“ESG ha sufrido por la falta de regulación” – .

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“ESG ha sufrido por la falta de regulación” – .

Entrevista a Elisa Ricón, miembro del Comité Ejecutivo de FINRESP, sobre regulación sustentable.

La regulación sostenible en Europa comenzó a construirse en 2018 y desde entonces no han dejado de crearse estándares que han hecho avanzar la inversión sostenible y las finanzas verdes. Pero al mismo tiempo han creado cierta confusión entre los participantes del mercado. Sobre esto hablamos con Elisa Ricón, miembro del Comité Ejecutivo de FINRESP.

Pregunta: En los últimos años se ha avanzado mucho en la regulación de las finanzas sostenibles, especialmente en el lado de las inversiones, ¿qué podemos esperar del lado empresarial?

Elisa Ricón: A juzgar por las tendencias actuales en materia regulatoria, por el marcado interés exhibido por el mercado y por la creciente sensibilidad de inversores y clientes, es de esperar que la regulación en materia de sostenibilidad que tiene como sujetos obligados a las entidades no financieras también se vaya desarrollando y tornando cada vez más complejo y exigente.

Estamos viendo el reflejo de esta tendencia en la implementación de nuevas regulaciones a nivel europeo, como CSRD, CS3D o la Green ClaimsDirectiva; pero también en novedades de normativas previamente aprobadas, como la publicación de los criterios técnicos para los últimos cuatro objetivos de la Taxonomía Verde.

En definitiva, la actividad financiera y aseguradora refleja el modelo productivo existente. Para ofrecer soluciones sostenibles de inversión y seguros, necesitan datos de las empresas, por lo que los avances regulatorios deben ser simétricos.

La conclusión es clara: la normativa, tanto para entidades financieras como para entidades no financieras, avanza y seguirá avanzando en la línea definida por el Plan de Finanzas Sostenibles de la Unión Europea.

En FINRESP entendemos que la transparencia es positiva, ya que asegura que el mercado y los inversores tengan siempre una imagen fiel, y todos los datos veraces y relevantes que necesitan para tomar decisiones informadas. Pero también apostamos por un desarrollo equilibrado, que reconozca la realidad del tejido empresarial y configure un marco de cumplimiento viable.

En definitiva, esto permitirá canalizar las inversiones hacia actividades sostenibles, lo que facilitará la transición de nuestra economía hacia modelos más respetuosos con la sociedad y el medio ambiente. Y estas inversiones son muy necesarias, ya que para alcanzar los objetivos de la Unión Europea marcados en el Acuerdo de París para 2030, es necesario cubrir un déficit de inversión estimado en 180 mil millones de euros al año.

Elisa Ricón: “Es necesario cubrir un déficit de inversión estimado en 180.000 millones de euros al año.

¿Están las empresas preparadas para adaptarse a nuevas regulaciones que les obligarán a hacer más esfuerzos para evaluar su impacto climático y social?

Según el Eurobarómetro sobre las pequeñas y medianas empresas realizado en 2022 por la Comisión Europea, el 89% de las pymes de la Unión ya están tomando medidas para ser más sostenibles. Es más, el 24% de ellos tiene un plan para reducir la huella de carbono de su negocio, y un tercio (32%) ya ofrece productos ecológicos. Esto muestra que incluso las empresas más pequeñas ya están implementando medidas para ser más sostenibles, y que ésta es una preocupación que comparten.

El nivel de preparación a las exigencias de la nueva normativa dependerá de cada empresa, pero los grados de exigencia también deberán adaptarse a las capacidades y características de las empresas obligadas. Evidentemente es contraproducente imponer exigencias para las que las empresas no están preparadas o que resultan excesivamente gravosas para sus modelos de negocio.

Dicho esto, en FINRESP creemos que todas las empresas, en la medida de sus posibilidades, comparten el deber y la responsabilidad de contribuir a ese futuro sostenible al que aspiramos. En este sentido, conocer el impacto económico y social de una empresa es un primer paso imprescindible para implementar medidas posteriores que nos permitan mejorar su desempeño en materia socioambiental. Por ejemplo, conociendo la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero de una empresa, podremos implementar las medidas necesarias para reducirlas.

Esta transición hacia un modelo más sostenible, dadas las tendencias actuales del mercado y los problemas a los que nos enfrentamos, como el cambio climático, ha dejado de ser una opción y se ha convertido en un imperativo, pero es un proceso que no puede basarse únicamente en regulación y cobros. , pero las empresas deben tener incentivos para facilitar la transición. Las empresas que no estén preparadas para afrontar estos retos deben poner en marcha los medios necesarios para hacerlo y aquellas empresas que no dispongan de esos medios deben recibir la ayuda público-privada que requieran para poder llevar a cabo esta transición de forma ordenada. y para ello, las entidades que forman parte de FINRESP comparten el compromiso de actuar como palanca facilitadora.

Desde Europa hemos tenido que parar y repensar una regulación sostenible en materia de fondos de inversión. ¿Qué fallas cree que se están produciendo a nivel de desarrollo regulatorio?

A nivel de desarrollo legislativo, uno de los principales problemas identificados es la cuestión de los calendarios regulatorios.

