Si Chábeli (54 años) era la favorita, la chica mimada, y Julio José (52 años) era el atleta; Enrique (50 años) no tuvo más remedio que ser la música. Los tres hijos de Julio Iglesias (82 años), casi sin darse cuenta, habían distribuido las pasiones de su padre. Cada uno llenaría una personalidad de nicho de sus padres. Nietzsche podría escribir mucho y mentir al respecto.
Desde la infancia sentí predilección por escamas y barras. Enrique Iglesias quería absorber todos los conocimientos sobre la música que tenía su padre. En Hidden, soñó con ser un día tan grande como el artista que le dio un promedio de su carga genética, y aspiraba a ser la nueva savia de la música latina. Dicen que debes tener cuidado con lo que quieres, porque a veces se cumple. Y fue cumplido. Todo lo que soñaba, sucedió. Pero también sucedió algo que no previó (o tal vez), La relación con su padre fue destrozada.
Enrique Iglesias, “Hidden ‘Beginnings in Music
No quería que su padre se enterara. La versión de Enrique Iglesias era que no quería pedirle ayuda a su padre. Tire de tapones y favoritismos. Pero él tampoco se escondió. Él era, es y será: Enrique Iglesias. De modo que no había duda sobre sus orígenes, y tal vez lo hizo para mantener una competencia que ha durado muchos años.

“Para mi padre, sin saberlo, lo molestó. Vamos a decirlo. Sin saber que fue el punto más difícil”, dice Chábeli Iglesias en el especial ‘Blood Ties’ que se dedicó a la figura del artista octogenario. Enrique Iglesias, de modo que el amante latino no descubrió cuáles eran sus planes, tomó prestado dinero de la niñera que los conocía desde niños y los había criado, el Señor. Ella le dio los 500 euros que cuestan para hacer el modelo de “si te vas”, con el que se presentó en el mundo de la música. Y, después de eso, el escándalo.
Julio Iglesias lo descubrió. Ve si lo descubriste. Y la reacción fue apoteosica. “Tuvimos una lucha por el tipo ‘estás loco, por qué has hecho esto sin decirme nada, yo soy el que está en la música, no podrás conseguir nada sin mí’”; El propio Enrique dijo en una entrevista hace años. “Después de eso, hice mis maletas y me fui en casa”.
Había despertado a la bestia. Su padre es un hombre que ama mucho a sus hijos, pero, también, alguien orgulloso y competitivo. Siempre quiso ser el mejor y ahora fue competencia. Y en su propia familia nada menos. Julio José lo explica de esa manera: “Mi padre se siente muy orgulloso de sus hijos porque nos dice todos los días; pero, al mismo tiempo, es un competidor y quiere ganar y seguir siendo el número uno, eso es muy claro”.
Julio Iglesias, el ‘amante latino’ que dejó, y Enrique Iglesias, el ‘amante latino’ que vino
¡Cartagena se ha negado a perder su posición y menos ante su propio hijo! Ese iba a ser un pulso que no estaba dispuesto a ganar. Pero los hechos hablaban por sí mismos. El que ahora acumuló números uno en la lista de la cartelera era él y no el veterano.


“Enrique es guapo, comprensivo, una persona maravillosa, ¡cómo no va a tener éxito!” Dice su hermano Julio. “Estaba muy impresionado y me quedé un poco en estado de shock. Pensé ‘¡Guau! ¡Qué tío!’” Todos querían su pequeño pedazo de Enrique, pero su padre aún era difícil reconocerlo. No perdió la oportunidad de restar valor, siempre con un paternalismo recalcitrante, el éxito de su hijo; lo que hizo que la brecha entre ellos se hiciera más grande.
“Siempre he querido ser mejor que mi padre”, dice Enrique Iglesias en otra de sus primeras entrevistas. “Vender más discos que mi padre, ser un mejor cantante que mi padre y mi mejor artista que mi padre”. A principios de la década de 2000, el pique entre las dos iglesias estaba en la cima de su pico.
Julio Iglesias no perteneció a la nueva generación que consumía música masiva. Eso llenó los conciertos y eso reclamó sus canciones en las radios. Enrique lo hizo. Y eso, al anciano, en su corazón de estrella, duele.


Julio y Enrique, diez años después: este fue su enfoque ‘performativo’
“Mi hermano es muy independiente. Creo que quería hacerlo solo para mostrarle a mi padre que podía”, dice Chabeli sobre él. Y, cuando tuvo éxito, tuvieron que acercarse nuevamente. Y lo hicieron con todo lo medido y calculado. Con una puesta en escena perfecta.
Estaba en Marbella. Una década después de que comenzó el conflicto. Esa abrupta partida de casa después de escuchar lo que ningún niño le gustaría saber de un padre con el que comparte una profesión. Y fue del hijo sosteniendo su mano al Padre. Enrique Iglesias vino a ver a su padre actuar en uno de sus conciertos en Marbella, para sentarse entre el público. Ese matiz es muy importante. Él, interpretando el papel del alumno, quería rendirse al maestro. Y parece que esto fue feliz.
“A veces uno dice cosas, pero en la parte inferior del alma no lo siente. No estoy seguro de si mi padre le molesta que Enrique no le dijo sus planes, pero lo que estoy seguro es que mi padre está orgulloso de él y que ambos se aman mucho”. Palabra chábeli.