Paul Schrader es uno de esos artistas notables que integraron el Nuevo Hollywood de los años 70 y lograron mantenerse vigentes dentro del circuito independiente.
Aunque sus colaboraciones con Martin Scorsese (para quien escribió Taxi Drive, Toro Salvaje y La última tentación de Cristo) suelen ser las obras más destacadas, también aportó excelentes títulos dentro del thriller de acción, como The Yakuza (Sidney Pollack), Rolling Thunder destacado. (John Flynn) y Dog Eat Dog, con Nicolas Cage y Willem Dafoe, que tuvo dirección propia.
El jardín del deseo completa una trilogía centrada en el tema de la redención compuesta por First Reformed (Ethan Hawke) y The Card Counter (Oscar Isaac).
Aunque las historias no están conectadas entre sí, su punto en común es un elenco de almas rotas que sufrieron tragedias u ocultaron pasados turbios.
En esta ocasión la trama narra la relación entre un horticultor solitario (Joel Edgerton) que porta la personalidad conflictiva típica de los papeles de Schrader y la problemática nieta de su empleador, interpretada por Sigourney Weaver.
El personaje de la nieta fue concebido originalmente para Zendaya pero quedó en manos de Quintessa Swindell, debido a que la figura de Dune pidió una fortuna para ser parte de la película y el cineasta no tenía cómo pagarla.
Si te gusta el cine de Schrader, en esta película encontrarás todos esos elementos que caracterizan su cine, donde destaca la clásica narración lenta y su maestría en el trabajo con la simbología que en esta historia se relaciona con el tema del racismo y algunas cuestiones no están ausentes. . Temas de actualidad vinculados a la política interna de Estados Unidos.
El director logra muy buenas interpretaciones de los protagonistas y los temas que abordan son interesantes, pero queda la sensación de que ya hemos visto propuestas similares de este tipo en el pasado y por eso resulta menos cautivante.
Dentro de la trilogía, la mejor entrega fue First Reformed gracias a la interpretación de Ethan Hawke y a un guion más sólido que no en vano le valió una nominación al Oscar.
El jardín del deseo es una película correcta pero queda la impresión de que Schrader tiene que dar un respiro a los discípulos de Travis Bickle y a las crisis existencialistas que empezaron a parecer redundantes en su filmografía.
