecen ya tienen un desarrollo de 10 o más años. Diagnosticar tempranoalgo posible hoy en día, puede ayudar a prevenir el deterioro, aunque admite que estos métodos no son accesibles ni baratos.

“Hace 15 años, el Alzheimer se diagnosticaba post mortem”, afirma el experto. Hoy contamos con marcadores biológicos en la sangre, en el líquido cefalorraquídeo, estudios de neuroimagen para analizar el metabolismo de las neuronas y otros marcadores que miden el volumen de los hipocampos. Por eso cuando alguien dice que tiene problemas de memoria se debe aclarar su origen”.

Un fallo de memoria, añade Taragano, puede producirse por anemia, depresión, ansiedad o estrés. “La sobreadaptación puede provocar problemas cognitivos”, explica. Primero hay que descartar lo clínico. Pero hoy, gracias a los métodos de diagnóstico, es posible saber si ‘algo’ está sucediendo en la corteza cerebral y decidir a qué tipo de proceso nos enfrentamos”.

Además de esta dificultad, el ADI enumera otros síntomas que podrían indicar la aparición de demencia: dificultad para realizar tareas familiares, dificultades lingüísticas, desorientación en el tiempo y el espacio, problemas de juicio, dificultades con conceptos abstractos, pérdida de objetos, dificultad para comprender imágenes o información espacial, cambios de humor o de comportamiento.

Así como existen factores de riesgo, también los hay preventivos. “Sabemos que el 40% de las demencias podrían prevenirse o retrasarse su aparición si controlamos ciertos factores de riesgo modificables: dieta, ejercicio físico, actividades sociales, presión arterial, glucemia, audición y también, lo más importante, si tenemos una educación formal. . Desde la infancia se ha demostrado que esto reduce el riesgo de sufrir demencia más adelante – afirma Julián Bustin. Existe una asociación entre el nivel de pobreza y el riesgo de demencia y otras enfermedades. Por eso, en este Plan Nacional deben intervenir los ministerios de salud, educación y economía”.

“La formación de profesionales, cuidadores y familiares es fundamental, porque muchos de los pacientes dependen totalmente de los cuidados”, añade el experto de INECO, “así como facilitar la accesibilidad a diagnósticos y tratamientos, que son multidisciplinares y requieren recursos suficientes”. . Existe evidencia clara de que los tratamientos de estimulación cognitiva y reminiscencia, para estimular recuerdos pasados, ayudan. Además, es importante generar ciudades amigables para reducir el estigma y promover la integración comunitaria”.

”Cuando tienes un plan nacional o provincial puedes concienciar a la gente”, añade Diego Aguilar, residente en Tucumán. En esa provincia, precisamente, se aprobó en 2017 la Ley Provincial de Alzheimer “pero nunca fue reglamentada, nunca recibió presupuesto del ejecutivo provincial y no fue posible implementarla. No es el único caso. México, que tiene una ley excelente, tampoco tiene presupuesto”.

¿Es viable un plan como este en el país? “Totalmente”, dice Julián Bustin. Los beneficios serán mucho mayores que los costes. Actualmente se gasta en todo el mundo un billón de dólares para cuidar a las personas con demencia y se estima que para 2030 esa cifra se duplicará. Los costes de estas enfermedades son demasiado elevados como para no implementar un plan que consiga retrasar uno o dos años los nuevos casos y así reducirlos. Si, por ejemplo, se retrasa el desarrollo del Alzheimer un año, los costes se pueden reducir en un 20 por ciento”.

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