En ese sentido, los participantes en los mercados financieros (los primeros sujetos sujetos a regulaciones de sostenibilidad) se han visto obligados a “empezar toda la casa desde arriba”. Es decir, han tenido que procesar y difundir información sobre sostenibilidad sin disponer de todos los datos necesarios. La falta de información confiable, homogénea y disponible, así como la ausencia de un marco regulatorio sólido, han sido obstáculos para la implementación del marco regulatorio de sostenibilidad.

Por otro lado, si bien no se puede negar la importancia de avanzar hacia una economía más sostenible, es fundamental dar a los agentes económicos el tiempo necesario para implementar los cambios pertinentes. Tanto las entidades financieras, los mercados como los inversores, así como los propios reguladores, han ido acometiendo contrarreloj reformas en sus estructuras y actividades.

En relación con lo anterior, es crucial reconocer que el proceso de adaptación en términos de sostenibilidad no es ni rápido ni fácil. Requiere tiempo, esfuerzo y afrontar diversos retos, como la recopilación de información relevante, especialmente en el ámbito climático, en términos de biodiversidad de los ecosistemas o potenciales incidencias en el ámbito social. En ese sentido, el propio proceso de adaptación es, en sí mismo, un avance significativo, más aún teniendo en cuenta el papel que la regulación europea busca darle a la “transición ecológica”.

En resumen, el desarrollo normativo en materia de sostenibilidad no ha estado exento de obstáculos, dificultades y desafíos para su implementación, pero también hay que reconocer que se están dando pasos en la dirección correcta. Con tiempo, esfuerzo y colaboración, confiamos en que podremos avanzar hacia un futuro más sostenible para todos.

No hablaríamos, por tanto, de un parón o de un replanteamiento de la regulación. Como ya hemos visto, la regulación continúa. Por otro lado, cabe señalar que retirarse de las cuestiones de sostenibilidad no es una opción en absoluto. El único camino a seguir es siempre seguir adelante.

Una de las posibles soluciones es la colaboración público-privada. ¿En qué aspectos sería imprescindible?

FINRESP apoya el establecimiento de marcos de colaboración entre el sector financiero y la Administración, con el fin de promover una actuación coordinada frente a los retos que este proceso de transición pueda suponer.
De hecho, el sistema financiero y la actividad aseguradora aparecen como una de las 18 áreas de trabajo establecidas en el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC). En este sentido, FINRESP celebra la importancia otorgada al sector en este Plan, y comparte la voluntad del Gobierno de España de impulsar marcos de colaboración entre el sector y la administración pública.

A través del establecimiento de marcos de colaboración político-privada se pueden generar sinergias muy positivas entre actores estatales y entidades empresariales y, lo más importante, se pueden crear canales de comunicación que alineen los esfuerzos, necesidades, recursos y expectativas de ambos ámbitos.

Contando con estos medios de comunicación y colaboración, el sector público puede ajustar y modular los tiempos y requerimientos en respuesta a la capacidad de las empresas para afrontarlos, y ser consciente de sus retos y necesidades para actuar en consecuencia, por ejemplo, a través de ayudas o exenciones. Las empresas, por su parte, cuentan con los recursos necesarios para implementar eficazmente la normativa, e involucrar a la Administración en los resultados obtenidos.

Este círculo virtuoso genera importantes beneficios para ambos mundos: el privado y el público, y refuerza la noción de que la evolución hacia un modelo más sostenible sólo es posible mediante una estrecha colaboración entre todos los actores de la economía, tanto públicos como privados.

También confiamos en que el Libro Verde sobre Finanzas Sostenibles, que se publicará próximamente, aprovechará todo el potencial de colaboración.

Europa está siendo el principal impulsor de este tipo de iniciativas regulatorias. ¿Podría esto representar un obstáculo para las empresas y el continente o un impulso para el crecimiento?

Un crecimiento, si se hace bien. De hecho, la implementación de cuestiones relacionadas con la sostenibilidad en la gestión empresarial hará que la economía europea sea más resiliente y permitirá avances importantes en los procesos productivos. Numerosos estudios han demostrado que las empresas y productos financieros con altos retornos de sostenibilidad son igual o más rentables a medio y largo plazo.

Así, por ejemplo, integrar los riesgos de sostenibilidad en la gestión de una empresa puede ayudar a que ésta esté preparada para afrontar los daños que un fenómeno climático extremo pueda provocar en su cadena de suministro, o afrontar las consecuencias de un gran aumento. en el precio de los derechos de emisión.

Es cierto que esta transición puede resultar compleja para las empresas, y sin duda requerirá importantes inversiones y esfuerzos, no sólo para adaptarse a la normativa, sino también para responder a las demandas del mercado y de los grupos de interés. Sin embargo, los beneficios que esta transición traerá para las empresas, para la sociedad y para el planeta están fuera de toda duda. También queda fuera de discusión la necesidad de crear un modelo más sostenible, que garantice la viabilidad de nuestro sistema económico a medio y largo plazo, fomentando el crecimiento económico y garantizando al mismo tiempo el uso responsable de los recursos naturales.

 
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