Sábado 10 de mayo de 2025, 10:33
La torre Iberdrola es probablemente uno de los edificios en los que, incluso si nunca has entrado, sabes y queda sobrante. El rascacielos más alto de Euskadi, que se ve en diferentes partes de la ciudad, ha despertado la curiosidad del investigador y diseminador Erik Harley (Terrassa, 1993), que se hizo conocida en las redes sociales por exponer clara y creativa sus críticas arquitectónicas sobre diferentes edificios, monumentos y enclavos en todo el país.
Este experto en estudios urbanos y se graduó en bellas artes explica que “el autor de esta joya” es César Pelli, el mismo que diseñó la Petronas Torres de Kuala Lumpur, la Torre de vidrio en Madrid o la Motikah en la Ciudad de México. El autor de libros como ‘Pormihuevismo, rutas para Brick España’ explica que “este arquitecto argentino es un especialista en edificios altos con mucho, mucho cristal”, comparte con sus más de 470,000 seguidores en Instagram.
«En 2007 le dijeron ‘César, haznos un rascacielos en Bilbao’ y él respondió dos cosas, una: ‘Hold Me The Cubata’ y dos, ‘¿Te importa si parece una aseguradora?’ Spoiler: No se importa ”, explica Erik, promotor del movimiento artístico falso ‘Pormishuevismo’, creado para explicar« que la arquitectura especulativa, corrupta, gentrificante y de salsa ». Una corriente en la que Harley cree que la torre de Iberdrola se ajusta perfectamente.

Como indica el urbanista, en 2012 esta torre fue inaugurada en el centro de la capital de vizina con 165 metros distribuidos en 41 plantas. «Hecho curioso: César Pelli comentó que si extendiéramos los bordes de la torre al cielo, se unirían a 1,000 metros de altura, creando una ‘torre virtual’ que sería la más alta del mundo. Después de esta abrumadora lógica, si mi abuela tuviera ruedas, sería una bicicleta ”, concluye.
Aeropuerto de bilbao
El influencer también ha lanzado en una de sus publicaciones una crítica contundente contra el aeropuerto de Bilbao que se refiere como “un templo para el ego, una catedral a la complicación, una infraestructura de transporte aéreo con aire en forma de ave”. Explica que este proyecto Santiago Calatrava era una estrategia para dejar atrás el pasado gris e industrial de Bilbao “y dar la bienvenida a los Colorinchis del siglo XX”. En cuanto al costo del proyecto, señala que fue una inversión inicial de “90 millones de lerelos”, a la que debemos agregar “65 millones en reparaciones”.
Uno de los detalles que no ha pasado por alto es el momento para la inauguración de la terminal Loiu, cuando el corredor subterráneo que conduce al estacionamiento fue acordonado porque el agua comenzó a saltar agua desde el techo. “Llovió dentro del aeropuerto”, dice. Esto, lejos de ser un hecho específico que podría haber permanecido en una anécdota, se convirtió en el comienzo de un problema que se alargó a lo largo de los años. “Fue el sistema de aire acondicionado por filtración involuntaria y todas esas fugas duraron 17 años”. pato.