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La historia de la amistad, la admiración y la muerte entre Huntington y Sorolla -.

La historia de la amistad, la admiración y la muerte entre Huntington y Sorolla -.
La historia de la amistad, la admiración y la muerte entre Huntington y Sorolla -.

Era el verano de 1908 y la Grafton Galleries se llenó de la luz del Mediterráneo que emanaba de los cuadros de Joaquín Sorolla. El pintor valenciano, ya consagrado en España y que no hace tanto había conquistado París, se disponía a asaltar con sus escenas de playa, pescadores y jardines. Tuvo un éxito relativo, pero aquel día la vida de Sorolla cambió para siempre.

Entre el público que sí admiró su propuesta se encontraba un millonario norteamericano llamado Archer Milton Huntington que recorría buscando tesoros del arte español. Impresionado por sus cuadros, Huntington pidió que le presentaran a Sorolla y, le tuvo delante, le habló del museo que acababa de inaugurar en Nueva York —la Hispanic Society— y le ofreció organizar una gran exposición allí. Además de la exposición, de esa conversación nacieron una de las series más importantes del arte español, “Visión de España”, y una amistad que duró hasta la muerte de Sorolla en 1923. Ambas cosas, la “Visión de España” y la “muerte de Sorolla” tuvieron mucho que ver.

El espaldarazo definitivo

A diferencia de la de Londres, la primera exposición de Sorolla en Nueva York en 1909 organizada por Huntington en la Hispanic Society fue todo un éxito. Con aquella muestra de más de 150 obras que atrajeron a más de 160.000 visitantes el pintor valenciano se consagró a nivel internacional y se convirtió en uno de los artistas más populares de su .

Además de catapultar su fama, el mecenas norteamericano también empezó a comprar muchos de los cuadros que Sorolla había pintado ya y que desde entonces forman parte de la colección de la institución que podría venir en los próximos meses a València tras un acuerdo con la Generalitat. Hablamos de pinturas tan emblemáticas como Bueyes sacando la barca, Tras el baño, Playa de Valencia a la luz de la mañana, Idilio marino, Niños en la playa, Calle de naranjos, Alcira o Rocas del cabo, Jávea. Con 88 óleos sobre lienzo, 20 pequeños bocetos al óleo sobre cartón o tabla, y 110 aguadas y dibujos, la colección de Sorolla en la HSA también contiene varios retratos familiares y personales, entre los que destaca el retrato de su esposa, Clotilde con traje gris, que muestra la maestría de Sorolla en capturar la intimidad y personalidad de sus modelos.

Sorolla pinta uno de los bocetos de su visión de España. / L-EMV

El alma de España

“Cuando Huntington ve los retratos de Sorolla dice ‘éste es mi pintor’ -explicaba en 2019 a Levante-EMV, Patricia Fernández, autora de la primera biografía del hispanista norteamericano-. Huntington había viajado por España en 1892 , había empezado por el norte, luego estuvo en y en el sur en 1988. Conocía esas diferencias regionales y cuando vio como Sorolla era capaz de representar los ropajes y el gesto, que le encajó muy bien con esa idea que tenía de España”.

Una visión, ciertamente, romántica e idealizada, que mezclaba erudición, afecto y admiración y que se sostenía sobre la idea de que había un “alma” española que se expresaba a través de su arte, su literatura y su folclore. “No deseo que usted pinte castillos ni episodios históricos. Quiero que pinte el alma de España”, le dijo el mecenas a Sorolla cuando le encargó que creara su “Visión de España”. Le pagaría 150.000 euros, lo que equivaldría ahora a unos 3,6 millones de euros.

“Después de mucho sufrir y gozar…”

Sorolla tenía ya 48 años cuando empezó a recorrer España de norte a sur, documentando paisajes, costumbres, trajes típicos y escenas cotidianas que acabaría plasmando en los 14 paneles de gran formato (algunos de más de 3 metros de alto y hasta 3,5 de ancho) que se exhibirían en la Hispanic Society. Primero, realizaba apuntes del natural, bocetos y estudios de color en cada lugar. Luego pintaba los paneles en el taller de su casa de Madrid (la que actualmente alberga el Museo Sorolla), en un pabellón especial construido solo para este proyecto. Trabajaba con modelos reales: campesinos, pescadores, niños, músicos… a los que vestía con trajes tradicionales.

Fue un trabajo titánico durante el cual Sorolla sufrió varios problemas de salud y una fatiga considerable. Por fin, en 1919, ocho años después de iniciar el proyecto, concluyó el encargo de su amigo Huntington. “Querido Archer: Ya terminé con la ayuda de Dios el encargo que Vd. me hizo. Ya está todo, después de mucho sufrir y de gozar…”, le escribió el pintor en una carta a su mecenas. El 17 de junio de 1920, mientras trabajaba un retrato en el jardín de su casa en Madrid, Sorolla sufrió una hemiplejia que le impidió volver a pintar. Murió el 10 de agosto de 1923, tres años antes de que los 14 paneles de su Visión de España se exhibieran por primera vez en la Hispanic Society.

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