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España será negro -.

La piscina

Sánchez insiste en que será verde, pero su victimismo indica que nuestro futuro será como el primer fumar

Si fuera por él, se pondría el solideo, sin el cónclave que la pena, y culparía a esta degeneración democrática al Espíritu Santo, especialmente ahora que está a punto de manifestarse por la chimenea de la Capilla Sixtina. Pero no es el paraclite quien preside sobre Eléctrica roja o el Ministerio de Transporte. Tampoco es su compañero de gobierno. La franja de la alfombra es obra de Pedro Sánchez, reza por la acción, reza por la omisión. Pero el presidente vive en una transferencia de incompetencias de Tesonero. El aumento en el gasto es la prueba de algodón de su abulencia colosal: el gran bulto de la mayoría de los progresos. Sánchez es solo la boca de un conciliador aberrante formado por comunistas e independencia, un convento en el que cada uno tira de su hilo particular para dirigir el títere. Sanchismo no es un proyecto, es un artefacto. Una amalgama de poderes clandestinos. Nada más. Sin embargo, este formato de aleación inusual de un gobierno tiene una ventaja de propaganda: si bien el comando se diluye en un enorme batiburrillo de intereses cruzados, la responsabilidad siempre puede ser de otra. O nadie. El robo de cables AVE puede ser una trama judeomónica o el difunto de bandidos de cobre, pero en cualquier caso la víctima es Sánchez. El apagón ha sido diseñado en un Gaudeamus de poderosos fumadores puros o ha sido una consecuencia del peligro de la nuclear, pero el gobierno es solo el afectado. Sanchismo es, en todo el significado de la palabra, estrictamente irresponsable. Y si alguien tiene la culpa de algo es el Espíritu Santo o el ultra derecho. Estamos en medio minuto que nos dicen que la tercera persona colocó la hermandad de la Santísima Trinidad.

En su homilía de la carrera de San Jerónimo, Sánchez aparece nuevamente como la herida, no como el jefe. Se parece a ese abogado de Marcial Lalanda que le dijo a su torero en el callejón de la enfermería: “Qué cornada nos han dado, ”. Y el correcto respondió entre los gritos: “Hombre, sobre todo yo”. Las víctimas del apagón y el tren de los trenes somos en su mayoría nosotros, quienes también presentamos sin moler nuestro estado de resultados mientras analizamos los salarios públicos de las Mesalinas de Ábalos o de ese conectado a la fafe andaluza que, como es costumbre en la hermandad, no sabía dónde estaba su oficina. El presidente insiste en que España será verde o no, un eslogan populista que se une a las proclamaciones sobre la reducción de la jornada laboral o los aumentos salariales. Cuando el tercer mundo aparece su cabeza detrás del muro de La Moncloa, el servicio de propaganda promete paraísos o expande la tarifa plana del móvil al Ministro Puente para jugar ‘en línea’ para ser el sotador de Bastos. Pero ninguna de la providencia ya salva esto. Con esta administración, España será como el primer humo del cónclave. Como la cuadrícula de electricidad. Cuando los pájaros se detuvieron en el pájaro. O como el toro que mató a Manolete. Nigrica Nigrica negro.

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