Después de recibir un duro diagnóstico, su médico le hizo una pregunta clave:

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17 de junio de 202401:59

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“El acto de pintar se trata de un corazón que le dice a otro corazón dónde encontró su salvación”. Dijo una vez Francisco Goya, poniendo palabras a tantas personas en este mundo que encontraron en un lienzo en blanco el comienzo de un camino de curación y una manera de extender a otros seres humanos una clave para explorar las propias emocionestal como le ocurrió a Alejandra Stier, una mujer que desde niña se dejó conmover por las pinceladas ajenas, para luego sumergirse en el universo de las artes plásticas para recrear su propia visión del mundo.

Sin embargo, en su trayectoria artística, la expresión de Goya impactó de lleno en su vida en un momento en el que ya era madre y atravesaba su primera juventud. Sucedió inesperadamente un día en que un diagnóstico cambió el rumbo de su vida: cáncer de mama, Le dijeron, y desarmada, se abrió ante ella un abismo lleno de incertidumbres.

La naturaleza es fuente constante de inspiración para Alejandra Stier

Alejandra creció en Palermo, en la Capital Federal. Desde niña se sintió atraída por el arte gracias a sus profesores a quienes recuerda con admiración y las visitas a museos fomentadas por sus padres. Pero en aquellos días de su infancia, sus sentidos se encendían con un pasatiempo tan sencillo como salir. jugar con sus amigos en la acera después de la escuela.

Ya en su adolescencia se dejó llevar por su amor por los caballos, que canalizó en jornadas de equitación los fines de semana. Los colores, por su parte, entraron de lleno en su vida hasta tal punto que absolutamente todo parecía una superficie apta para plasmar las creaciones que salían de sus lápices y bolígrafos escolares: “Empecé a pintar hasta los planos geográficos”. recordar.

Alejandra Stier hoy

De repente, el caudal de creatividad parecía inagotable, Alejandra se dedicó entonces a acompañar sus trazos con otras actividades artísticas, como diseñar sus propias agendas diarias, llenas de una identidad que se fue perfilando con el paso de los años: “Finalmente comencé a ir al taller de Kenneth Kempble”. él añade.

Para Alejandra, los días de secundaria transcurrieron de manera creativa, hasta la llegada de ese período crítico en la vida de muchos, donde la sociedad nos susurra de manera no siempre sutil que es hora de tomarnos en serio y elegir cómo ser productivos por el resto de nuestra existencia.

“Quería ser artista, pero como no se veía como una carrera que me generara ingresos “Me recomendaron estudiar Diseño Gráfico”, revela Alejandra, quien tomó ese camino; Se graduó en la Universidad de Buenos Aires y luego también obtuvo el título de Comunicadora Visual en la Universidad de Belgrano.

“Quería ser artista, pero como no se veía como una carrera que me generara ingresos, me recomendaron estudiar Diseño Gráfico”

Así, entre los trabajos formales y la formación de la propia familia, los lápices, pinceles y paletas de colores quedaron un tanto olvidados.

Cáncer de mama, escuchó Alejandra, las palabras fueron impactantes, ¿cómo puede ser? Era una madre muy joven y llena de sueños. Pero luego, tras su diagnóstico, se le ocurrió una pregunta inesperada que la trajo de vuelta al presente: ¿Qué crees que podrías hacer mientras tanto para acompañar el tratamiento? le preguntó su médico.

Sin dudarlo, una sola palabra llegó a la boca de la joven: pintar. La pintura era algo suyo, muy propio de ella y que la había acompañado durante toda su vida para transformar sus emociones en cualquier presente, en cualquier escenario.

“Fue allí donde volví a elegir el arte y nunca más lo dejé”. Alejandra continúa. “El arte era un canal de curación. Fue un gran impacto darme cuenta que a través de colores y formas podía expresarme y sanar. En el arte, cada pincelada o color nos comunica un viaje interior de cada uno. De ahí que juegue un papel fundamental tanto para el artista como para el espectador”, reflexiona.

“Fue un gran impacto darme cuenta de que a través de colores y formas podía expresarme y sanar”.

Con cada pincelada, Alejandra emprendió un camino introspectivo que se convirtió en mucho más que un camino de curación, se convirtió en un diálogo consigo misma y con el espectador donde exploró la complejidad y dualidad de la experiencia humana.

Poco a poco la pintura fue tomando un protagonismo central hasta adquirir protagonismo y hoy, Alejandra expone con orgullo sus creaciones, participar en diálogos invisibles y multidimensionales, como en su última exposición “Explorando lo invisible”, donde se puede observar la presencia de colibríes en un halo de fascinación por la magia y que despiertan la imaginación y la curiosidad en una invitación a explorar las emociones más profundas.

“Los trazos atrevidos y expresivos de Alejandra nos llevan por los caminos de una existencia vibrante, donde la exploración de lo profundo y lo desconocido se convierte en un acto de valentía y descubrimiento. A través de su arte, nos invita a explorar nuestra propia fragilidad y fuerza, a conectar con nuestro interior y reflexionar sobre nuestra relación con el mundo que nos rodea. Sus obras nos sumergen en un diálogo silencioso y enigmático. A través de sus colores y formas, saca a la luz situaciones dolorosas y de amor, invitándonos a contemplar la belleza y complejidad de la existencia humana”, dice su curadora, Florencia Gallo, sobre su obra, que podrá visitarse hasta el 1 de julio de 2024 en el Museo Sívori.

Alejandra nos ayuda a contemplar la belleza y complejidad de la existencia humana.

“Mi búsqueda a través del arte es revelar el bienestar general. Además descubrí que es un canal para mi expresión y poder compartirlo con otros me genera una red humana feliz, natural y saludable. Poder transmitirlo a los demás es parte de mi misión hoy”, concluye Alejandra.

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