Enojarse frecuentemente afecta el corazón, el estómago y el cerebro – La Brújula 24 – .

Enojarse frecuentemente afecta el corazón, el estómago y el cerebro – La Brújula 24 – .
Enojarse frecuentemente afecta el corazón, el estómago y el cerebro – La Brújula 24 – .

La ira es una emoción común que todos experimentamos, pero cuando se vuelve frecuente o intensa, puede tener profundos efectos negativos en nuestra salud física. No sólo afecta a nuestra mente, sino también a nuestro corazón y sistema gastrointestinal.

Un estudio reciente en el Journal of the American Heart Association ha revelado que la ira puede aumentar significativamente el riesgo de sufrir ataques cardíacos. Los investigadores examinaron cómo tres emociones diferentes (ira, ansiedad y tristeza) afectan la función cardíaca. Los participantes fueron sometidos a tareas que inducían cada una de estas emociones y luego se evaluó el flujo sanguíneo en sus brazos utilizando un manguito de presión.

Los resultados detallados por The Wall Street Journal mostraron que aquellos en el grupo enojado tenían un peor flujo sanguíneo en comparación con los otros grupos, ya que sus vasos sanguíneos no se dilataban adecuadamente. Esto sugiere que la ira puede dañar las arterias con el tiempo, aumentando el riesgo de enfermedad cardíaca.

La ira no sólo afecta al corazón, sino también al sistema gastrointestinal. Cuando alguien se enoja, el cuerpo produce numerosas proteínas y hormonas que aumentan la inflamación. Esta inflamación crónica puede aumentar el riesgo de varias enfermedades.

El sistema nervioso simpático, o “sistema de lucha o huida”, también se activa durante los episodios de ira, desviando el flujo sanguíneo del intestino a los músculos principales.

Además, la ira hace que se abran los espacios entre las células del revestimiento de los intestinos, lo que permite que pasen más alimentos y desechos a través de estos espacios, lo que genera más inflamación. Esta inflamación puede manifestarse en síntomas como dolor abdominal, hinchazón y estreñimiento.

Finalmente, la ira puede tener un profundo impacto en nuestro cerebro y capacidad cognitiva. Según Joyce Tam, profesora asistente de psiquiatría y ciencias del comportamiento en el Centro Médico de la Universidad Rush en Chicago, la ira involucra a las células nerviosas de la corteza prefrontal, la parte frontal del cerebro que afecta la atención, el control cognitivo y la capacidad. para regular las emociones.

Cuando nos enojamos, el cuerpo libera hormonas del estrés en el torrente sanguíneo. Los niveles elevados de estas hormonas pueden dañar las células nerviosas de la corteza prefrontal y el hipocampo. El daño a la corteza prefrontal puede afectar la toma de decisiones, la atención y la función ejecutiva, mientras que el hipocampo, la parte principal del cerebro para la memoria, puede ver alterada su capacidad de aprender y retener información.

Técnicas para gestionar la ira de forma saludable

Existen varias estrategias para gestionar la ira de forma que se minimice su impacto negativo en nuestra salud. Stephen Lupe de la Clínica Cleveland recomienda técnicas como la meditación, la hipnosis y la atención plena. Estas prácticas pueden ayudar a reducir la respuesta del cuerpo a la ira y promover una mayor calma.

Otro enfoque es aprender a expresar la ira de maneras más saludables. En lugar de reprimir o explotar, puedes intentar reconocer y expresar la ira de manera constructiva. Por ejemplo, en lugar de gritar o tirar objetos, puedes decir: “Estoy enojado porque X, Y y Z, y por eso no quiero comer contigo o necesito un abrazo o apoyo”. Este tipo de comunicación puede ayudar a mitigar la ira y evitar que se acumule.

Además, se sugiere que los ejercicios de salud mental, como ciertas formas de psicoterapia o ejercicios de respiración, pueden mejorar algunos de los problemas físicos causados ​​por la ira.

Con información de Infobae

 
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